Por donde se le quiera ver, en Veracruz ya llegamos a un punto de quiebre en el terreno político, del que todos los veracruzanos debemos felicitarnos.
Los días que vivimos son el mejor testimonio de que quedaron atrás la sumisión de muchos o la aceptación conformista de casi todos ante la imposición que vino haciendo el régimen priista, en el caso de Veracruz, de quién sería el nuevo gobernador.
Sea cual sea el resultado del domingo, las cosas no volverán a ser iguales nunca más, pues la sociedad veracruzana da muestras de mayoría de edad y por lo tanto de sacudirse la tutela coercitiva que se le impuso por muchos años.
El punto de quiebre es histórico y debemos no sólo estar preparados para el rompimiento con el pasado y para la nueva etapa que se avecina, sino para estar a la altura.
En el año 2000, al inicio del nuevo siglo, México, el país tuvo la gran oportunidad histórica para cambiar para bien y para siempre, cortando las amarras con el pasado, pero triste y lamentablemente el panismo no estuvo a la altura de las circunstancias.
Vicente Fox nos despertó grandes esperanzas pero todo lo echó por la borda. No supo cómo acabar con la armazón del viejo régimen priista y menos como rehacer a las instituciones del país y al país mismo y, peor, cayó en los mismos vicios del rancio priismo que combatió, e incluso en muchos casos resultó peor.
Él mismo con su colaboradora primero su esposa después y sus hijastros, los hijos de ella, no tardaron en engolosinarse con las mieles del poder y dieron brillo y esplendor a la corrupción y a la impunidad, a la presidencia imperial, que dijera Enrique Krauze. El continuismo, pues, aunque con otras siglas y otro color.
Sin la presidencia de la república, esto es, sin el poder central, los priistas juraron y perjuraron que habían aprendido la lección y que no volverían a cometer los errores del pasado ni a regresar a los vicios y al abuso del poder que los caracterizó.
Dieciséis años después, para pesar nuestro, a Veracruz lo ponen como el gran ejemplo en el país de que fueron falsos esos juramentos y que errores, vicios y abusos del poder siguen siendo el toque de distinción del priismo en el poder, hecho gobierno.
Pero el veracruzano no sólo da muestras de cansancio de más de lo mismo, sino que ya llegó al hartazgo, al colmo, está hasta la coronilla del priismo abusivo, de la corrupción y de la impunidad, y todo indica que está dispuesto a darle la espalda y a apostarle al cambio sin importarle las consecuencias, pues que más mal le puede ir después de todo lo mal que le ha ido.
Lo competido de la contienda para elegir gobernador es alentador porque muestra que, por fin, el veracruzano conformista, el apático para ir a las urnas, ha dejado el marasmo que lo envolvió por muchos años y está dispuesto a imponer su voluntad y a no permitir que decidan por él ni que le impongan.
Por eso el empate entre los tres principales candidatos, si usáramos una vieja fórmula del pasado, diríamos que representan a la izquierda, al centro y a la derecha, un abanico plural, aunque el pragmatismo, la conveniencia y los intereses desdibujaron desde hace mucho tiempo las fronteras entre esas tres tendencias y hoy no queda más que una mescolanza que se amolda a los intereses y conveniencias de cada quien.
En el caso del priismo, seguramente los días que vive su candidato –por lo inteligente que es cabría esperar que se está dando cuenta del rechazo hacia su partido y todo lo que representa– harán que si gana el domingo encabece él mismo no sólo un cambio sino una verdadera revolución pacífica, que recupere el tiempo perdido y coloque de nuevo a Veracruz en el camino que lo devuelva al esplendor que lo caracterizó en el siglo pasado, pero también a la vanguardia democrática que los nuevos tiempos están reclamando a gritos.
Si Héctor Yunes Landa gana, esperemos que tenga los tamaños de un estadista como presume ser por la experiencia que dice tener, que sea justo pero que no claudique ante la responsabilidad de aplicar la ley, trátese de quien se trate, como tampoco ante la tentación de hacer el suyo un gobierno de amigos, compadres y compinches, para lo cual sólo le basta verse en el espejo que tiene ahora en el Palacio de Gobierno.
Muchos veracruzanos le están apostando al candidato de la derecha-izquierda, para quien aplican el viejo dicho “más vale malo por conocido que bueno por conocer”, o “más vale viejo por conocido que nuevo por conocer”, porque creen firmemente que aplicará la ley, pondrá orden y llevará ante los tribunales a los responsables del desfalco del erario público.
Viejo conocido de veracruzanos adultos mayores, ya fue cuasi gobernador en el siglo pasado cuando desde la Secretaria de Gobierno ejerció poderes hasta metaconstitucionales, pero muchos parecen estar dispuestos a olvidar su pasado o a perdonárselo y a darle una nueva oportunidad con tal de que castigue a quienes endeudaron el estado sin justificación y los obligue a resarcir el daño que causaron al tesoro público o, en palabras comunes, que devuelvan lo que se robaron.
