Hasta el lunes pasado, un Presidente de México había venido al estado o para presidir una ceremonia en la Escuela Naval de Antón Lizardo, o para asistir al acto agrario del 6 de enero, o para inaugurar alguna obra. Por eso resultó un tanto extraño que ese día viniera Enrique Peña Nieto a Poza Rica sólo a la entrega de reconocimientos a ganadores de concursos internacionales en Robótica, Mecatrónica y Sistemas, lo cual, ciertamente, se lo merecían los jóvenes estudiantes veracruzanos triunfadores de diversos tecnológicos, aunque bien pudo haber cubierto el trámite el Secretario de Educación Pública, lo cual se hubiera visto bien.
Peña vino apenas seis días después de que lo había hecho el Secretario Aurelio Nuño Mayer, de Educación, quien también en otra extraña visita acudió el 2 de febrero a Coatepec a una “entrega extraordinaria” de apoyos por frentes fríos a familias de zonas frías del estado, consistentes en 9 mil 950 colchonetas, cerca de 10 mil cobertores y 3 mil despensas para veracruzanos de Huayacocotla, Ilamatlán, Perote, Texcatepec, Tlachichilco, Villa Aldama, Chicontepec, Coatepec y Zacualpan, visita extraña porque no se trató de un acto educativo o relacionada con la educación.
Legalmente nada impide que altos funcionarios vengan a la entidad y menos que lo hagan para apoyar o estimular a diversos sectores de la población, aunque no deja de llamar la atención que se salgan de lo habitual o de actividades propias de la esfera de su competencia.
Uno no quisiera pensar o creer que estas extrañas visitas tengan que ver con el actual proceso electoral y para abonar a la causa de los candidatos del PRI, a la gubernatura y a las diputaciones locales, con eso de que son tan decentes nuestras autoridades, tan apegadas a la ley, tan éticas, aunque uno a veces no deja de ser mal pensado y entra en el sospechosismo –Santiago Creel dixit.
Pero suponiendo que veladamente han empezado a hacer campaña a favor de la causa tricolor –si es eso seguramente pronto tendremos la visita del resto de secretarios de Estado para entregar “apoyos” o hacer anuncios que impacten a favor de la causa priista–, extraña que el Presidente se haya mostrado insensible e indiferente y ajeno al dolor de familias veracruzanas que sufren y lloran por sus seres queridos desaparecidos, como los cinco jóvenes de e Playa Vicente “levantados” (secuestrados) el 11 de enero en Tierra Blanca por policías estatales y entregados a la delincuencia organizada, que se teme que ya no estén con vida pues según se informó el lunes restos encontrados en un rancho de Tlalixcoyan, en La Mixtequilla, corresponderían a dos de ellos.
¿Por qué el Presidente en su mensaje a los jóvenes (porque se trató de un acto con jóvenes veracruzanos) no hizo alusión alguna a los desaparecidos de Tierra Blanca y envió unas palabras de aliento, de solidaridad, de consuelo, de esperanza a las destrozadas familias de Playa Vicente, ya que el gobernador Javier Duarte de Ochoa tampoco lo ha hecho ni los ha ido a visitar ni se ha reunido con ellos? ¿Por qué no aprovechó su visita para enviar un helicóptero a efecto de que los llevaran a verlo a Poza Rica y ahí les hubiera dado un abrazo para tratar de reconfortarlos, con el ofrecimiento de que se haría hasta lo último para dar con sus seres queridos?
Eso no hubiera salvado de la desgracia a esas familias, pero les hubiera dado un aliento de resignación, al saber y sentir que la primera autoridad del país, el que se supone es el líder de todos los mexicanos, estaba preocupado por ellos y por la suerte de los suyos y que el Estado mexicano haría todo lo que estuviera a su alcance para hacerles justicia. Eso hubiera gustado a todos los veracruzanos quienes hubieran sentido en esa acción el manto protector del Gobierno de la República ante la desgracia. De alguna forma, eso hubiera abonado a la buena imagen de los gobiernos del PRI y, de refilón, de su candidato a la gubernatura del estado y de quienes serán los candidatos a las diputaciones.
