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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

El último informe

06/10/2010 08:41 a.m.
Cuando se pensaba que el gobernador Fidel Herrera Beltrán rendiría un informe de gobierno –su sexto y último– de mero trámite para hacer un recuento de lo realizado en los seis años de administración, los huracanes Karl y Matthew le vinieron a abrir un nuevo escenario de atención que hará que su última rendición de cuentas con la representatividad constitucional que ostenta domine la atención de propios y extraños.

Seguramente en los días por venir, una vez que empiezan a bajar los niveles de los ríos que han dañado gran parte del territorio estatal, el político de Nopaltepec se dará tiempo para revisar, con el equipo encargado de la redacción de su informe, el contenido del documento para despejar las dudas que las consecuencias de los meteoros han planteado y que los resentidos o enemigos del gobernador empiezan ya a utilizar para golpearlo.

Un tema que domina el interés y la inquietud de algunos columnistas así como de algunos medios es el económico y el uso de los recursos que habrán de fluir por la vía del préstamo para la reconstrucción de todo lo dañado. Político de todos los recursos, seguramente el gobernante habrá de aprovechar su última oportunidad constitucional de rendición de cuentas para puntualizar, aclarar, clarificar, dar y cuadras cifras, etcétera.

Acaso le dará tiempo suficiente para hacer la evaluación más cercana a la realidad sobre los daños causados por Karl y Matthew más otros fenómenos meteorológicos y cómo deja los saldos al respecto a la administración que lo sucederá. El pueblo veracruzano, la sociedad en general, querrán saber qué tanto se gastó en la atención inmediata a los damnificados, cómo está y queda organizada la reconstrucción y de qué dispondrá el gobierno entrante para continuar con los trabajos.

Pero seguramente el primero y más interesado en clarificarlo sea el propio gobernador por la responsabilidad histórica del momento pero también porque lo que diga e informe servirá de referente para calificarlo en el futuro y para, directa o indirectamente, contener la ola de críticas o señalamientos que seguramente, ya sin poder, muchos intentarán enderezarle, muchos incluidos los que hoy se dicen sus amigos, lo llenan de elogios e incluso han sido beneficiados.
 
Así ha sido al final del cambio de administración y no se ve por qué no tenga que repetirse, que la ingratitud y la  hipocresía son dos conceptos que se hacen presentes y cobran realidad. Ya lo habremos de ver.

Este último informe habrá de ser rendido ante una nueva Legislatura, ante nuevos representantes populares, que a lo mejor por eso mismo llegan con nuevos bríos y con deseos de cuestionar al ejecutivo o hasta de lucirse a su costa, que se ve difícil que lo logren, o bien también por lo mismo llegan algo desencanchados y no exigirán tanto al gobernante.

De lo que sí puede tenerse certeza es que la atención estará centrada en lo que diga Herrera Beltrán, en cómo deja la administración a su relevo, palabras de las que seguramente estarán atentos sobre todo los de la oposición para, a partir de ahí, medir la gestión del nuevo gobernador.

No será, así, un informe de trámite al que a nadie le interese y al que concurran sólo unos cuantos por compromiso, como se vino diciendo en algunas columnas, según fui leyendo. Político completo, de reflectores, de medios, que sabe usar la tribuna y aprovecha todos los escenarios que se le presentan, Fidel Herrera Beltrán estará, así, casi hasta el último momento de su administración, en el centro de la atención mediática y pública.

Pero autoridad que ha gobernado al lado de sus representados, también habrá de llegar al Congreso del Estado con el aval del trabajo y el testimonio de los beneficiados, como en el caso de los miles y miles de damnificados a los que ha tratado de apoyar hasta el límite de sus capacidades y de los recursos de su gobierno. Eso será una fortaleza porque ningún diputado, de la formación política que sea, le podrá reprochar que no cumplió con su obligación, con su deber, ni podrá echarle en cara que dejó solos a los veracruzanos en desgracia ni que no estuvo atento a los acontecimientos diarios.

Un punto de interés será escuchar cómo quedan sus relaciones con el gobierno federal, con el presidente Calderón, pues es evidente que ya en este último tramo ha habido el buen entendimiento institucional que siempre debió haber prevalecido pero que se enturbió por los enredos de la política electoral.

El vaso medio lleno, el vaso medio vacío. Hay quienes comentan que la presencia del titular de la Sedesol en el estado durante todo este periodo de emergencia ha sido para vigilar el manejo de los apoyos y recursos que se han estado enviando para auxiliar a los damnificados. El gobernador bien podría agradecer, por el contrario, la presencia de Heriberto Félix porque ese es el mejor aval a su trabajo cuando lo quiera cuestionar la oposición blanquiazul y no sería nada raro, sorpresivo como es, que informara que toda la reconstrucción, que todo el manejo de recursos, han sido programados y presupuestados con la participación del mismísimo representante presidencial, para atajar cualquier posible embestida.

En fin. Karl y Matthew han causado severos daños, pero también han abierto una buena oportunidad, un nuevo y gran escenario, para que Fidel Herrera Beltrán diga, informe, precise, aclare y se defienda y cierre su responsabilidad histórica con todos los elementos a su alcance, con toda la información de que disponga hasta el grado, si es posible o hasta donde sea posible, de dejar satisfecha a la opinión pública, a la sociedad.

A mí me tocó, como reportero, presenciar los últimos informes de gobierno de los gobernadores del siglo pasado: miles de acarreados, cierre de calles, paralización de actividades públicas, desquiciamiento de Xalapa, llenos a reventar en el Teatro del Estado (muchos años fue el recinto oficial), en el Estadio Xalapeño, en la ya nueva sede del Poder Legislativo, grupos musicales en cada esquina, vítores, aplausos, confeti, serpentinas, bandas de guerra, hoteles (eran de gorra) a reventar con barra libre, desayunos, cenas y comidas con “invitados especiales” desde los días previos, en fin. Cómo cambiaron las cosas.

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