Me disponía anoche a enviar esta columna cuando se envió (a las 21:54 horas) el mensaje del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares reaccionando a la votación en contra que recibió en el Congreso local su petición para que le autorizaran restructurar la deuda pública. Por su interés lo inserto textualmente:
“Los diputados del PRI, MORENA y Partido Verde se pusieron de acuerdo el día de hoy para votar en contra de la reestructuración de la deuda. Nos hicieron un enorme daño a los veracruzanos.
No se trataba de pedir más créditos, se trataba de pagar menos intereses. Menos intereses de una deuda enorme que dejó Duarte a los veracruzanos, casi 50 mil millones de pesos de deuda. Todos los días tenemos que abonar a esa deuda 20 millones de pesos.
Lo que yo quería lograr era bajar esas tasas de interés para tener más recursos y poder atender las necesidades básicas de los veracruzanos que demandan todos los días más seguridad, mejores servicios públicos, más medicinas en los hospitales, becas para jóvenes y para niños, atención a los ancianos.
Esto es a lo que se opusieron los diputados del PRI, MORENA y Partido Verde. Quieren que le vaya mal a Veracruz. Saben perfectamente bien que con lo que hicieron el día de hoy nos veremos incluso en dificultades para pagar sueldos.
Pero les digo algo, siempre preferiré pagar el sueldo de una maestra, de un médico, de una enfermera, de un policía, o pagar la pensión de un jubilado, que pagar el sueldo de una diputada o de un diputado de los que no tienen compromiso con Veracruz.
No van a lograr que nos vaya mal a los veracruzanos. Fui electo para lograr un cambio. Vamos a lograr ese cambio. Nos está costando trabajo, sí, pero su Gobernador le está metiendo todas las ganas y vamos a seguir haciendo el esfuerzo que tengamos que hacer para que Veracruz salga adelante”.
La reacción se dio muchas horas después del resultado de la votación en la Cámara de Diputados. ¿Realizaban el titular del Ejecutivo y su equipo de colaboradores un control de los daños económicos, políticos y sociales que tendrá el rechazo a su petición en todos los niveles de gobierno y en la vida pública de Veracruz?
No creo que los haya tomado por sorpresa lo que ocurrió porque estaba casi cantado que iba a suceder; ¿o acaso fue tan duro el golpe político que buscaron asimilarlo bien para responder? Porque de que fue un verdadero palo, lo fue, acaso el más duro que ha recibido la joven administración.
Más allá de las razones o de las sinrazones políticas que rodean el caso, lo más grave y preocupante es que finalmente las consecuencias afectarán a todos los veracruzanos, pues si ya de por sí la crisis económica era grave por la pesada herencia del gobierno de Javier Duarte tras la estela de corrupción que dejó y que hundió a Veracruz, ahora creo que se pasa a un estado agonizante y a una situación de incertidumbre.
Creo que los veracruzanos queríamos saber desde ayer mismo con precisión –el no definitivo en la Cámara se dio a las 14:47 de la tarde– a qué le tiramos ahora. Queríamos escuchar un mensaje que nos diera tranquilidad. Que se nos dijera qué se hará y cómo, de dónde se van a sacar recursos para reactivar la economía estatal con obras y creación de empleos, qué tan cierto es que en el corto plazo, con fechas, no habrá dinero para pagar a trabajadores del gobierno, a pensionados y a jubilados.
Lo que sí advertí es que se trataba de responsabilizar de la parálisis en la que caerá el Estado a Morena y al PRI, me imagino que con la intención de pasarles el costo político de cara al electorado en año de elecciones municipales.
Creo que hay corresponsabilidad de todos y, como siempre, los paganos somos los de abajo, los ciudadanos, los que pagamos nuestros impuestos para que ellos vivan requetemuybien, se peleen, atiendan sólo a sus intereses y de paso nos la rompan.
Y no, al menos eso creo, no es culpa de Sergio Hernández, el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, panista; no es que no haya tenido la capacidad para convencer a los opositores. Es culpa de los agravios acumulados que ayer hicieron crisis; de falta de previsión política y de insensibilidad.
