Qué bueno por los juarenses y por los “juarochos” (300 mil veracruzanos que emigraron hacia la frontera buscando cruzar hacia Estados Unidos  y al no lograrlo ahí se quedaron a vivir) y qué pena por los traspié del gobierno federal.

El lunes 15, luego de tres años, el gobierno de Felipe Calderón decidió instalar y operar mesas de trabajo en Ciudad Juárez para junto con las autoridades estatales, municipales y ciudadanos buscar delinear estrategias para mejorar la situación en aquella ciudad fronteriza. Esas mesas están enfocadas a los temas de salud, educación y desarrollo social.

Eso es lo que debió haberse hecho desde un principio y no echar por delante al Ejército que en parte está pagando las consecuencias de una política errónea de un gobierno que sólo improvisa, porque desde su campaña Felipe Calderón debió haber hecho un estudio serio, una consulta ciudadana cómo la que ahora apenas pretende, para, una vez iniciada su administración, haber puesto en marcha acciones con  base en un diagnóstico preciso.

Ha tenido que haber más de dos mil muertos para que el gobierno del señor Calderón por fin se dé cuenta que  estaba mal y que, como se lee en Alicia en el país de las maravillas, debió haber empezado por el principio, esto es, a partir del sentir de los directamente afectados.

Vale la comparación por el éxito del gobierno de Fidel Herrera Beltrán. Éste no sólo hizo una intensa y extensa campaña electoral cercana a la población, a los ciudadanos, sino que a la hora de estructurar el Plan Veracruzano de Desarrollo, no sólo plasmó las inquietudes que recogió durante su periplo por toda la geografía estatal sino que incorporó muchas propuestas de sus adversarios políticos –y así lo reconoció públicamente en su momento– y además anunció que adecuaría el PVD cuantas veces fuera necesario si así lo pedían los veracruzanos, es decir, que ha gobernado no sólo para sino también con la gente toda.

Y así lo ha hecho. Desde un principio no se confió y se conformó con el diagnóstico estructurado en el Plan, sino que armó las Jornadas de Gobierno Itinerante que se echaron a recorrer todo el estado con brigadas de salud, de asistencia social en general, con representaciones de todas las dependencias, a fin de acercar el gobierno a los veracruzanos, escucharlos, atenderlos, resolverles en sus propias demarcaciones sus problemas y evitarles el engorroso viaje hacia la capital para hacer antesalas y de paso acabar con el centralismo oficial, gracias a lo cual se han evitado problemas.

No obstante y viendo que de todos modos muchos veracruzanos preferían venir a la capital, después dispuso las famosas jornadas Lunes de Puertas Abiertas, que no son otra cosa que la atención directa, a las mismas puertas de las oficinas, por parte de los propios funcionarios y sus colaboradores de las demandas, reclamos y señalamientos de los veracruzanos, mecanismo de atención que hasta la fecha continúa con mucho éxito, tanto que alguna vez hasta una empleada de Finanzas se vino a medio encuerar al Palacio de Gobierno para hacer un reclamo contra su ex, sabiendo que no sólo sería atendida sino que hasta tendría una muy buena cobertura mediática como así fue tanto que los colegas se quedaron con muy buen sabor de boca a la espera de haber quién dice yo.

Y él mismo no para. No hay día en que no visite algún municipio o varios del estado en plan de trabajo y escuche a sus representados e incluso –muchas veces– reclame y exhiba públicamente a sus propios colaboradores o por no secundarlo en la atención directa o por los retrasos en obras o la lenta aplicación de programas y hasta le pida a quien no pueda que mejor se vaya.

Como dijera Clavillazo, ahí está el detalle.
“Iniciamos estos trabajos con la aclaración de que no habrá soluciones mágicas, pero tampoco acuerdos prefabricados, sino que escucharemos a la sociedad en sus inquietudes y necesidades”, expresó el secretario de la Reforma Agraria, Abelardo Escobar Prieto, a quien el presidente Calderón nombró como encargado de la nueva medida, que no estrategia.

Uno quisiera mostrarse optimista, pero como que esa advertencia de que no habrá soluciones mágicas suena ya a justificación anticipada de que quién sabe. Y uno se pregunta también, ¿por qué para un problema de seguridad púbica y política social, el titular de la Reforma Agraria? Ni que el asunto tuviera que ver con problemas de núcleos ejidales o movimientos agrarios o…

Pero vale el intento, aunque ya tardío. Ojalá, por el bien de los sufridos juarenses y de nuestros paisanos allá, por fin este ¿gobierno? le atine y a ver si ya para el 2012 cae en la cuenta que por ahí empezaba la cosa.

¿Y el Presidente? ¡Oh, pobre hombre! Ahora hasta su mujer –se advierte una buena mujer–, la señora Margarita Zavala, ha tenido que  echarle montón, como se vio este lunes cuando sin tenerlo contemplado regresó de nuevo a Ciudad Juárez para sumarse a las mesas de trabajo. Pero qué necesidad, como dice el propio juarense Juan Gabriel.