El problema no es serio ni delicado. Es grave. No es nuevo, pero parece que es hasta ahora cuando empieza a hacer crisis.
En las páginas del diario Notiver se ha venido ventilado el asunto con toda amplitud y el periódico se ha hecho eco de la inquietud popular. Con el profesionalismo que lo caracteriza, ha publicado fotografías que avalan las denuncias.
Se podría resumir así:
Cien mil personas –a decir del representante de los afectados, Sergio Muñoz Colina, quien también lo es de la organización civil Ciudadanos en defensa del Parque Nacional Arrecifal Veracruzano– sufren a diario en el puerto de Veracruz las consecuencias de estar expuestas a la contaminación de coque. Viven sintiendo como si tuvieran talco en la boca.
El coque de petróleo o petcoke es un subproducto sólido que queda después de refinar el petróleo. Contiene altas cantidades de azufre y metales pesados como el níquel y el vanadio. Se utiliza en todo el mundo como combustible en industrias como la cementera, la termoeléctrica, la energética y la de producción de aceros. Aparte de afectar la salud humana, daña también, lógicamente, el medio ambiente.
En el diario Notiver, el doctor Arturo Salas González publicó: “El coque produce polvo peligroso por su capacidad de absorción. La inhalación de polvo coque es irritante para la nariz, garganta y pulmones y provoca a largo plazo bronquitis crónica.
Concentraciones excesivas de polvo de coque pueden causar molestias en ojos, conductos auditivos y nasales, así como irritación de la piel y mucosa de membrana. Una sobreexposición al polvo de coque puede agravar los problemas respiratorios existentes como asma, bronquitis o fibrosis pulmonar. Del mismo modo, debido a sus propiedades irritantes, contactos repetidos con la piel pueden agravar una dermatitis existente”.
Miguel Molina, un periodista que honra a Veracruz, tan distante y tan cercano como ni las autoridades mismas, que vive en Londres pero está pendiente de la vida diaria de Veracruz y a quien le preocupa lo que le sucede a sus paisanos, ha recordado (lo publicó Notiver el jueves pasado) que hace dos meses, el director general de la Administración Portuaria Integral (Apiver), Juan Ignacio Fernández Carbajal, repitió que el coque no afecta la salud y que el asunto ha sido más mediático y político que sanitario. Con la ironía que lo caracteriza, el colega dijo que el funcionario de Apiver seguramente sabe al respecto más que la Organización Mundial de la Salud. “Si yo pudiera –escribió Miguel–, sentaría al señor Fernández Carbajal frente a quienes sufren los baños de coque y le pediría que oyera lo que dicen”.
El periodista veracruzano, que desde la BBC de Londres pudo conocer ramificaciones corporativas, aportó un dato relevante: en 2003, Archers Daniels Midland tuvo que pagar 10 millones de dólares para reparar daños causados por emisiones de contaminantes como el coque en 42 plantas de 17 estados de Estados Unidos. La información la dio a conocer en su momento The New York Times.
Archers Daniels es una de las firmas que maneja el coque en Veracruz a través de su empresa Terminal de Carga Especializada (TCE), cuyo accionista es Anselmo Estandía Colom, el mismísimo presidente del Comité de Carnaval y quien aspira o están por ponerlo como presidente municipal en Boca del Río ahora que solicite licencia Salvador Manzur Díaz el próximo 15 de febrero para ir en busca de la diputación local. Imagínese, nada más. Ahora sí, la Iglesia en manos de Lutero.
El coque está almacenado por toneladas al aire libre en las instalaciones de la Administración Portuaria Integral (Apiver), como lo demostró Notiver con unas fotos que le proporcionó un trabajador y quien de paso denunció que un compañero suyo está muy enfermo. Trabajaba donde se maneja el coque. Este tóxico, cuando sopla el norte o el viento fuerte, en forma de polvo vuela e invade colonias cercanas.
Según Sergio Muñoz Colina, la inhalación prolongada ya dañó a un colono, a una persona de 37 años, quien falleció a consecuencia de cáncer en el pulmón.
