Recuerdo que cuando Vicente Fox llegó al poder, su método para seleccionar a los que serían sus más cercanos colaboradores fue contratar a famosos head hunters (“cazadores de talentos”), con base en lo cual llegó a afirmar que gobernaría con un “gabinetazo”.
El método fue un fiasco pues del equipo original sólo terminaron el sexenio seis secretarios: los de la Defensa, Marina, Hacienda y Crédito Público, Educación Pública, Comunicaciones y Transportes y Salud.
Y es que los head hunters buscaron, ciertamente, y recomendaron a personajes destacados en su campo, pero utilizando un criterio más empresarial que político. Así, por ejemplo, recomendaron para Turismo a una vendedora de cosméticos, Leticia Navarro, que en su área había descollado pero que como funcionaria federal duró apenas dos años y medio sin haber logrado nada que merezca recordarse.
En diciembre pasado, Jorge Fernández Menéndez, en una de sus columnas que publica en Excelsior (“El equipo de EPN, el regreso de la política”, 6/12/12) comentó que una de las cosas que deberían despertar optimismo respecto al futuro inmediato era que independientemente de la calidad técnica de los integrantes del nuevo gabinete presidencial era que se había decidido privilegiar a la política.
El periodista y comentarista de radio y televisión recordó que poco antes de que muriera el empresario constructor Gilberto Borja Navarrete (falleció en abril de 2007), premio Belisario Domínguez, le decía que añoraba los tiempos en los que los secretarios de Estados eran personajes que desayunaban, comían y cenaban haciendo política, recibiendo gente, haciendo contactos, solucionando cosas, mientras los subsecretarios se encargaban de todo el trabajo técnico, arduo, de oficina.
Acaso yo soy un nostálgico de esa forma de hacer política, quizá porque cuando me inicié en el periodismo y durante muchos años de mi ejercicio profesional me tocó esa práctica, quizá porque a mi paso por el poder, directa o indirectamente participé de ella y siempre supe que daba resultados, que era efectiva. Hasta la fecha, a quien me pide una opinión se la recomiendo.
Pero es indudable que los nuevos gobiernos, algunos, se han alejado de esa forma de conducirse y los resultados luego se notan.
En política y en el gobierno todo se puede lograr con acercamiento, con diálogo, con argumentos, con cabildeo, no necesariamente con presiones o por la fuerza o mediante represalias. Claro, en algunos casos es porque no se sabe cómo hacerlo. Pero de que da resultados positivos, los da.
Fernández Menéndez recordó que el ingeniero Borja Navarrete le decía, “y tenía toda la razón”, que hoy día nadie quiere un secretario encerrado, agobiado por temas y problemas, que no trabaje hacia afuera; que los puestos en el gabinete son políticos y así deben ser entendidos; que la responsabilidad de sus integrantes es hacer política; que para eso están ahí.
Ponía como ejemplo el gobierno de Ernesto Zedillo, presidente entonces, cuando los secretarios técnicamente eran muy bueno, “pero nadie hace política y, por eso, los gobiernos no funcionan”.
Para Fernández Menéndez, y estoy de acuerdo con él, el mayor problema que tuvieron las administraciones del PAN fue la ausencia de la política y de políticos. En el gobierno de Fox la política importó poco. En el de Calderón, él era el más experimentado y nunca le gustó delegar. Sólo él hacía o dejaba de hacer política.
Sí. Alienta que al gabinete presidencial hayan llegado verdaderos políticos. Alienta que Enrique Peña Nieto haya recomendado a sus colaboradores que dejen, que salgan de sus oficinas a ensuciarse los zapatos, a escuchar a la gente para alimentar la política pública de su gobierno. Eso mismo es válido hasta para con la prensa.
Sin duda, la política es un oficio de políticos. No de bisoños ni de improvisados menos de oportunistas.
A propósito, una versión dice que el presidente Enrique Peña Nieto no tiene en su ánimo al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán. Podría ser. Sin embargo, el paso de los días empieza a mostrar cómo, como políticos y como gobernantes, tienen varias cosas en común: su forma de hacer política, de gobernar.
Me atrevo a pensar que su hechura como priistas, al lado de viejos y experimentados hombres como Jesús Reyes Heroles (Fidel) o Carlos Salinas de Gortari aunque lo inspira Adolfo López Mateos (Peña Nieto) les enseñó formas de conducirse, que creen que son las adecuadas para tener éxito.
Por ejemplo, el pasado 21 de diciembre, en Mérida, me llamó mucho la atención cómo a su llegada al Gran Museo del Mundo Maya para su “entrega plena” (en realidad fue para reinaugurarlo, porque ya lo había inaugurado en noviembre Felipe Calderón), el mexiquense dejó que los hmenes mayas le hicieran una “limpia” con yerbas, similar a como lo hacían los brujos de Catemaco con el de Nopaltepec (la única diferencia fue que Presidencia no subió la foto a su página web y en cambio Fidel la hacía circular por todos los medios).
Pero el 26 de diciembre, en Tlaxcala, el ex gobernador del Estado de México reiteró su disposición a ser un presidente itinerante que recorrerá el país para “sentir” a su gente, para estar cerca de ella, también similar a cómo lo practicó el ahora ex gobernador de Veracruz.
Fidel lo supo, y Peña Nieto lo sabe, que hoy no se puede gobernar alejado del pueblo, de los representados; y el mexiquense seguramente pretende también, de esa forma, legitimarse luego de los cuestionamientos de los jóvenes durante su campaña y de la izquierda por el resultado de la elección del 5 de julio.
O sea, el nuevo presidente, con su actuar, de alguna forma está avalando en parte la forma de gobernar que siguió el cuenqueño, yerros de éste aparte. Y es que ambos son políticos, ciertamente uno mucho más viejo que el otro, pero ambos nutridos con la savia de los viejos, de esos a los que añoraba don Gilberto Borja Navarrete.
Que yo sepa, ahora mismo, dos de los colaboradores del gobernador Javier Duarte de Ochoa que están utilizando esa vieja y efectiva práctica son el secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, y el subsecretario del ramo, Enrique Ampudia Melo, como debe de ser y como corresponde a su área: la del manejo de la política interior del Estado. Habrán de seguir cosechando muy buenos resultados si así continúan.
Dejará ir el tren que viene
Bien, la reacción del gobernador Javier Duarte de Ochoa, el lunes en el acto conmemorativo de los mártires de Río Blanco. Aquí escribí previamente que la plaza es caliente y, claro, no faltaron las manifestaciones de protesta y de solicitudes, ante lo que el cordobés dialogó con los inconformes, señalando que su gobierno no teme a las manifestaciones sino que, al contrario, las demandas se canalizan a las diferentes áreas para darles respuesta.
Tan sencillo como eso. Bien… Mireya Toto Gutiérrez, directora general de la Comisión Estatal para la Atención Integral a Víctimas del Delito participará este miércoles, en Los Pinos, a nombre del Gobierno de Veracruz, en el acto en que el presidente Enrique Peña Nieto dará a conocer la publicación de la Ley General de Víctimas. Se le invitó en atención a que el gobernador Duarte de Ochoa fue el primero en el país que implementó políticas públicas en la materia… Pues no.
Resulta que el alcalde de Tuxpan, Alberto Silva Ramos, tomó ya una decisión: no irá como candidato a diputado local y se dispone a terminar, a tambor batiente, su gestión como alcalde. Alberto tiene experiencia, olfato político y por algo tomó su decisión. Que sea para bien de los tuxpeños.