Con regular frecuencia, en la calle me paran para hacerme comentarios sobre política, aunque mis interlocutores no se dedican a ella, pero me resulta evidente que tienen algún interés indirecto y que animados por la confianza y la amistad me expresan lo que piensan de Fidel Herrera Beltrán. A veces creo que lo que quieren es que alguien de gobierno escuche alguna inconformidad. Así, no faltan quienes me dicen que, por ejemplo, como persona Fidel no les agrada, pero luego de que se desahogan dejan a un lado esa consideración y no dejan de reconocer que, en cambio, como político “el negro es muy cabrón”, es decir, que es habilidoso, que está muy bien informado, que no para y es incansable como trabajador, que difícilmente sus enemigos políticos le ganan una, que ha sabido ganarse a la gente, en fin.  Es normal que no les caiga bien a todos. Algunos de los que muestran rechazo hacia él, en el fondo están resentidos porque –no dejan de confesármelo en voz baja– no obtuvieron el contrato que querían o porque en este sexenio no pudieron hacer negocios que pretendían o porque no obtuvieron el favor pedido. Al final siempre aparece el peine.

Lo cierto es que, como no dejan de reconocer, se trata de un político fuera de  lo común que, por ejemplo, contra toda la adversidad que implica haber tenido durante el inicio de su gobierno a una legislatura mayoritaria opositora y en contra y luego ni más ni menos que al propio Presidente de la república con todo el poder del gobierno federal, que lo ha tratado una y otra vez de ahogar económicamente, ha salido adelante y con mucho éxito además de con una gran popularidad entre los veracruzanos.

La encuesta patrocinada y publicada por el diario El Universal el martes, no deja lugar a dudas de un verdadero fenómeno político que no se había visto en Veracruz: que a seis meses y 15 días de que entregue el poder, su popularidad y aceptación como gobernante no decae y se mantiene en niveles muy altos incluso por arriba de la propia figura del presidente Felipe Calderón. Por el ritmo que lleva, todo indica que terminará su administración con una gran popularidad, algo que sólo está logrado actualmente, válgase la comparación, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, también con un promedio de un 80% de aprobación.

 La consulta de “El gran diario de México” arrojó que el 81% aprueba totalmente la forma como gobierna y sólo el 15% no, mientras que al propio Presidente sólo lo aprueba el 62% y lo reprueba el 32%, y que en una escala del 1 al 10 le dan una calificación de 7.82% por su trabajo contra el 7.14% de Felipe Calderón. Esto refleja que ha sido mejor el trabajo, el gobierno del veracruzano y sólo basta recordar que mientras que el Presidente se proclamó como el Presidente del Empleo, lo que más ha habido en México durante su administración es desempleo, y que el cuenqueño, sin haber hecho alarde de nada, ha creado empleos a grado tal que colocó a Veracruz entre las únicas cuatro entidades del país que, por ejemplo, lograron la hazaña el año pasado, en medio de la crisis, no sólo de no perder puestos de ocupación sino de generar nuevos y más.

En el pasado, a estas alturas la popularidad de sus antecesores era muy baja, quizá por la cercanía del final del sexenio, por la pérdida de poder que ello implicaba, por el inmovilismo en que iban cayendo, por la fuerza que iban adquiriendo sus virtuales sucesores y, quizá, porque a ellos mismos no les interesaba estar en el top ten político a tal grado que ni siquiera se preocupaban por hacer mediciones sino que estaban pensando ya en el retiro y en el disfrute del saldo del deber cumplido. En el caso de Agustín Acosta Lagunes y de Dante Delgado, porque el propietario y director del Diario de Xalapa no los quería, los vetó en sus páginas y se dedicó sólo a criticarlos y además, en el caso de Dante, porque el gobierno en ciernes de Patricio Chirinos ya empezaba a combatirlo. Don Fernando Gutiérrez Barrios, porque sólo estuvo dos años.

La enorme popularidad de Fidel Herrera explica porqué el gobierno federal se ha ensañado económicamente con su administración: quería pararlo porque es indudable que su popularidad será un factor determinante en el resultado de la votación el 4 de julio. Pese a todo, no lo pudo ni lo va a lograr. Pero quería pararlo porque en Los Pinos y en el CEN del PAN saben muy bien, lo tienen bien documentado, que ha realizado una gran obra material que tiene contentos a los veracruzanos. Dígalo si no la encuesta de El Universal que registra que la población considera que el principal logro de Fidel Herrera Beltrán está en el renglón de obras públicas. Y una cosa lleva a otra: la gente aprueba con calificación alta a Fidel porque la obra se ve, se palpa, se recibe el beneficio en forma directa, ahí ve el ciudadano retribuido el pago de sus impuestos y eso le genera, además, confianza y credibilidad.Ahí no hay palabras, promesas, sino hechos.

El gobierno federal le ha venido recortando al gobierno de Fidel Herrera Beltrán las participaciones federales, le ha escamoteado recursos que le correspondían por el pago de daños a causa de desastres naturales, le tiene retenidos muchos millones de pesos programados, presupuestados y autorizados por la Cámara de Diputados del Congreso federal. No obstante eso, Fidel va y viene, sube y baja, inaugura obras, prosigue otras, anuncia todavía algunas nuevas, todo con el visto más que bueno de los veracruzanos que además reprueban el bloqueo federal porque, al final, saben que es un bloqueo contra sus comunidades, contra el progreso de sus pueblos y ciudades, de sus familias.

Si El Universal consideró de interés medir la aceptación y aprobación de la forma en que gobierna Fidel Herrera Beltrán es porque sabe que eso en alguna medida influirá en el resultado final de la votación el 4 de julio.

Para Fidel Herrera Beltrán, todo bien. La bronca es y será para su sucesor. El actual gobernante le deja un gran reto, uno solo: ser mejor, superarlo. Los veracruzanos quedan bien o mal acostumbrados, según el punto de vista de cada quien, porque ya vieron, vivieron, comprobaron, que se puede gobernar con sencillez, con cercanía a ellos, que se les puede escuchar en sus mismos sitios donde viven, que se les puede dar calor, apapacho humano, que se puede ofrecer en campaña y cumplir en el gobierno y que se puede tener un obstáculo grandotote del tamaño del gobierno federal y superarlo para bien de todos. Así de sencillo.