¡Chin! Nomás eso faltaba: que la criada resultara respondona.
En el circo de ayer, al gordo y barbudo Duarte no sólo se le vio tranquilo sino que hasta se mostró seguro y retador.
Como un gallito de pelea bien maiceado, pachoncito, y con los guantes puestos, bailoteando sobre el ring guatemalteco, se dirigió a Miguel Ángel Yunes Linares: “No hay tiempo que perder, vamos a México a enfrentarle”.
Como si en Veracruz no nos sobraran distractores de los graves problemas que padecemos, tal parece que Javidu ha hecho suya la proclama de su odiado enemigo: ni perdón ni olvido.
Y como el borracho de cantina envalentonado que pide a los muchachos nomás no me agarren, decidió aceptar (allanarse) a la solicitud de extradición.
La audiencia en el décimo nivel de la Torre de Tribunales pudo haber sido por video, pero sus abogados no se presentaron a solicitar tal recurso. Se esperaba incluso que de último momento se justificara y no asistiera. No fue así.
Claro indicio de que Javier quería los reflectores sobre su persona, que le abrieran cámaras y micrófonos, hacer el mayor ruido sabiendo que su comparecencia se transmitiría en vivo y a todo color en todo México.
Y como una verdadera estrella mediática irrumpió en el escenario y para nada se le vio aspecto de ser un reo como los presos comunes y corrientes de cualquier cárcel mexicana.
¡Caray! Parecía más bien un junior salido de una estética, a veces hasta sonriente, como si en lugar de en una prisión estuviera en un sitio de descanso.
Maltratado no se le veía. Ojeroso tampoco. Cansado menos. Flaco, desnutrido, anémico por falta de una adecuada alimentación, para nada.
Parecía rozagante como si disfrutara el espectáculo sabiéndose la estrella principal.
Con su actitud desmentía incluso a su exvocera y ahora compañera de tambo Gina Domínguez Colío, porque para nada parece haber caído en el “juego de la habitación del pánico” de Miguel Ángel Yunes Linares.
El juego ese que consiste, según ella, en “que nadie duerma tranquilo, ni siquiera puedan conciliarlo (el sueño)”, porque Duarte se nota que duerme a ronquidos, hasta con silbidos y a pierna suelta.
¿Qué alegato en su favor hizo Peña Nieto para que lo trataran bien en su visita a Guatemala a principios de este mes a punto de terminar?
Sanote como se ve no es creíble que le estén dando una comida equivalente a 25 pesos mexicanos ni que esté durmiendo en una cama de piedra amortiguada sólo por una delgada colchoneta.
¿El presidente Peña Nieto obtuvo de su colega guatemalteco Jimmy Morales que le dieran el colchón que pedía, un ventilador, una lámpara y que lo sacaran al patio a tomar el sol para que pudiera hablar con los demás reos?
¿Cara de no estar cuerdo? Tampoco, como se ha insinuado por las supuestas dosis de ansiolíticos que toma a diario.
¿Qué mensaje le dio o le mandó Peña ahora que estuvo por aquellos lares que lo hace estar muy seguro tanto como para retar a Miguel Ángel?
“Pasajero gobierno” llamó al del azul. Sus acusaciones las tildó de “infundadas, ligeras, vagas, imprecisas y completamente dictadas desde el escritorio de un gobernador (con g minúscula) que quiere llevar la política a la arena jurídica”.
Para estar enjaulado se mostró muy agresivo, nada temeroso. Es más, fue para adelante tirando golpes: rectos, jabs, bolados, ganchos al hígado, haciendo fintas, doblando la cintura, desplazándose por el encordado rumbo al 2018.
“Yunes Linares quiere que su hijo le suceda. Olvida la cantidad de ilícitos que ha cometido, y que el destino lo alcanzará (se nota que ha visto la película Cuando el destino nos alcance con Charlon Heston) para que sean castigados”.
Luego de soltar metralla retrocedió un poco para tomar aire y distancia y de nuevo volvió a la carga: “Olvida que no basta con hacer declaraciones en las que se ostenta como un hombre dotado de moralidad. Lo olvida, ya que sus acciones lo delatan y que deberá enfrentar más temprano que tarde sus ilegales acciones de enriquecimiento descarado”.
¿Po’s que le darían de desayunar los chapines que no se canzaba ni paraba de tirar golpes?
Y luego, de pronto le apareció una aureola sobre el corte de cabello de su nuevo look y unas alitas a sus espaldas. Apareció Duarte el santo.
“El que se haya generado una campaña mediática para pretender desprestigiar al ex Gobernador Duarte, de ninguna manera supone veracidad de lo difundido”. Y otro reto más: “Lo veremos”. (Que sea menos, Javier).
