Recorría yo Europa en tour con un grupo de veracruzanos.
Algo que en especial me llamaba la atención mientras viajábamos era que una mujer de Vega de Alatorre no podía refrenar su hábito consumista y su mayor interés, fuéramos a donde fuéramos, era buscar cualquier tienda y meterse a comprar lo que fuera, así fueran chácharas, baratijas.
En los paradores turísticos, mientras casi todos tan pronto nos bajábamos del autobús que nos transportaba buscábamos de inmediato la cafetería porque el invierno era muy crudo y queríamos calentar el estómago, ella se dirigía a la tienda y ahí se perdía. Muchas veces vi lo que compraba y no me quedé con la curiosidad de acercarme y tomar un producto del que ella llevaba. Mi sorpresa y desencanto –por ella– era que el producto decía: “Made in China” o “Made in Korea” y me percataba que eso se podía conseguir en cualquier tianguis de México o con los “piratas” de Plaza Clavijero en Xalapa.
Con el paso de los días nos empezó a causar problemas porque por estar en la tienda retrasaba nuestros horarios y ponía en riesgo nuestro itinerario que, lógicamente, comprendía la visita a sitios históricos, museos, iglesias, castillos, fuentes famosas, etcétera, y no faltó quien se lo hiciera ver. Nunca se me olvida cuál fue su reacción cuando se lo dijeron.
A bordo del autobús gritó con un grito tan fuerte como el tamaño de su ignorancia: “¡Es que yo no vine a ver piedras!” No pude más que sonreír. ¡Desdeñar el Arco del Triunfo, el Palacio de Versalles, el Museo del Louvre en París o el Del Prado en Madrid o la Fuente de Trevi en Roma o el Teatro de La Scala de Milán o la iglesia de San Marcos en Venecia o la Torre de Pisa o la ciudad medieval de Asís y la iglesia de San Francisco intactas o la catedral de Florencia o la Basílica de San Pedro y el Museo en El Vaticano! En fin.
De esto me acordé cuando leí –como siempre corresponde a sus escritos– el excelente artículo que publicó el viernes 15 de octubre el escritor Juan Villoro en el diario Reforma y que tituló “Medalla de piedra”. Villoro, en un párrafo, se refiere a la imagen que, sin duda, todos vimos por la televisión en vivo cuando salió el minero Mario Sepúlveda llevando consigo una bolsa de lona con un singular regalo para quienes lo esperaban en la superficie.
Pero mejor leamos a Villoro: “Entre las muchas lecciones de los 33 mineros chilenos que volvieron a la superficie después de 69 días bajo la tierra, se encuentra ésta: Mario Sepúlveda, que fungió de portavoz de sus compañeros en el encierro, emergió con un saco lleno de regalos, y repartió piedras entre quienes lograron el rescate.
¿Hay trofeo más profundo?”. En efecto, no cabe duda de que hay de piedras a piedras. Vi por televisión que de su bolsa de lona Sepúlveda sacó pedazos de piedra que entregó a sus salvadores incluso al presidente de Chile Sebastián Piñera, pedazos de piedra como las que se puedo uno encontrar en muchos lugares como, por ejemplo, en el caso de Veracruz, en las estribaciones del Cofre de Perote, piedras que uno no les da valor y hasta las patea.
Pero estas que subió y repartió Sepúlveda tienen un gran simbolismo y una gran carga histórica y por lo tanto un valor incalculable y seguramente sus poseedores las guardarán como verdaderas joyas de museo y quien quita y en el futuro alguno de ellos la rematará en una subasta de Christie’s o de Sotheby’s o de Bonhams a un costo de miles de dólares; tan simbólicas son que esta misma semana el presidente Piñera durante una gira de trabajo por Europa, en sus encuentros con el Premier británico David Cameron y con la Reina Isabel II así como el presidente francés Nicolás Zarkozy y la canciller federal de Alemania Ángela Merkel lo que les entregó como regalo especial fueron piedras del interior del yacimiento en el que estuvieron atrapados los mineros. Pero, ¡ay!, la mujer de Vega de Alatorre quizá, si hubiera estado a la hora del rescate y del reparto, hubiera gritado: “¡Yo no quiero piedras!”
Mmmmh. Vi ayer temprano la entrevista que en vivo le hizo Carlos Loret de Mola a la diputada federal panista Josefina Vázquez Mota. La legisladora iba desvelada porque prácticamente salió de la negociación de los últimos detalles de la nueva Ley de Ingresos 2011, que había sido aprobada, y le presumió a Loret y a todos los que la veíamos la significativa mayoría que votó a favor, incluidos los priistas, y de que la negociación y la aprobación se habían logrado antes de que venciera el plazo legal para hacerlo.
En efecto, contrario a otros años, esta vez el estira y afloja no se tensó y la aprobación se hizo casi se podría decir que sin ningún problema. Extraño ¿no? Coincidentemente, ayer mismo el Tribunal Local Electoral (TLE) de Aguascalientes ratificó la validez de la elección del pasado 4 de julio y la entrega de la constancia como Gobernador electo al priista Carlos Lozano de la Torre.
¿Es que la negociación para la aprobación de la Ley de Ingresos incluyó la ratificación de los resultados electorales pendientes? ¿Por eso los priistas ya no la hicieron de tos y dejaron que el presidente Felipe Calderón se colgara la medallita de héroe y negociador? ¿Ahora sí, en cualquier momento habrá buenas nuevas para el priismo veracruzano? ¿Por eso el gobernador Fidel Herrera Beltrán ayer se la pasó todo el día en actividades en Xalapa y de un excelente buen humor? ¿Se quedarán los panistas chiflando en la loma?
Puede que el buen humor que acompaña al gobernador Herrera Beltrán se deba también a que demostró su fuerza ante y entre el priismo nacional y la clase política del país pues la aprobación de la nueva Ley de Ingresos no incluyó la baja del IVA como propuso desde un principio y ante tantos desastres naturales, para destinar el uno por ciento en disputa a la reconstrucción de daños. Y sin embargo se mueve, como se atribuye a Galileo Galilei que dijo.