El miércoles pasado, ante la indiferencia de las autoridades de los tres niveles por hacerse eco de su problema, colonos afectados se fueron a manifestar ante el propio gobernador Javier Duarte de Ochoa cuando encabezaba un acto no muy lejos del área afectada. Eran vecinos de las colonias Uribe, Formando Hogar, Miguel Alemán, Villa Rica y La Pinera. Ellos tienen 48 meses, es decir, cuatro años, luchando porque se remedie la situación. Nadie los ha apoyado ni los ha atendido. Ese día, el gobernador los escuchó, les dijo que solicitaría a la administración federal terminar con el problema ya que confía en que el nuevo gobierno federal atenderá a los afectados, y no dejó de mencionar que la Apiver se ha negado a permitir que personal estatal supervise el almacenamiento.
Dos días antes de la protesta de los colonos, en Notiver se había publicado una nota del reportero Manuel Hernández, respaldada por un documento oficial del IMSS de fecha 10 de febrero de 2009, acerca de un estudio de campo donde se documenta afectaciones a niños de los jardines Max Scheler y Villa Rica del fraccionamiento Villa Rica, quienes faltan a clases por problemas de tos, gripa, diarrea, conjuntivitis, dolor de cabeza y erupción en la piel. Esto lo dieron a conocer la maestra Karen Celene Méndez Hernández y la señora Tomasa Reyes Marín. El reporte, se ocultó.
El mismo Notiver publicó en su edición del viernes 25 de enero la copia del documento que demuestra que el señor Juan Ignacio Fernández Carbajal ha mentido al decir que hay total disposición por parte de la dependencia a su cargo para coadyuvar en el asunto tratando de evadir la acusación de la Procuraduría Estatal de Protección al Medio Ambiente de Veracruz en el sentido de que la Apiver ha negado reiteradamente el acceso a personal de su dependencia para supervisar el almacenamiento de coque.
(En Radiover, el sábado se publicó que el titular de la Secretaria de Medio Ambiente en la entidad, Sedema,, Víctor Alvarado Martínez, declaró que han encontrado “oídos sordos” por parte de los miembros de la Administración Portuaria Integral de Veracruz.
“No hemos contado con la autoridad de la administración portuaria para acceder; ellos han comunicado que es una zona federal y son las instancias federales las que deben de intervenir”.
El problema está ahí, latente, sin que se resuelva, sin que nadie haga algo al respecto, mientras los vecinos viven con un “pica pica” en la piel y respirando muerte todos los días, hombres, mujeres, niños, ancianos.
Yo –y seguramente los afectados y quienes se preocupan por ellos– me pregunto: y para todo esto, ¿en dónde está, qué ha hecho al respecto la presidenta municipal Carolina Gudiño Corro? Sería interesante conocer su cuaderno de bitácora y saber cuántas veces ha recibido a los colonos para escucharlos, cuántas veces los ha visitado para constatar la magnitud y la gravedad del problema, cuántas manifestaciones de protesta ha encabezado, cuántas reuniones ha gestionado o ha tenido con el director de Apiver para formalizar el reclamo, cuántos oficios ha dirigido a las autoridades federales para que intervengan, cuántas asesorías ha buscado con organismos internacionales, por qué no dio la cara ella el miércoles cuando le reclamaron al gobernador, qué piensa o qué tiene planeado hacer al respecto, qué censo ha ordenado levantar para saber quiénes y cuántos tienen ya problemas de salud, qué fue de sus promesas en campaña. En fin.
Ya me imagino el día que los Yunes, Miguel padre, Miguel Hijo y Fernando hermano, decidan intervenir y ponerse al frente de los vecinos y de los reclamos. Entonces dirán que el problema se politiza. Los afectados, seguramente, se los reconocerían. Necesitan apoyo, respaldo, solidaridad, atención. Los problemas de salud que sufren, su riesgo y exposición a la muerte a diario no saben de siglas ni de colores. Necesitan de algo, de alguien a quien agarrarse.
Colateralmente, forzosa y necesariamente, la indolencia oficial tendrá un costo. Toda esa gente afectada, cien mil colonos, no irán a votar por el PRI el próximo 7 de julio. Si Carolina Gudiño Corro se muestra indiferente a su problema, por qué tendrían que creer y que esperar a qué otro priista, que les llegará a prometer en campaña y bla bla bla, sí se va a preocupar por ellos. Los hechos están hablando por sí solos.