André Malraux, escritor, filósofo, héroe de guerra y ministro del Interior y de Cultura del gobierno francés con el presidente Charles de Gaulle, platicó en una entrevista al novelista y escritor de viajes inglés, colaborador del Sunday Times Magazine, Bruce Chatwin (son imprescindibles sus libros En la Patagonia y ¿Qué hago yo aquí? De este último tomo la anécdota), que Sir Winston Churchill, político, estadista y Primer Ministro del Reino Unido, le espetó alguna vez a Charles de Gaulle, refugiado en Londres ante la ocupación francesa por parte de los alemanes: “Entre Roosevelt y usted elegiré siempre a Roosevelt”. Cuando todo mundo pensó que De Gaulle se pondría furioso porque eso significaba: “Lo rechazo a usted como aliado”, no fue así. Al contrario. El que llegaría a ser el libertador de la Francia ocupada se quedo estupefacto porque por primera vez oía a Inglaterra decir: “Ya no soy la primera potencia del mundo, es Estados Unidos”. Era evidente que lo que Churchill le estaba diciendo es que reconocía a un nuevo poder y De Gaulle lo interpretó correctamente.
A donde quiero ir es a señalar que cada quien ve, entiende o interpreta lo que quiere ver, entender o interpretar según su visión de las cosas o según su interés particular, y que muchas veces en las palabras hay una carga de mayor trascendencia que la cortedad de miras o algunas limitaciones hacen entender a algunos. En efecto, De Gaulle pudo haberse quedado en la ofensa que le infería Churchill, pero su visión era más amplia y entendió que por encima de algo que al final podría llegar a ser sólo anecdótico estaba ante un hecho más trascendente, histórico: la aceptación tácita de que Inglaterra había dejado de ser el Imperio que había sido. Como fue.
Digo todo este preámbulo porque por más que le he buscado, no veo, no vi, no encuentro, no encontré, el “destape” político que muchos vieron o quisieron ver en el acto con motivo de la presentación del libro El relevo generacional en Veracruz, el viernes 7 de agosto en el Museo de Antropología, y mucho menos veo ni vi ni escuché ni leí que se mencionara un nombre en concreto. Uso lentes para ver y audífono para sordera. A lo mejor necesito revisar la graduación de uno y de otro. Pero no vi ni leí ni escuché algo concreto sobre lo que se dijo en algunos medios ni en lo que interpretaron y escribieron algunos columnistas.
Lo que entendí, luego de leer y releer el mensaje de Fidel Herrera Beltrán, gobernador y líder natural de su partido (el formal es Jorge Carvallo Delfín), y de leer con cuidado unas declaraciones de Javier Duarte de Ochoa, a quien presuntamente ese día habrían “destapado”, es que en el acto referido, en lugar de pronunciamientos sobre candidaturas, de “destapes”, hubo mensajes de unidad, básicamente, de reconocimiento al gobernante por la participación que ha dado a los jóvenes y el adelanto, sí, de que se impulsará pero “después a quien corresponda seguir en la construcción” de Veracruz. O sea, nada de aceleramientos, de adelantar vísperas ni de violentar las fechas ni el proceso interno selectivo o electivo del PRI.
Me llamó mucho la atención leer unas declaraciones del ex secretario de Finanzas (en el diario AZ las publicaron en primera plana y en Milenio El Portal en interiores, el sábado 8 de agosto, al día siguiente del acto en el Museo) en las que aceptó su aspiración a buscar la candidatura para suceder a Fidel Herrera Beltrán, pero antes dejó bien clara su disposición a someterse “a cualquier método” que determine su partido para la selección del candidato, y todavía fue más allá –y me parece muy prudente y sensata su actitud, porque en política cuentan, juegan, son determinantes el tiempo y las circunstancias– al recordar que será hasta fines de año cuando se emita la convocatoria que determinará si participa en la contienda. Para él, “lo importante no es la selección del candidato, sino la conservación de la unidad”.
En el mismo sentido de buscar la unidad interpreto las palabras de Fidel Herrera Beltrán. Ni siquiera puede hablarse de un acto de partido ese viernes, es decir, del PRI. Se cuidó el gobernador de mencionar la pluralidad, reconocer que los logros que se han obtenido se deben a todos los veracruzanos –“todos vitales”– entremezcladas sus generaciones y no dejó de incluir a los que se oponen, esto es, a los de la oposición, a los que participan “proponiendo diverso”. “Todos cuentan, todos sirven; todos construyendo y haciendo que Veracruz pueda mirar hacia adelante”.
