A diferencia de la película La Ley de Herodes, cuyo proyecto fílmico tuvo un intento de veto en el gobierno de Ernesto Zedillo, El Infierno –que se sepa– tuvo una mejor consideración del gobierno panista de Felipe Calderón.
Ambas cintas del cineasta mexicano Luis Estrada abordan, en el momento de su concepción, los problemas que ha vivido México, la primera cuando todavía gobernaba el PRI y es una acerba crítica a los políticos y a los gobiernos priistas y la segunda es un testimonio, desnudo, realista, del problema del narcotráfico en el país con todo lo que ello implica.
Este fin de semana me di tiempo para ver El Infierno luego de ver el testimonio del otro infierno, este real y conmovedor, el del Veracruz devastado por el huracán Karl que presentó el sábado al anochecer Televisa en su Canal 4 de la ciudad de México, un extenso reportaje-registro-recuento-testimonio a cargo del reportero Alberto Tinoco Guadarrama que, me quedé pensando, debiera de ser presentado en todo sitio público posible para sensibilizar y conmover a quienes no han cobrado conciencia de la magnitud del desastre y motivarlos a brindar su ayuda.
Pero volviendo a la película, en verdad me sorprendió que el actual gobierno federal, el Presidente (tan quisquilloso que es a las críticas a su gobierno) o el secretario de Gobernación, no hayan intentado vetar el film y su proyección en plenos festejos por el bicentenario (se estrenó el pasado 3 de septiembre a nivel nacional), porque, como se anuncia en la especie de subtítulo: “México 2010. Nada que celebrar”, una vez vista la película se confirma que, en efecto, no hay nada que celebrar.
Si en la Ley de Herodes se pinta y denuncia la corrupción política institucionalizada con los gobiernos priistas como un freno para el desarrollo social y se hace reflexionar sobre las formas en las que se perpetúan las castas políticas privilegiadas al servicio de sus propios intereses, viendo El Infierno se concluye que con los gobiernos panistas todo continúa igual o peor porque la corrupción tiene consecuencias en vidas humanas.
(En la Ley de Herodes, tras el linchamiento del alcalde de San Pedro de los Saguaneros, México, por parte de la población indígena del mismo municipio, Juan Vargas, un desgraciado con aspiraciones políticas, es nombrado como Presidente Municipal Interino.
Acepta creyendo que es una oportunidad para hacer realidad su sueño: ascender y hacer carrera política, pero la situación del municipio no resulta ser como imaginó y los problemas se le amontonan, por lo que decide renunciar. Sin embargo, su jefe político –se supone que el gobernador– le obliga a quedarse diciéndole que le tocó la Ley de Herodes, "o te chingas o te jodes", y le entrega como apoyo la Constitución y una pistola. Vargas pronto descube las delicias del poder aplicando la ley a su manera y haciendo todo lo que pueda para enriquecerse y mantenerse en el poder).
Si bien se recuerda, esta película se proyectó a inicios del año 2000 y creo que no se ha estimado lo suficiente qué tanto influyó para la derrota del PRI que perdió entonces la Presidencia de la República.
En El Infierno, si bien no se hacen del todo explícitas las imágenes, en unas escenas en que un funcionario, se supone que de la PGR, alienta a “El Benny” (Damián Alcázar) a convertirse en testigo protegido luego de que movido por la necesidad se había alistado en las filas del narco, se ven en unas paredes fotos de Salinas, Miguel de la Madrid, Fox y Martita y Calderón y se repite el eslogan del actual gobierno federal de que se va ganando la guerra al narco, en una especie de verdadero pitorreo. En la cinta, ese funcionario de la PGR una vez que le ha sacado la sopa al sicario arrepentido en lugar de protegerlo se lo entrega al jefe mafioso, como se supone que sucede en la realidad.
No soslaya el cineasta mencionar el papel que los Estados Unidos juegan en este problema-negocio del narco, así como la venta de armas.
Y no queda bien parada la administración panista porque Luis Estrada pinta de nuevo al alcalde y al jefe policíaco, que pueden ser los de cualquier municipio, en especial de las zonas infestadas por la delincuencia organizada, como corruptos, sumisos y entregados al narco, por lo que habría que especular ahora si esta nueva película influirá para que el PAN pierda la Presidencia en 2012.
En realidad es una buena película –seguramente espantará a las buenas conciencias por el lenguaje fuerte pero es el de uso común en el mundo del narco y policiaco y yo diría que un amplio sector de la población y por dos escenas “fuertes” que tienen que ver con sexo–, con un gran reparto (me gusta más la actuación del veracruzano Ernesto Gómez Cruz, quien ya vino a solidarizarse y a apoyar a los damnificados, que la de Alcázar), bastante bueno el fondo musical con Los Tucanes de Tijuana (“El corrido del Diablo”), excelente sonido, en fin.
Haciendo una comparación de La Ley de Herodes y El Infierno se puede trazar una trayectoria de cómo los vicios de los gobiernos priistas evolucionaron y se trasladaron a los gobiernos panistas y cómo han crecido con la complicidad oficial y no se ve que para cuándo vaya acabar el problema del narco, pues la necesidad, como se menciona en la cinta, la falta de empleos y oportunidades, hace que las personas opten por irse de indocumentados a los Estados Unidos o se queden y se empleen en lo único que les ofrece una opción: el crimen organizado.
Saliendo ya de la cinta, que sin duda han visto y están viendo millones de mexicanos, no se puede dejar de esperar que influirá en el ánimo del electorado y que indirectamente pondrá a pensar si no es hora de un cambio radical en el gobierno federal, lo que augura una batalla entre priistas y pejistas, otro Infierno, con gran posibilidad del crecimiento de Andrés Manuel López Obrador. Ya lo habremos de vivir.