"Lo ocurrido en Veracruz nunca más puede ni debe repetirse, siempre hay que dignificar la labor gubernamental, siempre hay que desterrar prácticas que atenten contra la sociedad y contra las instituciones, tenemos que entender, de una vez por todas, que servir a los demás no significa servirse de ellos".
Estas palabras fueron pronunciadas por Flavino Ríos Alvarado el pasado 30 de noviembre a horas de entregar la administración estatal a su sucesor Miguel Ángel Yunes Linares.
Obviamente, el gobernador interino se refería al desastroso papel que jugó su antecesor en el cargo Javier Duarte de Ochoa, cuyo abuso del poder para su provecho personal nos sigue escandalizando.
Tenía toda la razón y era pertinente su mensaje. En sólo 48 días pudo conocer por dentro hasta las tripas del monstruo de la corrupción de la que seguramente como funcionario del gobierno escuchaba que se hablaba, aunque no tenía idea de su magnitud hasta que asumió toda la responsabilidad de gobernar Veracruz y ya no hubo secretos adentro para él.
Antes de que se fueran los anteriores funcionarios, escuché de algunos que en todo el entramado de la corrupción de la que ahora se saben muchos detalles había dos grupos: uno, el de quienes se prestaron a desviar recursos para entregárselos al propio gobernador o a su esposa, y otro, el de quienes se encargaron, como prestanombres, de invertir lo robado por el matrimonio.
Los primeros eran colaboradores y formaban el grupo cercano al exregordete exgobernador hoy prófugo y los segundos eran sus amigos de infancia o de estudios, pero no se conocían entre sí. Me aseguraron que los primeros llevaban el dinero a los Duarte-Macías pero que no tenían idea en qué lo ocupaban, hasta que estalló todo el escándalo por las revelaciones que hicieron los prestanombres y entonces hasta ellos mismos se quedaron sorprendidos y algunos se asustaron porque pensaron que les resultaría alguna responsabilidad, obvio, aunque no dejaron de meterle también la mano al cajón pues nadie les reprocharía nada a cambio de su silencio.
Conforme pasan los días y las revelaciones de los abusos que cometieron el exgobernador y su esposa siguen saliendo a la luz pública, las palabras de Flavino cobran mayor relevancia y pertinencia: lo ocurrido en el pasado inmediato anterior nunca más puede ni debe repetirse.
Ayer el diario Reforma, en una extensa nota informativa de Benito Jiménez (viene con bastante frecuencia al Estado a investigar para documentar su información), dio cuenta de los relatos que hacen quienes fueron escoltas (“guaruras”) de Duarte y de su esposa sobre los abusos que cometían con los recursos propiedad del Estado y de los veracruzanos, que hasta ellos mismos, acostumbrados a ver y escuchar tantos detalles personales y hasta íntimos de sus patrones, ya estaban cansados de ver tanto y cómo despilfarraba el dinero que no era suyo la pareja gubernamental.
En la práctica, los escoltas son las sombras de los hombres en el poder. Cuando dicen lo que dicen es porque están seguros de lo que dicen aunque creo, por mi experiencia adquirida a mi paso por el gobierno en varios sexenios, que se quedaron cortos, muy cortos.
Leyendo la nota de Benito no me quedó duda de lo que comentaba ayer en “Prosa aprisa” sobre el gran vacío de poder que había en Veracruz. Narran los guaruras que le gustaba estar más en la Ciudad de México donde iba a tiendas exclusivas de preferencia por las tardes-noches cuando había menos gente pero además porque poco lo identificaban.
Su mujer no se quedaba atrás: al menos iba dos veces al mes a un salón de belleza de Polanco para “su peinado y su manicure”. Claro está, utilizando siempre naves propiedad del Gobierno del Estado, que además utilizaban para viajar a Estados Unidos o Europa con toda la familia.
Pero, además, la revelación de los escoltas confirma lo que se sabía en Xalapa y en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río: su propensión al alcoholismo, muy de su vida personal y privada si no fuera porque se trataba del gobernador de Veracruz con una gran responsabilidad.
Narran los “guarros” que estuvieron en fiestas de uno de sus socios y prestanombres, Jaime Porres, en Polanco “en donde el jefe llegaba a las seis de la tarde y salía hasta las seis de la mañana hasta el full, no podía ni sostenerse”.
