Anoche, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares dejó constancia de lo que él llamó “la nueva vida institucional que se respira en Veracruz”.
El tercer Informe del alcalde Américo Zúñiga Martínez le sirvió para mostrarlo como un gobernante respetuoso, institucional y conciliador.
No sólo calificó al presidente municipal de “eficiente, honesto y cercano al pueblo”, sino que recordó a su padre Guillermo Héctor Zúñiga Martínez, quien “se sentiría muy contento de estar entre nosotros”.
Recordó que ambos tuvieron en su formación al mismo maestro: el gobernador Rafael Hernández Ochoa, pionero en el Estado en el tema ecológico.
Dijo que al político de Santa Gertrudis, municipio de Vega de Alatorre, lo recordaba con un gran cariño y que trata de seguir su ejemplo. No dejó de mencionar toda la obra que legó a la capital del Estado.
Manifestó que estar en Xalapa era un compromiso de vida y de trabajo para Veracruz desde su capital, pero un compromiso también de trabajar muy cerca del alcalde Zúñiga Martínez.
Por eso le propuso integrar de inmediato una agenda de trabajo para que en 2017 juntos hagan un esfuerzo para que Xalapa sea todavía mejor. Ofreció que parte de los recursos recuperados se invertirán en la ciudad.
Interrumpido varias veces con aplausos, el gobernador Yunes también se comprometió a recuperar la seguridad pública para que la capital vuelva a ser una ciudad segura.
En otro tema fue claro y contundente: Xalapa será el espacio para que floresca la democracia, para que todas las expresiones puedan venir a exigir a sus autoridades, pero advirtió que de ninguna manera puede seguir siendo una ciudad sitiada, bloqueada.
Recordó que al tomar posesión ofreció que en Xalapa y Veracruz se gozaría de todas las libertades, todos los ciudadanos, pero que de ninguna manera permitirá que la libertad de manifestarse vaya en contra de la libertad de tránsito de todos. Recordó que ya hay cinco personas sometidas a proceso penal por ese motivo. “Es un delito y tenemos que proceder”.
No dejó de traer a colación la “tragedia” que vivieron los 212 municipios de Veracruz con el anterior gobierno por los 3 mil millones de pesos que debieran estar en las arcas municipales pero ahora están “en la bolsa de unos pocos”.
Dijo que aunque ello no ocurrió en su administración, asumía que se trata de una institución, por lo que su gobierno les pagará los 3 mil millones a pesar de la situación de emergencia financiera, de acuerdo a un programa de pagos.
Por lo pronto, anunció que a partir de ayer y hasta antes del 31 de diciembre les devolverá 400 millones de pesos para que no se pierdan obras que se harán con recursos federales pero para las que los ayuntamientos tienen que poner una parte.
Fue puntual: el suyo será un gobierno que ajuste su conducta a la ley. Insistió: se trata de la nueva vida institucional de Veracruz.
Se comprometió a que trabajará con todos los ayuntamientos sin distingos partidistas y que “habrá plena colaboración y cercana”.
Los aplausos, de un auditorio conformado en su mayoría por priistas, le llovieron.
“Tenemos mucha fe en usted”
Hace tres navidades cruzaba yo la frontera México-Estados Unidos por Tijuana-San Ysidro, California. Iba hacia Los Ángeles. Hacía cola en la garita de San Ysidro, por donde cruzan a diario miles de mexicanos, para la revisión de mis documentos.
De pronto, se escucharon voces de protesta. Uno de tantos se quería brincar varios lugares y los demás se oponían. Un hombre que iba adelante salió en su defensa y empezó a discutir con quienes protestaban. “¡Es que el Reverendo necesita llegar a San Diego porque tiene un familiar grave!”, esgrimió.
Los gritos subían de tono y entonces se acercó una policía norteamericana ya entrada en años pero que todavía conservaba su belleza. Le pidió al infractor que regresara a su lugar, pero el que lo defendía insistía en que le era urgente cruzar la frontera.
Entonces, con una severidad imponente, la policía obligó al “Reverendo” a regresar a su lugar. El defensor insistió y ofreció cambiarle el lugar, él se pasaba para atrás y el otro para adelante. Fue inflexible la oficial. Dijo que no. “¡Aquí no se hace lo que cada quien quiere, aquí se respeta le ley, la ley y el orden!”, dijo con autoridad y ahí se acabó la discusión.
Sin duda alguna, me dije para mis adentros, estaba yo en Estados Unidos, en otra cultura, la del respeto a la ley, al orden y a las instituciones en forma inquebrantable.