Pero Peña se mostró ajeno y no se dio por enterado de lo que pasa (nos pasa) en Veracruz y eso explicaría porqué el estado está como está y porqué los veracruzanos nos sentimos abandonados por nuestras altas autoridades y dejados sólo a la mano de Dios. Héctor Yunes Landa no la tiene nada fácil pues, además, sus principales enemigos los tiene adentro. Bien se dice que es un buen candidato del PRI en el peor momento.
Pero esa insensibilidad presidencial es tan reprobable como irresponsable el juicio de valor que se apresuró a emitir la Fiscalía General del Estado cuando ante el secuestro de la reportera Anabel Flores Salazar en Mariano Escobedo, muy cerca de Orizaba, el pasado lunes en la madrugada, sin una investigación sólida de por medio, de inmediato la enlodó, mediante un boletín de prensa, al pretender vincular su caso con un detenido el 30 de agosto de 2014 “por sus probables nexos con un grupo de la delincuencia organizada”, todo con tal de encubrir el grave clima de inseguridad que priva en el estado, la ineficacia de la policía ministerial investigadora y la desprotección total a la que estamos expuestos los periodistas en Veracruz. Irresponsable porque, por otro lado, otra versión abre la posibilidad de que haya sido levantada porque investigaba el caso de los cinco jóvenes de Rodríguez Clara desaparecidos en Tierra Blanca, esto es, que haya sido víctima, como otros compañeros nuestros, por el desarrollo de su ejercicio profesional. Anoche, triste y lamentablemente, se confirmó que un cuerpo hallado en el estado de Puebla casi colindante con el de Veracruz era el de ella (acababa de dar luz a un niño y la madrugada de los hechos su familia suplicó que la dejaran porque todavía estaba convaleciente).
Nuevamente elevamos nuestra voz para exigir que se esclarezca el caso, que se castigue a los responsables y que este crimen no quede en la impunidad como el de otros compañeros que han corrido igual suerte. A su familia, a sus amigos, a los compañeros de Orizaba, a su periódico, mi solidaridad y mi exigencia a las autoridades para que se haga justicia sin emitir juicios irresponsables a priori.
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A unas horas de la llegada del Papa Francisco al país, he estado en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. El ambiente que se vive en la ciudad y en el templo sagrado es de gran febrilidad relacionado con la visita del representante de San Pedro en la Tierra. Reconvertido como estoy desde hace algunos años a la fe cristiana y a la creencia de Dios, de las que me había alejado desde muy joven, como católico aproveché para cumplir el ritual del Santo Año de la Misericordia que es este 2016, por lo cual me di tiempo para pasar por la Puerta Santa y recorrer las Siete Estaciones (al respecto el Papa dijo el 13 de marzo del año pasado: “Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo. Lo confiamos a partir de ahora a la Madre de la Misericordia para que dirija a nosotros su mirada y vele en nuestro camino”).
En cada una de las Siete Estaciones hay un mensaje y una oración (que se leen en pantallas), y en una de ellas me encontré con que se pide a Dios porque nuestros gobernantes no abusen del poder y, en otras palabras, no sean unos ratas y no queden en la impunidad lo que, de verdad, me gustó y le pedí a Dios que así sea. Amén.
A propósito, el joven regidor del Ayuntamiento de Xalapa, Silem García Peña, está invitando para este miércoles a las diez de la mañana en el Hotel María Victoria a un desayuno-conferencia de prensa para dar detalles de la Ceremonia Internacional de Bautismos que realizará la Iglesia “La Luz del Mundo” el próximo domingo 14 de febrero en las principales plazas públicas de las ciudades donde esa Iglesia tiene presencia, como Xalapa y el puerto de Veracruz.