Casi al inicio del año, el 8 de enero, el gobernador Javier Duarte de Ochoa tomó como pretexto la partida de una Rosca de Reyes para reunirse con más de 500 miembros de su equipo de trabajo, del que dijo sentirse orgulloso.
"Cuento con el talento y el compromiso de todos ustedes para poder alcanzar las metas y objetivos que nos hemos trazado. Sé que tengo como compañeros de trabajo a gente capacitada y profesional", dijo, al tiempo que los convocó a redoblar esfuerzos.
"Nos ha tocado enfrentar situaciones muy adversas, muy complejas; sin embargo, gracias a su tesón, capacidad, profesionalismo, lealtad y amor por Veracruz hemos podido superarlas y hoy estamos ante una perspectiva muy distinta de la que teníamos hace algunos meses cuando iniciamos esta administración".
Se entendería que el reconocimiento fue parejo, esto es, de secretarios de despacho para abajo, todos los que tienen una responsabilidad por ocupar algún cargo.
Así, a inicios de año y a poco de iniciar su tercer año de gobierno, el titular del ejecutivo del estado no reparó (las citas las tomé textualmente del respectivo boletín oficial) en elogios y reconocimiento a sus colaboradores, lo cual está bien porque, finalmente, se trata de un trabajo compartido, si bien el uno lleva la total responsabilidad por lo bueno, regular o malo que pase, y siempre es un acierto que el capitán del equipo estimule a sus jugadores con palabras de aliento para motivarlos a ir por el triunfo.
Luego entonces, Duarte de Ochoa ha reconocido que sus colaboradores están investidos de talento, responsabilidad, tesón, capacidad, profesionalismo, lealtad y amor por Veracruz. Ante los tiempos y circunstancias por venir, ¿eso quiere decir entonces que está contento, a gusto y que piensa transitar el resto de su administración con el mismo equipo de trabajo?
En efecto, como dijo, luego de dos años difíciles de gobierno, a veces turbulento, parece que, por fin, se ha estabilizado, sus piezas se han acabado de colocar, ya están aceitadas y el engranaje trabaja sin parar, a todo lo que da, por lo que cabe especular si ya no moverá piezas, dejará la maquinaria andando y se dedicará, como responsable político de su partido, a cuidar que su causa partidista asegure el triunfo para las elecciones de julio próximo.
En el último tercio del año pasado, porque las circunstancias políticas eran diferentes, se preveían relevos en su equipo y desde adentro se mencionaban movimientos, cambios que tal vez ahora, por las nuevas condiciones, serían de pensarse, como por ejemplo, el más significativo si se diera, el del secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, a quien lo ubicaban o como secretario de Comunicaciones en lugar de Raúl Zarrabal, presunto o posible candidato a presidente municipal de Boca del Río, o como candidato a presidente municipal de Córdoba.
Uno de los peros que le encontraban quienes desean que se vaya es que no es priista y, en efecto, el cordobés se asume totalmente apartidista luego de la decepción que le causaron el presidente Felipe Calderón, también jefe de su partido, así como los dirigentes panistas, ante lo que tomo la decisión de renunciar a su militancia blanquiazul antes de ser llamado a colaborar con el actual gobierno y se asume ahora como funcionario ciudadano, quien, además, todas las noches que acude a Catedral a las siete le pide a Dios, entre otras cosas, que junto con el gobernador Duarte de Ochoa le permitan concluir en su cargo los seis años y quien jura y perjura que no tiene ninguna aspiración a relevar a su hoy jefe, por lo que ofrece como garantía sólo trabajo, servicio y lealtad, sin distraerse para nada.
Pero hete aquí que a partir del 1 de diciembre pasado el presidente Enrique Peña Nieto con mucho sentido de la pluralidad empezó a nombrar a su equipo de trabajo, esto es, decidió incluir lo mismo a panistas que a ex perredistas y a ex pejistas, algo de lo que, como en otros rubros, puede ahora presumir el gobernador Duarte de Ochoa que él lo hizo con dos años de anticipación (también EriK Porres Blesa venía del panismo como Tomás Ruiz González del aliancismo, aunque ahora se han reconvertido al priismo) y de pronto lo que se veía como algo cuestionable en el nombramiento de Buganza podría ahora considerarse como un acierto político.
Pero, dice la sentencia, nada es para siempre. Y en política juegan los tiempos, las circunstancias, los intereses. Por lo pronto, el gobernador se dice orgulloso de su equipo de trabajo, de sus compañeros, y se nota que el estado, aparte los problemas de seguridad, en lo social, en lo político y en lo económico ha encontrado su justo medio y las cosas parecen venir mejor. ¿Habrá necesidad de cambios, de ajustes, de enroques?
Sentida ausencia
Falleció el sábado pasado en Xalapa el periodista Emilio Cárdenas Cruz, mi paisano, mi compañero de trabajo algún tiempo, una persona que se caracterizó por su sencillez, por su modestia, por su profesionalismo pero, sobre todo, por su trato amable y su respeto hacia los demás. Hermano de Francisco, "Pancho", una de las glorias de aquel Excelsior de Julio Scherer, de Mussio, ya fallecido también y fundador del Matutino de Coatzacoalcos del que Emilio fue Director General, y de Paulino, con quien alguna vez trabajamos juntos cuando El Universal tuvo una edición impresa en el puerto de Veracruz, Emilio formaba parte de la que se considera una dinastía de hermanos y familiares periodistas de aquella ciudad del sur de Veracruz. Con los Cárdenas, recuerdo cuando, enviado por el señor Rubén Pabello Acosta, fui a fundar el Diario del Istmo de Coatzacoalcos. Al mismo tiempo, ellos fundaban El Matutino. Lo normal, al principio hubo curiosidad por la competencia, acaso cierto recelo, pero echados a andar ambos periódicos, por encima de la competencia profesional prevaleció la amistad, el compañerismo, la solidaridad y teniendo nosotros más recursos técnicos, cuando algo llegó a fallar o les faltó en aquel periódico hermano, les dimos ayuda técnica o algún insumo o material y siempre tuvimos la disposición de ellos para ser recíprocos. Ya en el gobierno, en Xalapa, volví a encontrarme con Emilio y a trabajar en equipo. No sabía que estaba mal de salud. Lo hacía yo en México. Me queda un grato recuerdo de él y, como una buena herencia, la amistad con sus hijos Emilio y Ricardo Cárdenas Escobosa, a quienes les envío junto con toda mi familia un abrazo y les expreso mi sentimiento de solidaridad, a ellos y a toda su familia. Que en paz descanse Emilio.