Quiero creer que la génesis de todo tiene fecha: finales de octubre pasado, cuando el joven alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, panista, se hizo del movimiento de protesta que alcaldes perredistas realizaban en contra del gobierno encabezado ya entonces por Flavino Ríos Alvarado, por la deuda heredada por Javier Duarte de Ochoa y el incumplimiento de pago a ayuntamientos.
El movimiento del partido del sol azteca se veía justo y se creía, porque esa es práctica de ellos, que no iban a lograr que les saldaran la deuda, pero que sí buscaban que Flavino negociara con ellos y al final les diera algún apoyo en lo personal porque eso es lo que buscan siempre, obtener una buena tajada. Ya se iba el gobierno y había que ver qué se podía sacar de beneficio. Después liberarían el Palacio.
Pero entonces entró en acción el joven Yunes Márquez y trajo “apoyos” de colonos de Boca del Río en camiones expresamente fletados para ello y se apoderó del control de la protesta. Incluso él fue quien le abrió las puertas del Palacio a policías desempleados para que se hicieran del control del edificio. A varios de ellos se les identificó como elementos que no habían pasado los exámenes de confiabilidad y por eso se les había dado de baja.
En las redes quedan los testimonios de cómo luego, fuera de toda forma política, hizo reclamos con insultos al propio gobernador y al Secretario de Finanzas, Antonio Gómez Pellegrín, cómo a éste lo retuvieron una noche en la Sala de Banderas del Palacio, y cómo también les impidieron que trabajaran en la Casa Veracruz. Eran agravios a dos altos representantes priistas, eran agravios al PRI. No se midieron las consecuencias. Nadie previó que eso podría tener desquite. Los priistas aguantaron vara, se tiraron pecho a tierra y así empezaron a avanzar, acechantes, aguardando a que se les presentara el momento de tomar venganza, que eso es exactamente lo que hicieron ayer. Se cobraron los agravios.
A ello se sumó, por más que se diga que son cosas totalmente ajenas, la detención del exgobernador Flavino Ríos Alvarado y la pena preventiva excesiva que le dictaron, así como el endurecimiento contra su persona en la acumulación de más acusaciones que le han empezado a hacer.
No sé si nadie en la Fiscalía le advirtió al gobernador lo que iban a hacer o si advertido nadie le hizo reparar en que no era el momento oportuno para actuar, cuando en puerta tenían la votación para aprobar la iniciativa más importante y clave para el éxito o el fracaso de su gobierno: la reestructuración de la deuda, necesaria, indispensable, para contar con recursos necesarios y frescos para hacer lo mínimo indispensable en el año y nueve meses que restan de gestión y para cubrir los más urgentes compromisos y evitar cualquier presión social. Pero no hubo previsión ni sensibilidad política para evitar el descalabro de ayer.
Quiérase o no, el PRI pasó factura y se cobró una parte, porque no creo que sea todo.
El panorama, según mi perspectiva, se va a complicar más cuando todo se contamine con el proceso electoral que ya corre. El PRI va a tratar de recuperar terreno, lo más que pueda, porque de lo que se haga y logre o lo que se deje de hacer y no obtenga dependerá mucho el resultado de la elección del próximo año, la de gobernador y presidente. Les va a todos la vida política de por medio y todos aplicarán aquello de que, que lloren en mi casa, mejor en la ajena. No habrá contemplaciones. Lo que está en juego es mucho y muy valioso como es el poder político.
O sea, si luego de lo de ayer el PRI decide ir más allá en contra del gobernador para debilitarlo, si el Secretario de Hacienda no autoriza, da y envía recursos extraordinarios para el gobierno, para Veracruz, entonces tenemos que ponernos a rezar para que podamos sobrevivir de la mejor forma posible. Los políticos en lo que menos piensan es en sus representados. Estamos ya en una crisis sobre otra crisis. No hay dinero, el Gobierno del Estado no tiene dinero y sí una pesadísima deuda así como pendientes ineludibles que cumplir.
No hay recursos para obras, para servicios públicos, para empleos, para lo más indispensable en clínicas y hospitales públicos, para incrementar la seguridad, para pagar pensiones y jubilaciones, menos a proveedores y prestadores de servicios.
Los políticos se echan la culpa. Todos son corresponsables.