De antemano, sea cual sea el resultado del domingo, él ya se apuntó una contundente victoria: se ganó la confianza de miles y miles que lo siguen y que le creen más a él que al Gobierno, pues salió indemne de la guerra sucia, de la campaña de lodo que desataron en su contra desde la esfera oficial. Al Gobierno ya lo derrotó. Habrá que ver si también vence al candidato oficial.
Pero si al elector, si al ciudadano, si al veracruzano le faltaban opciones, esta vez tiene una tercera baraja con la que puede jugar, fresca, novedosa, esperanzadora para muchos que quieren un cambio radical aunque los tenga en la incertidumbre de qué puede resultar.
Esta vez surgió una tercera opción que atrae porque si bien no tiene mucha experiencia ni trayectoria política, por lo mismo no carga con los negativos que tiene sus otros competidores, su imagen luce limpia y muchos ven en él la oportunidad de inaugurar una nueva forma de hacer política totalmente ajena a las prácticas tradicionales, además de que es una figura que se identifica más con la clase media baja y en la pobreza, la mayoría, los expoliados de siempre de los regímenes de la derecha y del centro que han gobernado con gran injusticia para ellos.
Llegamos, pues, a un punto de quiebre. En nuestra decisión del domingo estará la gran oportunidad de iniciar una nueva etapa histórica en la vida pública y política de Veracruz. Hasta el último momento las viejas prácticas intentarán coaccionar o comprar el voto. Habrá quienes no puedan o no quieran evitarlo, pero que sean los menos. Votemos libremente. Sintamos la satisfacción de haber contribuido al cambio que todos demandamos y que Veracruz necesita con urgencia. Es ahora o nunca. Actuemos con responsabilidad.
La opinión de un experto
Un experto en Opinión Pública egresado de la Universidad Iberoamericana me envió el siguiente texto:
“El día de hoy (el miércoles) El Universal presentó una encuesta en la que los tres punteros acaparan el 94% de los votos, y no precisa si esa votación excluye o no a los votantes indecisos. Este dato es importante porque de los indecisos depende la distribución final de los tres primeros lugares y la votación de las fuerzas emergentes. La encuesta tampoco menciona la preferencia de las fuerzas emergentes (PT, MC, PES y el candidato independiente)
Vale la pena mencionar que en una muestra tan pequeña las encuestas no miden correctamente el verdadero peso de las fuerzas emergentes, pero eso no es razón suficiente para omitir el valor que resulte de la medición, como así lo hizo El Universal, lo cual resulta poco ético, pues querámoslo o no las encuestas si tienen un efecto psicológico en el elector y esta omisión sí afecta a quienes pensaban votar por esas fuerzas emergentes.
En el histórico de votación del Estado de Veracruz ha sido recurrente que una parte de los ciudadanos que acuden a votar anulen su voto o voten por candidatos no registrados; por ejemplo, en la elección para diputados locales 2013 este fenómeno fue de alrededor de 3.7%, y es muy probable que para estos procesos electorales del 2016 este factor ande en el orden del 4%, porque ha aumentado el desencanto de los ciudadanos hacia los partidos políticos y hacia los actores políticos.
Si tomamos en cuenta el 94% de votos que El Universal da a los tres punteros mas el 4% de votos nulos y votos por candidatos no registrados, esto nos da un total del 98% de los votos, lo cual quiere decir que las fuerzas emergentes, como el PT, MC, PES y el candidato independiente sólo se distribuirían el 2% de la votación total.
Si acudiesen a votar 3 millones de ciudadanos el próximo 5 de junio, esto quiere decir que el 2% de la votación sería igual a 60 mil votos, cantidad que se distribuirían, de acuerdo con El Universal, el PT, MC, el PES, y el candidato independiente, lo cual resulta absurdo.
El domingo en la noche vamos a comprobar una mentira mas de las encuestadoras 'serias'”.
Dónde votarán
El próximo domingo Armando Méndez de la Luz votará en Xalapa, en la casilla del club Britania en la zona de las Ánimas; Cuitláhuac García Jiménez lo hará en la colonia Progreso de la capital del estado, en la Telesecundaria Nicolás Bravo, mientras que Miguel Ángel Yunes Linares lo hará en el municipio de Alvarado en la zona colindante con Boca del Río. Intenté saber dónde lo hará Héctor Yunes Landa pero no tuve suerte. Juan Bueno Torio sufragará en la casilla 1047 del distrito 19 en Córdoba, en la urna que se instalará en el Jardín de Niños Juan Enrique Dunant que se encuentra en la avenida 1 esquina con la calle 1 de la Colonia San Nicolás 1ra. Sección, Junto a la iglesia de San Nicolás en punto de las 11:30 horas. Esa es la información de que disponía anoche al cerrar la columna.
Se esperaría que el gobernador Javier Duarte de Ochoa lo haga en Córdoba y que el exgobernador Miguel Alemán Velasco venga a votar a Boca del Río; no se sabe si lo harán también los exgobernadores Dante Delgado Rannauro y Fidel Herrera Beltrán.