¿”Destape”? Para mí no. La intención era otra. Así lo veo. Así me da a entender la alusión al ilustre ideólogo tuxpeño Jesús Reyes Heroles o ¿por qué traer a colación eso de que “se puede ser viejo joven o joven viejo”? Fidel Herrera Beltrán marcó línea, línea sí pero inclusiva. Me gustó la claridad con la que habló, como esa de decir que le honraba “más que la entrega de un libro” –lo pasó a segundo término– la oportunidad de “hacer un corte de caja”, es decir, aprovechar la ocasión para hacer un recuento de los haberes y de los deberes políticos; me quedó muy clara su “reflexión”, su “inflexión” para reconocer “a la generalidad política de Veracruz”, o sea, a todos, y su afirmación de que “con convicción, desde la construcción de los acuerdos, somos capaces de remontar cualquier dificultad y allí está el papel de la juventud de todas las edades (otra vez, la inclusión de todos de todas las edades), de la que puede hacer las aportaciones (interpreto a los jóvenes de edad que pueden aportar su experiencia, sobre todo) y la que hoy es convocada para continuar lo que… hemos buscado hacer” (los que vienen, vendrán necesariamente, por un proceso natural, al relevo).
Sí, claro, expresó su deseo de que Veracruz siga como va para lo cual –no dejó lugar a dudas– dijo que ha planteado un proyecto social que se funda en la alternancia, pero también fue claro al señalar que esa alternancia “no ciega ni cierra sino que quiere enlazar, en la política y en la vida, un cambio alternativo, de énfasis, para impulsar después a quien corresponda seguir en la construcción del Veracruz que merecen los veracruzanos…”.
Pero cada quien su punto de vista. Tal vez las cosas no sean como las veo, aunque es indudable que la clave que fincará el triunfo del priismo el próximo año será la unidad, unidad que –no descubro nada del otro mundo– buscarán romper a rajatabla, al precio que sea, por todos los medios, el gobierno federal y su partido, los blanquiazules manejados desde la Presidencia de la República. Para mí eso es lo que está previendo Fidel Herrera Beltrán, político de tiempo completo, profesional, quien creo que busca y buscará que su partido llegue a la hora de la definición con todas las corrientes tricolores incluidas y unidas, antes que cualquier “destape”.
Con un ingrediente más: si algo apasiona al veracruzano es la política, la “grilla”, la “polaca”; es como una especie de deporte sexenal esperar cada seis años para participar en el relevo de la gubernatura; como que hay una predisposición innata en el jarocho a jalar de la matraca, los globos, el cencerro, la corneta, la banderola, el pendón, la banda de guerra, el confeti, los lonches (un boing, dos pambazos, una naranja y un plátano), los cohetes, a subirse al camión, al autobús, que lo transportará miles de kilómetros y así se tenga que levantar a las 3 de la mañana para iniciar el viaje a las 4 o viajar toda la noche, a echar despiporre político (eso nunca, nunca lo podrán hacer los panistas), a irse a la “cargada”, a constituirse en una “bufalada”, a ungir hasta las alturas de un dios, un semidios o un iluminado al “abanderado” del PRI a la gubernatura, y cuidado que cuando se desate esa “bufalada” nadie la va a poder detener así se hagan llamados y más llamados, y no se puede ni se debe olvidar que al actual gobierno todavía le faltan un año y tres meses para concluir y esta no es hora de distracciones desenfrenadas. Pero no, no veo ningún “destape” anticipado, no lo vi el viernes 7 y seguramente no lo habrá en lo inmediato.
Mientras, mientras veo por las calles de la ciudad pasearse fresco, relajado, sonriente, despojado del traje, del saco, de la corbata, enfundado en guayabera, dándose baños de polvo y de pueblo, saludando a cuál más, a Eduardo “Lalo” Andrade Sánchez, ahora en funciones de adjunto en la dirigencia estatal del PRI. Dejó la Organización Editorial Mexicana. Dejó el Distrito Federal para venirse a radicar a Xalapa donde posee casa desde el tiempo en que fue Procurador de Justicia del Estado en el gobierno de Agustín Acosta Lagunes. “Lalo”, ex diputado federal, ex senador, ex abogado general de la UNAM, ex presidente de la Confederación Deportiva Mexicana, ex cronista deportivo de Televisa, ex dirigente estatal de la CNOP, entre muchos otros ex, me dice que para nada le gusta la idea ni le interesa llegar a la presidencia del PRI estatal, aunque, en cambio, no le disgusta la idea de llegar a ser diputado local y menos la de llegar a convertirse en el líder de la bancada de su partido. Pero nada más. Por el momento. Esos baños de polvo y de pueblo, despojarse del traje, de la corbata, de lo encorsetado que parece, de la formalidad y de lo ceremonioso, bajar al populacho, creo que le faltan a Américo Zúñiga Martínez si es que aspira a la presidencia municipal de Xalapa, como sé que aspira. En cambio, esos baños le sobran a Elizabeth Morales García. Que gane el mejor.