Escucho los comentarios de los priistas y de sus simpatizantes: ninguno duda que el candidato del tricolor obtendrá la victoria el próximo 4 de julio. Si ellos lo dicen es porque están convencidos de que así será. Hasta ahí todo está bien, pero ahora viene lo más riesgoso para el partido en el poder en el estado: que se deje envolver por la confianza y caiga en la autocomplacencia y dé por seguro un triunfo que todavía no obtiene en las urnas.

El tricolor acaba de dar el sábado una muestra de su fuerza, de su militancia, de su capacidad de movilización; de que su maquinaria está bien aceitada y de su poder de convocatoria. Muchas viejas prácticas pero con una capacidad renovada, con muchos nuevos actores, en nuevas circunstancias.

No se tiene que ser pitoniso para asegurar que la del próximo 4 de julio será una de las elecciones más concurridas en la historia política de la entidad. Unos por querer quitar al PRI del poder, como desde siempre lo han intentado infructuosamente, y los otros por mantener su hegemonía. Una cosa cierta: lo que resiste apoya y la oposición servirá para validar el triunfo tricolor si se confirman los resultados de las encuestas que se tienen hasta ahora. Para que esto fuera contundente, aunque suene paradójico, lo que más le conviene al candidato del partido fundado por Plutarco Elías Calles es que la oposición dé una buena competencia, la mejor, porque en esa medida su triunfo, de obtenerlo, será más meritorio.

¿Cómo arrancarán la campaña, de acuerdo a las encuestas hechas públicas?

El 31 de marzo –la resonancia de la información fue poca, seguramente porque se estaba en semana vacacional y a un día del Jueves Santo– el diario Imagen de Veracruz publicó en su portada los resultados de una encuesta de la empresa Impulso Comunicaciones. Ante la pregunta: “Si los candidatos a gobernador del estado de Veracruz fueran (los nombres están implícitos porque aparecen a continuación en la gráfica de barras respectiva), ¿por quién de ellos votaría?”, las cifras fueron las siguientes: Javier Duarte de Ochoa, PRI, 43.3%; Miguel Ángel Yunes Linares, PAN, 13.8%, y  Dante Delgado Rannauro, PRD-PT-Convergencia, 6.5%.

Catorce días después, otra encuesta, ésta del Gabinete de Comunicación Estratégica, a la que contrató como su encuestadora oficial el diario Milenio luego de dejar esa posición María de las Heras, y que replicó el diario El Universal,  confirmó esa tendencia aunque con un avance ligero respecto del candidato tricolor y uno más significativo del abanderado panista: 44.8% contra 21.1%, aunque de todos modos con una ventaja muy amplia para el priista. Aquí baja ligeramente el candidato de Convergencia al registrar una cifra de 6.2%.

Me llaman la atención las encuestas que ha pedido Milenio realizar en otros estados y que ha dado ya a conocer: en Chihuahua dan al priista César Duarte un porcentaje de 46.5% contra 26.2 por ciento del panista Carlos Borruel; en Oaxaca, 44.3% para Eviel Pérez, del PRI, contra 39.8% de Gabino Cué, del PAN-PRD-PT-Convergencia; en Puebla, 35.5% para Javier López Zavala, del PRI, contra 26.4% de Rafael Moreno Valle, del PAN. En Mérida, Yucatán, donde habrá elecciones sólo para presidentes municipales y diputados locales, también la candidata priista a la alcaldía Angélica Araujo saca una ventaja de 21.8% a su competidora Beatriz Zavala, del PAN.

(Por cierto, ante la inconformidad del candidato panista de Veracruz por el resultado de la encuesta dada a conocer por Milenio y el reclamo que hizo a Ciro Gómez Leyva, conductor del noticiario televisivo en que se dio la información y funcionario del diario mencionado, Leo Zuckermann publicó el viernes en  Excelsior, en su columna  “Juegos de Poder”: “Conozco a Berrueto y Sáenz (socios de la encuestadora) quienes siempre me han parecido profesionales muy serios. Sinceramente dudo que manipulen sus encuestas. De hecho, he preguntado en el medio de los encuestadores qué piensan sobre la encuesta preelectoral de GCE en Veracruz. Me aseguran que los datos son correctos. Que, en estos momentos, Duarte va arriba de Yunes por un amplio margen”. No me explico la actitud del inconforme: si yo sé que no son ciertas cifras que no me favorecen, no tiene que preocuparme, me siento seguro, me rio y me apresto a exhibir a encuestadora y a periódico, o si tengo mi encuesta que además me favorece, la doy a conocer de inmediato).

Digo que me llaman la atención los resultados de las encuestas porque marcan ya una tendencia ganadora del PRI, que considero que será en todos los estados donde habrá elecciones y que en parte atribuyo a: una desastrosa administración pública panista en el terreno de la seguridad; su responsabilidad por minimizar la grave crisis económica que nos golpeó el año pasado (como ahora se hace con las bajas civiles en la lucha contra el crimen organizado); el terrible desempleo que se generó; la generación de 8 millones de nuevos pobres (aceptados oficialmente) a causa de la mala administración; el alza en los precios de las gasolinas y el gas así como en los servicios públicos que presta el Estado federal; la inflación que tiene a los productos de la canasta básica por las nubes y, claro, el aumento a los impuestos, más las metas incumplidas en muchos otros rubros, más todos los contras de los candidatos blanquiazules.

En una situación similar estaba el panorama político el año pasado: todas las encuestas daban ventaja al PRI en el país y éstas se confirmaron en las urnas a grado tal que hoy son mayoría en el país los gobernadores tricolores, los alcaldes priistas y las diputaciones federales y locales.

Pero, ahora sí como diría Roy Campos de Consulta Mitofsky¸ lo bueno para el PRI es que lleva una buena delantera en las encuestas, lo malo es que hoy no son las elecciones. Para conservar su ventaja, el priismo deberá trabajar de aquí al día de las elecciones como si fuera en último lugar y del resultado dependiera su existencia como partido. Tiene un acicate, un premio mayor: del resultado dependerá en sumo grado la Presidencia de la República en 2012.