(Para esto yo ya había pedido que me hicieran palomitas y me acercaran una coca cola. Disfrutaba de lo lindo del espectáculo a la espera del juego entre las selecciones de México y Alemania mañana jueves.)
Luego del sangriento fin de semana pasado me dije que no me venía mal un poco de distracción y de diversión y que no era lo mismo ver correr mole sobre el ring que ríos de sangre sobre suelo veracruzano.
Y como búfalo, Duarte otra vez a la carga.
“Si lo que se dice del ex Gobernador fuera cierto, ¿por qué no incluyeron la abominable mentira consistente en que supuestamente privó de medicamentos a niños? ¿Qué eso no sería un delito?” (o sea, Javidú, ¿no es cierto que eras la versión moderna de Herodes?).
El esposo de Karime iba de un lado a otro del ring. Soltaba golpes y retrocedía o se movía hacia los lados sin bajar la guardia.
¡Moles! Y atacaba de nuevo.
“Quiso manipular a la opinión pública y hoy no tuvo los pantalones de sostener semejante sandez ante los tribunales”.
Para esto ya me había dado hambre y pedí entonces un sandwich de jamón y queso y otra coca cola, sin azúcar.
“Yunes piensa que a través de videos en la plataforma Periscope mintiendo a la sociedad se puede gobernar. Es fácil hablar y pretender influir en la opinión pública con atrocidades como esa”.
Pese a lo gordo que está (pachoncito dirían sus bienquerientes, que los tiene, no se crea), Duarte no se cansaba:
“Como ese ejemplo, el resto de los que sí fueron materia de acusación se caerán como un castillo de naipes (¡oh, my God!), por su propio peso”.
Pero cuando yo creía que, ¡ahí te voy!, quería de veras regresar de inmediato a México, salió con que a Chuchita la habían bolseado.
“Respecto de las imputaciones federales, se esperará a la audiencia del 4 de julio en Guatemala para tomar una determinación sobre aceptar o no la extradición por los delitos del fuero federal. No es momento de adelantar acontecimientos”.
¡Chin! Quién lo entiende entonces. Está dispuesto a venir a enfrentar a Yunes, “no hay tiempo que perder”, pero nos deja en veremos con respecto a la PGR, a Peña Nieto. Le tira golpes y le declara la guerra a uno, pero se reserva con respecto al otro.
Pero todavía tomó aire y descargó lo que le restaba de fuerza: “La política en México no puede ni debe ser factor en el ámbito judicial. De nuevo, ya lo veremos”.
Echó su resto: “¡Pobre de Yunes! Querer vivir de una acusación infundada y con ello distraer a los veracruzanos en su catastrófica y fallida gestión. ¡Pobre de Yunes! Querer heredarle el cargo de Gobernador a su hijo, cuando uno y otro saben que se llenaron las bolsas con dinero mal habido”.
“Acusar es fácil, ahora les llegó el momento de probar sus falaces acusaciones. Nos vemos en México”.
¡Reacciona Kid Yunes!
El Kid Yunes, que se había mantenido contra las cuerdas, de pronto ¡zas! que revira tirando golpes.
“… el pueblo de Veracruz reclama justicia; quiere que se castigue a los culpables del atraco a los recursos públicos y que devuelvan lo que se robaron”.
Tiraba mazazos arriba y abajo: “Durante doce años Veracruz fue gobernado por una banda de delincuentes que asaltó las arcas públicas y provocó una crisis social y de seguridad sin precedentes”.
Trataba de bajarle la guardia a Pachoncito Duarte: “Apostaban a la impunidad. Fidel Herrera fue perdonado por Duarte porque eran parte del mismo grupo delictivo. Duarte apostó a que también serían encubiertos sus atracos; no contaba con que en las elecciones del año 2016 los veracruzanos optarían por el cambio y exigirían castigo a la banda que asaltó la tesorería del Estado”.
Soltó un uppercut contra la humanidad de Javidú: “La extradición de Duarte de Guatemala a México es apenas el primer paso. Se trata de que pague con cárcel el daño brutal que le hizo a más de 8 millones de veracruzanos y que devuelva lo que se robó”.
Devolvía la golpiza: “Me siento muy orgulloso de haber sido quien logró la detención y encarcelamiento de Duarte a partir de las investigaciones y denuncias que hice como ciudadano, desde antes de ser Gobernador”.
Trataba de abrirle una herida, de sangrar al adversario: “Valió la pena el esfuerzo. Hoy empieza la justicia a caminar. No habrá marcha atrás. Ver a Duarte en la cárcel era una demanda de millones de personas. Ya está en la cárcel. Lo logramos”.
Y en eso estaba cuando de pronto me acordé. Me llevé las manos a las bolsas del pantalón. ¡Ya me habían bajado la cartera! ¡Nos robaron!, me dije. ¡¿Dónde está la lana que nos bajaron a los veracruzanos?!, me pregunté.