En consonancia con el estilo de gobierno y de política que impondrá el presidente Enrique Peña Nieto, el gobernador Javier Duarte de Ochoa habrá de imponer también cambios en la conducción administrativa y política del estado, uno de ellos, el primero que ya asoma, es la no reelección de Mauricio Audirac Murillo al frente del Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS).
En este caso, como en algunos otros que habrán de venir, la divisa es no voltear para atrás, so pena de, como le pasó a Edith, la mujer de Lot, convertirse en estatua de sal, como en el pasaje bíblico (Génesis 19: 26), sino ver hacia adelante por todo lo nuevo que viene.
Por eso, seguramente llegará al cargo una figura nueva, fresca, sin ataduras al pasado, que no sea cuestionada, que reúna varios requisitos, uno de ellos que cumpla el perfil acorde a las reformas que está impulsando el mexiquense y que empezarán a ser trabajadas a partir del mes próximo una vez que entre en funciones la nueva Legislatura federal.
En la nueva etapa que viene para México y para Veracruz, se habrán de dejar atrás todas las estructuras y prácticas del pasado y se sentarán las bases (muy discretamente ya se está haciendo) para soportar, y bien, el nuevo estilo de gobierno, en el que habrán muchas novedades, acaso verdaderas sorpresas, en las que si los actores políticos y funcionarios no se adaptan o no se apegan, ya no tendrán cabida.
Peña Nieto viene en el mismo sentido con el que empezó la administración duartista de meter orden, de servir con eficacia, de combatir la corrupción, de acabar con cotos de poder y de privilegios, de abrir el gobierno a todas las corrientes, de respetar plenamente la libertad de expresión y, sobre todo y fundamentalmente, de responder a los reclamos de la sociedad.
Por lo que se sabe, personajes políticos del pasado y del presente, señalados por los mexicanos y los veracruzanos, no tendrán cabida. Ya falta poco para que se empiecen a ver los cambios.
En este sentido, más valdría que se calmaran quienes ya andan acelerados y piensan que, por ejemplo, serán candidatos a alcaldes o a diputados por alguna recomendación, o que alguien podrá presionar para imponer a algún candidato o candidata aunque no tengan la aceptación popular, solo por intereses personales o hasta sentimentales.
De acuerdo a lo que trasciende en el equipo presidencial, nada bien le irá a quienes no entregaron buenas cuentas en el pasado proceso electoral si piensan que serán mano en el proceso sucesorio del próximo año en la entidad. Se sabe que se tiene una bien estructura y completa radiografía de los actores políticos del estado y que muchos no habrán de pasar siquiera la primera aduana.
Serán postulados políticos y ciudadanos duartistas-peñanietistas, inclusive buenos alcaldes o uno que otro funcionario de gobierno que garanticen el triunfo por su buena imagen a base de trabajo, de honorabilidad, ajenos a los escándalos, con acercamiento con la gente y, en consecuencia, con aceptación popular.
Un municipio difícil, como atinadamente señaló ayer el colega Raymundo Jiménez en su columna, es el de Xalapa. “El problema ahora para el Revolucionario Institucional es que además del acendrado antipriismo que de nueva cuenta se acaba de manifestar en esta ciudad capital –el cual, en los últimos doce años sólo se evidencia sexenalmente en las urnas durante las elecciones presidenciales y de gobernador–, es que en Xalapa existe un gran malestar entre el electorado por los escándalos mediáticos y los decepcionantes resultados de la administración municipal que preside Elizabeth Morales, cuyo abultado bono electoral de 2010 se desinfló”.
El diagnóstico no puede ser más acertado. En efecto, hay una fuerte corriente antipriista, básicamente de izquierda, pejista de preferencia, que, ponga a quien ponga el PRI, irá a votar en contra como una forma de venganza y de descargar la inconformidad por lo que consideran un fraude la elección a punto de declararse válida a favor de Enrique Peña Nieto.
Pero además, porque luego de las expectativas que despertó su postulación y luego su llegada al poder, la actual alcaldesa ha defraudado por sus magros resultados, porque la ciudad tiene destrozadas calles y avenidas, enmontados arriates y camellones, porque no puede resolver el grave problema del tráfico vial, etcétera, a lo que ha aunado los escándalos en que se ha visto envuelta como el del ofensivo sueldo que se autoasignó al principio de su gestión u otros de tipo personal.
“¿Candidato a alcalde de Xalapa, yooo? ¡Solamente que sea por el PRD”, me contaron que habría respondido el diputado federal saliente, Ricardo Ahued Bardahuil, cuando le preguntaron amigos empresarios suyos si era cierta la versión que corre de que aspirará de nuevo o aceptará una postulación del PRI para repetir en el cargo municipal.
Y es que algunos ya empiezan a hacer sus cálculos, entre ellos el de la inversión económica que supone una campaña a presidente municipal de una ciudad del tamaño importancia de Xalapa, pero además con una fuerte inercia opositora a grado tal que a la capital ya se le empieza a ver y a considerar como una versión de la Ciudad de México, que ya se convirtió en una verdadera fortaleza del PRD, por lo cual no se garantiza ningún triunfo.
Sobre Tlacolulan
Me escribió mi muy querida amiga y compañera de El Dictamen de Veracruz, periodista Rocío Rivera Méndez, a propósito de mi columna “Un paraíso cercano a Xalapa”:
“Amigo: siempre leo y me deleito con tus artículos, pero leer el de hoy no tienes idea de cuánto me emocionó, y es que también quedé enamorada de Tlacolulan hace tres años que fui, de noche, y en la madrugada me toco ver un esplendoroso amanecer, oler ese aire limpio y saludar a gente amigable que, sin conocerme, me brindó sonrisas. Ahí se quedo mi corazón, ahí sigue, tanto que espero, algún día Dios me lo permita, vivir ahí, donde compré, por cierto, un pequeño terreno”.
Por su parte, el abogado Regino Culebro Gerónimo, me dijo también:
“No puedo dejar pasar más tiempo para comentar entre tus acertados artículos uno que me ha llamado la atención por la temática que invita a borrar un poco de nuestras mentes los recurrentes temas de inseguridad y políticos, el de ‘un paraiso cerca de Xalapa’.
En mi particular punto de vista comparto contigo lo que has expresado, ya que al igual que tu he disfrutado de esa delicia de maravillarnos con el entorno de la naturaleza con la que el Creador dotó a esa región de nuestro estado, además de los ingredientes con los que aderezaste tu narrativa de ese pueblo tranquilo y tan particular en su forma de vivir.
Mucho te agradecería si en posterior referencia de ese lugar pudieras mencionar parte de su historia indígena, que según recuerdo hubo un asentamiento de un cacique, al igual que en Cempoala (un indicio se lee en la parte frontal de su palacio municipal), que estoy seguro con tu estilo de escribir será de sumo interés leerte”.
El contador Víctor Manuel Lezama Ordoñez me pide:
“Ojalá haya chance de acompañarte a ese hermoso pueblo que describes poéticamente en tu leída columna”.