Ya lo había publicado el periodista Raymundo Riva Palacio en su columna “Estrictamente Personal” (ahora se puede leer en la página www.ejecentral.com.mx) el pasado 15 de febrero (en Xalapa se publicó en la página www.veracruzanos.info) y ahora lo ha confirmado uno de los más cercanos colaboradores de Gerardo Buganza Salmerón, Víctor Hugo Arteaga, quien lo acompañó el viernes cuando se decidió en el Distrito Federal la candidatura al gobierno del estado. 

 

Este lunes el diario Imagen de Veracruz  publicó que Arteaga declaró que la esposa del Presidente Margarita Zavala se encargó de operar a favor del ahora candidato panista a la gubernatura, para lo cual se comunicó con todos los consejeros blanquiazules cuando vio que el cordobés estaba mucho mejor posesionado entre el panismo veracruzano.

Ayer lunes también el diario El Universal en su columna “Bajo Reserva”, publicó: “De lo que se queja el equipo de Gerardo Buganza (y Buganza mismo) es que el CEN panista no fue claro.

 

Si la decisión era entregar la candidatura de Veracruz a Miguel Ángel Yunes, ¿para qué dejarlo soñar? Buena parte del jueves, dicen, Margarita Zavala hizo labor con los consejeros para que la elección de Yunes saliera sin contratiempos.

 

Si ésa era la idea, si ya había candidato oficial, dice la gente de Buganza, ¿para qué alentar un proceso simulado? En Tamaulipas simplemente se eligió a un candidato; esa fórmula, la designación directa, se dio en Veracruz, pero nadie le avisó al que era, de antemano, perdedor”.

 

Esta versión también la leí ayer en La Jornada Veracruz, aunque aquí el que dice tener pruebas es el perredista Enrique Romero Aquino, él quien sabe por qué.

¿Pues no que ya no quedaba ningún resabio de doña Marthita en Los Pinos? Ahora resulta que ni siquiera fue el Presidente quien dio el dedazo ¡sino que fue su esposa la que decidió! ¿Y los programas sociales a favor de los pobres? Cuando se entera uno de estas cosas entiende mejor o le queda más claro por qué en este sexenio no hay mejoría entre los pobres y el número de éstos ha aumentado en este sexenio en 6 millones, confesados por el propio Felipe Calderón el año pasado.

En 2000 el panismo ganó la Presidencia de la República en mucho por el deseo del electorado, de los ciudadanos, de un verdadero cambio en las prácticas políticas y de gobierno hasta entonces prevalecientes y en parte por las promesas de campaña de Vicente Fox, una de ellas de que ahora sí habría verdadera democracia.

 

Diez años después acabamos de comprobar en qué paró todo: en un dedazo  de la pareja presidencial o mejor dicho de la señora esposa del Presidente, por lo que estaríamos en el primer caso en la historia de Veracruz en que una postulación al gobierno del estado se define por un matriarcado…político, que ni en los peores tiempos del PRI. Pero a ver, atrévete a decirle a la señora que no.

 

Y luego piensa uno que ya vio todo lo que se podía ver en política.
Una regla no escrita de la política priista señalaba que el Presidente era el único facultado para designar a su sucesor así como a los candidatos a gobernador, además de que era quien daba la palomeada definitiva a la lista de los candidatos a senadores y a diputados federales.  

 

A los gobernadores quedaba el poder de decidir quiénes serían los diputados locales y los presidentes municipales, con sus excepciones, claro, porque algunas veces había intereses del centro por algún distrito o municipio y se tenía que ceder. Pero el Presidente decidía un relevo gubernamental estatal y guardaba las formas notificando su decisión al gobernador saliente y a la dirigencia estatal formal, así como consultando a los sectores de su partido y a las organizaciones y sólo entonces se hacía el anuncio en medio de una gran fiesta política.

El “democrático” PAN acaba de designar candidato por dedazo revestido de una junta de notables –40 consejeros  ajenos al estado–  sin guardar las formas. Se trata, sin duda, de una democracia muy sui géneris. Convocan a los aspirantes a la Ciudad de México con el pretexto de que van a decidir el método para elegir candidato  y cuando están allá de pronto les dicen que se va a votar la selección, y todo lo que pasó y el resultado ya se sabe. Todavía más.

 

Como dice el dicho popular ni la burla perdonan a los panistas veracruzanos, porque con bombo y platillo el dirigente nacional, el formal, no el real, anuncia que de todos modos continuará su proceso interno con el registro de una sola candidatura. Chamaquearon a los cordobeses, a quienes les hicieron creer que el elegido saldría de una convención estatal democrática donde votarían y decidirían los panistas del estado. Ilusos.

Contra lo que sólo unos cuantos ven, con la designación no ha pasado nada del otro mundo: al saberse la designación nadie salió espontáneamente a celebrar ni hubo tumultos ni manifestaciones callejeras de júbilo ni muestras de algarabía. Nada digno de destacarse más allá de la confirmación de algo que ya se esperaba e incluso de su estrategia de querer ganarse al electorado amenazando al gobernador.

Lo único cierto, por lo que nos refieren algunos panistas de Córdoba, es que la designación no cayó bien entre los panistas de cepa del estado y desilusionó a los blanquiazules cordobeses, quienes de dientes para afuera aceptan la decisión pero no están conformes y analizan qué camino van a tomar.