¡En la madre! Lo que nos faltaba: una huelga de hambre ¡itinerante y a larga distancia!
Lo narró ayer Joaquín López Dóriga en su columna “En Privado” que publica de martes a viernes en el diario Milenio:
«De no ser por Ciro…
No me creía lo que el martes escuchaba, pero la solidez de Ciro Gómez Leyva lo avalaba.
El domingo, diez militantes del SME iniciaron una huelga de hambre en el Zócalo de la Ciudad de México en respaldo a su lucha contra la extinción de Luz y Fuerza y a favor de su sindicato.
Uno de sus actores es el combativo secretario del exterior, Fernando Amezcua, con el que Ciro hablaba por teléfono en su vespertino de Radio Fórmula ¡desde Caracas!, en plena huelga de hambre en el Zócalo.
—Corrígenos Fernando —le dijo Ciro—, pero nos están diciendo que estás en Caracas...
—Efectivamente Ciro, estoy en Caracas.
—Pero, ¿no estabas en huelga de hambre en el Zócalo?
—Pues estoy en huelga de hambre pero esta es una comisión particular, personal, es una condición de compromiso que hicimos...
—Entonces en huelga de hambre pero en Caracas...
—Sí, afirmativo —ratificó Amezcua—, regresando me hago un examen que se hace para que todo... efectivamente no se ha ingerido absolutamente nada de alimento y, bueno, la confianza de todos los compañeros en huelga.
En ese tono le dijo que regresaba a México una semana después, el próximo martes por la noche, pero sin romper la huelga de hambre. Ni un cacahuate en el avión, ni una arepa en Caracas. Cero. Huelga de hambre total.
Le digo que de no ser por Ciro, no me creería el traslado de la huelga de hambre de Amezcua, ese de la voz gruesa que amenaza, grita y mienta madres en el megáfono».
Cómo la ven.
He ahí un típico caso de uno de los sacrosantos representantes de la lucha sindical mexicana heroica, esforzada, independiente, honesta, congruente, sacrificada hasta el exceso.
Miren que poner a México a la vanguardia en la innovación de la lucha sindical. Deveras que se requiere de ingenio, talento y mucha fuerza de voluntad –de hierro– para cumplir con un alto grado de compromiso sindical, con la clase trabajadora, viajando a miles de kilómetros con todas las comodidades en un avión comercial que en el aire ofrece muchas tentaciones (mínimo las azafatas ofrecen, aparte de las raciones de comida, agua, jugo, café, refrescos, vino tinto, cacahuates, algún panecito o galletitas, en fin; además, claro está, de las cervezas, rones, brandis o güisquis que uno se quiera comprar-chupar) más todos los agasajos que le hagan los anfitriones en el país a visitar, pero aguantándose como los meros machos. Qué espíritu de sacrificio. Pobre hombre. Incluso es preocupante la imagen que vaya a dar mostrándose todo escuálido ante esa alma caritativa que es el benemérito Hugo Chávez.
Sin duda este señor del SME Fernando Amezcua –imagínense el parcito que hace con otro preclaro prócer de la patria como lo es el distinguido señor Gerardo Fernández Noroña– ya dio tema para exaltar a la clase dirigente de los trabajadores sindicalizados de México mañana 1º de mayo.
A su retorno habrá que ir a esperarlo al aeropuerto como un verdadero héroe, llevar incluso una ambulancia porque a lo mejor lo bajan en silla de ruedas a causa de la debilidad que habrá de traer. Es de imaginarse que durante el vuelo lo traerán con suero para evitar un suceso fatal (puede ser una caguama intravenosa). En fin. A ver si no hace escuela y pronto vemos repetirse su ejemplo en el resto del país.
Pero en otro tema, no quiero que acabe abril sin enviar mi felicitación a los editores del semanario católico Alégrate, de la diócesis de Xalapa, por haber llegado el domingo pasado a su edición número 300. “Casi no hay manera de decir en qué forma puede uno saber si influye o no influye nuestro semanario, porque las cosas grandes suelen ser silenciosas.
Los nueve mil quinientos ejemplares de cada semana nos está diciendo que los fieles católicos tienen una oportunidad más de estar siempre informados”, escriben en su editorial.
“Lo que antes se pensaba imposible, o sea, una comunicación entre las parroquias, más allá del acostumbrado boletín parroquial, se ha hecho una realidad por obra y gracia de monseñor Sergio Obeso Rivera y el padre Raúl Rodríguez”.
Se apunta: “Alégrate se alegra nuevamente y se propone continuar con la dirección del padre José Juan Sánchez Jácome y nuestro arzobispo, Hipólito Reyes Larios”. Fiuuuu.
¡Nueve mil quinientos ejemplares a la semana! Cuántos periódicos y revistas –diarios, interdiarios, semanarios, publicaciones quincenales o mensuales– del estado y de país quisieran tener siquiera un tiro y una circulación efectivos de mil ejemplares. Si yo tuviera algo que anunciar lo haría en una publicación como Alégrate pues es indudable que su circulación es real, y eso que no se regala y es un periódico que sí se vende a 3 pesos como lo he podido comprobar los domingos en las parroquias de Xalapa y de la diócesis. De paso aprovecho para agradecerles que alguna vez me han honrado publicado algún fragmento de mi Prosa aprisa.
Alégrate, con todas las de la Ley, quiso participar para adjudicarse un paquete de publicidad con motivo del proceso electoral poniendo como principal argumento su tiraje de circulación, pero jacobinistas trasnochados que tienen miedo a la apertura pusieron el grito en el infierno –no se puede decir que en el cielo– ante lo cual prudentemente los religiosos optaron por retirar su postura. Hoy vemos como Alégrate va viento en popa en su comunidad mientras que algunos representantes de partidos políticos, de esos que se oponen a todo, se debaten en un batidillo vergonzoso y hasta miserable. Larga vida a Alégrate como una voz dentro de la riqueza plural del Veracruz en el que Juárez dictó las Leyes de Reforma.