De eso me acordé ayer cuando el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, durante un trayecto a pie del antiguo café La Parroquia hacia el Palacio de Gobierno, al pasar por la acera del lado contrario a la entrada del Pasaje Tanos, niños y padres de familia que estaban ahí y que entonaban villacicos de navidad lo invitaron a que los acompañara.
El gobernante les hizo señas con las manos que sí pero les dio a entender que iría a cruzar hasta el paso de cebra donde está un semáforo, y así lo hizo. Esperó a que se pusiera el rojo y se detuvieran los vehículos, y entonces se atravesó, como lo hace todo mundo en Estados Unidos.
Contrario a lo que se estilaba hasta hace poco, no hubo agentes de tránsito ni policías que pararan el tráfico a media calle para que el “Señor” pasara. Pero tampoco lo habría hecho. Precisamente de eso íbamos hablando –me había invitado a ir platicando con él–, de la necesidad de que él y todos quienes están ahora en el gobierno prediquen con el ejemplo del respeto a las normas y a la ley.
El gobernador está convencido de que cuando los ciudadanos vean que su autoridad es la primera en respetar el ordenamiento legal, entonces todos lo harán.
Trayecto corto pero tránsito lento, demorado, porque desde que salió del café-restaurante la gente se le empezó a acercar para saludarlo, para hacerle peticiones, para solicitarle que se tomara una foto con ellos, una selfie, los taxistas detenían su marcha para saludarlo y los pasajeros también, los empleados de tantos comercios salían a darle la mano o a abrazarlo, algunos lo paraban y le decían que eran de Sayula, o de Las Choapas, o de Cosamaloapan, o de Tlapacoyan. Miguel los escuchaba a todos atento, posaba con ellos, dialogaba.
En un negocio de venta de café me recordó al gobernador Miguel Alemán Velasco, quien cuando alguien pretendía regalarle algo de su negocio, con toda cortesía les decía que no porque les lastimaba su patrimonio, y si insistían entonces aceptaba pero ordenaba a un auxiliar que pagara el costo.
El encargado del negocio lo invitó a posar con él exhibiendo una bolsa de café con la marca de la casa y luego le regaló una bolsa de a kilo con el producto. También, con toda cortesía, le dijo que no lo aceptaba, pero ante la insistencia entonces tomó una bolsa de medio kilo, se la dio a una auxiliar pero le dijo que la pagara.
Enseguida, un humilde vendedor de gelatinas intentó regalarle una. Le agradeció pero le explicó que acababa de desayunar.
Me llamaron la atención dos mujeres de edad que salieron a su encuentro y lo pararon. “Tenemos mucha fe en usted”, le dijo una de ellas y le expresó su gusto en conocerlo personalmente. Más adelante, otra lo llenó de bendiciones. “Que Dios lo bendiga y lo cuide”. La nube de compañeros fotógrafos, camarógrafos y reporteros lo seguía.
En realidad él pretendía marcharse de inmediato en un vehículo cuando salió del restaurante (ahí había desayunado en forma rápida con el Secretario de Gobierno, Rogelio Franco Castán) porque dijo que tenía una reunión. Pero tan pronto lo vio la gente se le empezó a acercar, y luego compañeros reporteros le hicieron una primera entrevista, luego le harían otra.
Casi a la salida del Pasaje Enríquez, un joven médico del Hospital Civil lo paró para saludarlo y le informó de la situación del nosocomio. Le pidió ayuda. Me pidió que escuchara atento. “Carecemos de los más elemental. A los familiares tenemos que pedirles que compren hasta las gasas”. El gobernador le informó que ya les empezaba a llegar medicamentos y material para curación, pero que a fin de mes tendrían surtido hasta un 90 por ciento de lo necesario.
En una segunda entrevista, declaró a la compañera Ángeles González Ceballos que ayer mismo había depositado la primera quincena de diciembre, además del importe de 20 días de aguinaldo y que se habían transferido 350 millones de pesos a la Universidad Veracruzana (a los trabajadores nos pagaron ayer la primera quincena), además de que el día 20 tiene que pagar a jubilados y pensionados.
Acaso cuajado de experiencias y de obstáculos y retos difíciles, pese a la crisis que le heredaron lo vi muy seguro y, quizá más importante para él, lo debe motivar la respuesta de la gente, como la de ayer.
Pero si el gobernante predica con el ejemplo a los ciudadanos, como el detalle que narro de llegar hasta el semáforo y no atravesarse a media calle, ayer mostró también a todos sus colaboradores, de todos los niveles, cómo debe ser el comportamiento de los hombres y mujeres ahora en el poder en su trato con los veracruzanos.