(A Marijose Gamboa, un abrazo de compañeros, con el deseo de que supere pronto la difícil situación personal que vive.)
Inicia semana de periodo vacacional. Cuando concluya este lapso de descanso habrá transcurrido julio, el séptimo mes del año.
Acaso lector –te advierto con toda sinceridad– refleje en lo que escribo el letargo que me quiere empezar a invadir.
Tres años y medio después de que salí de la función pública, donde tener dos días libres era muchísimo tiempo (en casi 30 años no supe lo que eran unas verdaderas vacaciones, porque siempre me dejaban de guardia, pero la necesidad era mucha), todavía no acabo de asimilar bien que, de vuelta como académico en la Universidad Veracruzana, ¡tengo tres semanas de vacaciones!
(¡Chin! Cuando trabajaba en el Gobierno a lo mejor ahorrando me podía alcanzar para un viaje decente, pero no tenía tiempo; ahora tengo tiempo pero mi actual sueldo no me permite hacer grandes planes, aunque, eso sí, al menos me alcanza para sobrevivir bien, lo que ya es una bendición.)
No decido aún hasta cuando publicaré en esta etapa antes de dejarlos descansar; los lectores merecen un buen descanso; desintoxicarse de tantas cosas con las que les llenamos la cabeza todos los días. Las vacaciones mentales son buenas para todos.
Cuando regresemos del periodo vacacional, ya instalados en agosto, nos ubicaremos a sólo cuatro meses de que termine el año, a tres del cuarto Informe de Gobierno, que es un acto de referencia que nos sirve para medir ciclos políticos.
Seguramente entonces, cuando lo dé a conocer, el gobernador Javier Duarte de Ochoa nos dirá sus planes para concluir su mandato. No hay quinto malo, dicen. A ver qué dice él.
En el siglo pasado, en la regla no escrita de la política, el quinto año de gobierno se consideraba ya prácticamente el último, porque el sexto se tomaba como uno de transición entre el gobernante que se iba y el que llegaba y la atención la acaparaba primero el destape formal del candidato a gobernador, luego el desarrollo de la campaña electoral, más tarde la elección y su resultado –siempre a favor del PRI– y a continuación la especulación sobre a quiénes nombraría en su gabinete.
Prácticamente el nuevo sol ya comenzaba a refulgir mientras que la sombra mediática comenzaba a caer sobre el que concluía; incluso lo común para éste era que prácticamente salvo sus pocos leales y cercanos ya nadie lo pelaba –para usar una expresión del lenguaje común–, todos lo dejaban solo para irse a la cargada con el que venía, y nadie se alteraba. Era la normalidad.
Los tiempos han cambiado, aunque en política, y en especial en política priista, de nuevo de vuelta en el poder presidencial, el PRI como partido y el PRI hecho gobierno está reviviendo muchas prácticas.
Aquí he narrado que no recuerdo quinto año –último año de verdadero gobierno– más cargado de poder que el del gobernador Rafael Hernández Ochoa.
Era yo muy joven reportero del Diario de Xalapa y fui testigo y registré el cierre apoteósico que tuvo con motivo de la rendición de su quinto Informe en el Estadio Xalapeño, cuando todos los autobuses de pasajeros que corrían por todo Veracruz no alcanzaron para acarrear a miles y miles de “agradecidos” veracruzanos que vinieron a vitorear a su casi dios entonces, por lo que tuvieron que contratar más unidades en Puebla y en el Estado de México.
Dos fuertes políticos de entonces, hoy buenos compañeros comensales, Carlos Brito Gómez y Gonzalo Morgado Huesca, fueron los artífices de toda aquella movilización que nunca más se volvió a repetir.
Era el mejor reflejo de lo que simbolizaba el quinto año de Gobierno, que en la práctica era el último. Pronto entraremos ya en él en la época actual.
Javier Duarte inicia esta semana, hoy lunes, y este periodo vacacional con actividades en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río acompañado de la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu .
Podría ser que en este periodo se nombrara al nuevo secretario de Finanzas y Planeación.
Ya se busca sucesora para la presidenta de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, Namiko Matzumoto Benítez, para lo cual se le ha hecho la invitación a sucederla a una periodista del sur.
A esa Comisión habían considerado desaparecerla, pero algo frenó la intención. Acaso existirá sólo lo que resta del actual sexenio. No se le ve mayor utilidad.
De Alberto Silva Ramos, quien está apretando el acelerador en su actual cargo, la insistencia es que será postulado por su partido como candidato a diputado federal por Tuxpan y anda ya por ahí una corriente para buscar que lo suceda Sergio González Levet.
Elízabeth Morales García, dirigente estatal del PRI dijo ayer, mediante boletín de prensa, que su partido está unido, fuerte y decidido a seguir siendo la principal fuerza política en la entidad; y unido en torno a Javier Duarte.
Acaso lo que dijo podría tomarse como una respuesta indirecta al acto de unidad que mostraron los panistas al finalizar la semana.
El martes pasado, antes de que eso ocurriera, la dirigente política me había dicho que será a finales de año cuando su partido determinará quiénes serán sus candidatos a diputados federales en 2015, pero que para la nominación será determinante que las encuestas, los sondeos, los estudios, los informes digan que tienen posibilidades reales de ganar porque tienen aceptación ciudadana (ella de antemano se autodescarta).
El viernes, la columna “Templo Mayor” del diario Reforma publicó que el panorama electoral no pinta nada bien para la llamada elección intermedia en el estado, según la percepción del centro.
La afirmación de Elízabeth y el señalamiento del diario capitalino pueden determinar que finalmente no se postule a quienes se considera viables por su cercanía con el poder y que se opte por otros priistas que pudieran estar mejor posesionados en la preferencia ciudadana.
Podría ser que este periodo vacacional ocupe el tiempo de quienes toman las decisiones de poder político para hacer una revisión y acaso un replanteamiento de nombres de hombres y mujeres que sean competitivos, porque los de enfrente van a dar la pelea.
Por el lado del PAN, será el próximo jueves cuando José de Jesús “Pepe” Mancha Alarcón con su unidad a cuestas arranque motores en su campaña para alcanzar la presidencia de su partido, un formalismo porque todos lo apoyan, aunque en realidad va a calentar la plaza y alebrestar a sus militantes y simpatizantes, a pintarles la cara en señal de guerra para lo que viene.
Mientras, lectores, hay que disfrutar las vacaciones. El poder es una enfermedad viral y por eso los políticos no paran. Allá ellos.