A mi me platicaron alguna vez que en un viaje que hizo a Veracruz el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, iniciaron en la tarde un convivio en sus departamentos de Torre Pelícano en la zona conurbada, que terminó hasta el día siguiente, cayéndose los dos de borrachos, pero en cuya velada utilizaron incluso un lenguaje de cantina y el tapatío queriendo saber hasta algunas intimidades, los escoltas escuchando todo escandalizados.
Es extensa la nota y revela detalles de los “hobbys” de la exprimera dama del Estado, así como también, de acuerdo a los agentes de seguridad, la forma en que el matrimonio se fugó por tierra hacia la Ciudad de México, lo que desmentiría las versiones de que lo hizo por aire.
Pero hay algo que seguramente tuvo al tanto a los mandos navales del país de los excesos y de la irresponsabilidad de Duarte y cómo el Estado estaba a la deriva o a veces, como narré ayer, se quedaba al mando de su mujer. "No sabía gobernar, pero era bueno para el golf", narró un ex mando naval que fue desplegado a Veracruz en el apogeo de Duarte. Mandos navales y militares asistieron a reuniones de seguridad a las que no llegó Duarte y las presidió su esposa, según me confirmaron testigos presenciales.
Revela más detalles la nota, pero lo anterior es ilustrativo de en manos de quiénes quedó Veracruz durante casi seis años, unos verdaderos irresponsables sin ningún interés, compromiso con los veracruzanos o emoción social para gobernar, y que se dedicaron a abusar del poder para su provecho personal en forma escandalosa, lo que reconfirma por qué la administración pública está como está en la más grave crisis económica de que se tenga memoria en la historia de Veracruz y cuyas consecuencias también las pagamos, de una forma u otra, todos los veracruzanos.
Lo ocurrido, dijo Flavino y creo que lo pensamos todos, nunca más puede ni debe repetirse.
A ver ahora con qué revelación nos salen mañana los cocineros y el personal del servicio doméstico, que conocieron a la familia por dentro de la Casa Veracruz (una de ellas me había ofrecido darme detalles si no les pagaban lo que les debían, pero creo que al final sí les cumplieron).
Mientras tanto, el señor Duarte y su esposa Karime continúan prófugos, y quien nos los impuso en mala hora, Fidel Herrera Beltrán, vive tranquilo y quitado de la pena en Europa, en Barcelona, sin siquiera ofrecerle a los veracruzanos una disculpa, un perdón, por todo el daño causado.
Y sin embargo, se mueve…
El exdiputado local Francisco Garrido Sánchez volvió ayer al escenario político del Estado, ahora como delegado especial del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) para participar en las postulaciones de los candidatos a alcaldes en el Estado.
Garrido jugó un papel importante como presidente de la Comisión de Vigilancia, tiene experiencia política, no estuvo de acuerdo con muchas decisiones del presidente del partido Alternativa Veracruzana, Alfredo Tress, apoyó al senador José Francisco Yunes Zorrilla en su intención por ser candidato al gobierno del Estado, alejado de Héctor Yunes Landa, y antes fue candidato del PAN a la alcaldía de Emiliano Zapata en 2010, donde perdió pero hizo ganar en ese municipio al entonces candidato a la gubernatura, en su primer intento como panista, Miguel Ángel Yunes Linares.
Los Secretarios más mediáticos
Quizá producto de su experiencia en la pasada Legislatura, donde conocieron la importancia del manejo de su imagen, dos Secretarios del nuevo gobierno destacan ahora por ser los más mediáticos: Julen Rementería del Puerto y Joaquín Rosendo Guzmán Avilés.
En especial este último prácticamente todos los días envía un boletín de prensa, lo que indudablemente habla de que está trabajando, lo que se comprueba, además, con las fotos de sus actividades. Julen no canta mal las rancheras aunque se promueve un poco menos.
Otro que tiene un buen manejo de prensa es el encargado de la Fiscalía General del Estado, Jorge Winckler Ortiz, cuyos boletines, además, están bastante bien redactados y cuidan de no revelar la identidad de personas señaladas mencionándolas sólo por sus iniciales, en apego al cumplimiento de la ley.