El viernes pasado, Ciro Gómez Leyva entrevistó al expresidente panista Vicente Fox y éste no se anduvo por las ramas: dijo que le gustaría que José Antonio Meade sea el candidato del PRI a la Presidencia.
Dio sus argumentos del porqué: porque –dijo– mantendría la estabilidad económica y habría gobernabilidad, sobre todo ante la amenaza que representa la administración de Donald Trump.
Pero fue más allá: afirmó también que “el PRI sigue siendo el PRI” y que “su capacidad no depende de un líder sino de toda una maquinaria eficiente que sigue intacta, esa maquinaria al final y dentro de la ley gana y triunfa en Coahuila y en el Estado de México, que es clave para la elección del 2018”.
Con un remate: declaró que “el PRI tiene la mejor baraja de candidatos con experiencia, madurez”, mientras que los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) no figuran.
Dedazo vendrá del Palacio o de Boca del Río
El jueves, el título de mi columna fue: “En el PRI, simulación; en el PAN, súper dedazo”. Dije que quién sabe que era peor, “si la simulación del PRI, práctica de alguna forma ya naturalizada en el sistema político mexicano, o el resuelto priismo en el que ha caído el PAN”.
Apunté que los panistas en el Estado fueron una verdadera opción democrática hasta antes de estar “secuestrada” la dirigencia estatal, como afirman los de cepa, los de verdadera sangre azul, que está.
“El viernes pasado… la Comisión Permanente Estatal optó por hacer a un lado la elección de candidatos a través del voto de sus consejeros, o sea, mediante elección interna, al aprobar el método del dedazo, como en el PRI”, agregué.
“Ahora resulta que están peor que los tricolores, porque al menos estos maquillan su dedazo con su ‘convención de delegados’, en la que militantes afines a las cúpulas ‘eligen’ en ‘votación económica’… a sus abanderados”.
“El PAN, pues, está legitimando el dedazo al peor estilo del PRI. El dedazo del Palacio de Gobierno o el de Boca del Río… Esa es ahora la democracia del PAN”.
Reconocido analista comenta el mimetismo panista
Por el artículo que publicó ayer en el diario Reforma el analista Luis Rubio veo que no sólo los puntos de vista de provincia advierten el mimetismo en el que ha caído el PAN respecto del PRI.
Rubio es doctor en Ciencia Política por la Brandeis University de Massachusetts, su curriculum es extenso y para el propósito de esta columna basta con decir que escribe sobre temas internacionales y de economía y política, publica una columna semanal en Reforma y sus opiniones aparecen con frecuencia en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Financial Times.
Su texto de ayer lo tituló “Las 9 vidas del PRI”. Me llamó la atención que coincidió con Vicente Fox: “El PRI sigue siendo… el PRI”.
Comentó que el tricolor se ha adaptado al mundo competitivo, pero que en contraste con otras naciones que tienen partidos de Estado que se han adaptado y convertido en partidos competitivos porque han abandonado sus vicios de antaño, “aquí el viejo sistema sigue tan vivo como antes; en lugar de que éste cambiara y el PRI se adaptara a un régimen político abierto, los demás partidos se han adaptado al viejo sistema, convirtiéndose en pilares que lo sostienen”.
(EN 1964, el presidente de Francia y héroe de la Segunda Guerra Mundial, Charles de Gaulle, visitó México. Era entonces presidente Adolfo López Mateos. En aquel tiempo se dijo que De Gaulle se había interesado vivamente por el funcionamiento del PRI y hasta se llegó a manejar que pretendía imponer en Francia un sistema político igual al priista”.
Luis Rubio hizo una serie de consideraciones sobre el fenomeno tricolor. Expuso:
“Ante todo, el PRI nunca se fue: sigue estando ahí, domina buena parte del territorio nacional, sigue a cargo de una maquinaria electoral que es inigualable y, aunque ha perdido muchas gubernaturas, ha logrado que todos los gobernadores, así como los partidos de oposición, se comporten como priistas. O sea, casi casi, se podría decir que el PRI vendió franquicias...”.
En Veracruz hay ejemplos de su aserto
¿Está equivocado? Basta con volver los ojos hacia Veracruz para confirmar su aserto. Bajo el mandato de Miguel Ángel Yunes Linares el PAN estatal se volvió una réplica de las peores prácticas del PRI, y el gobernante actúa como el gobernador más autoritario que haya tenido el priismo: sólo sus chicharrones truenan, lo que no lo diferencia en nada, por ejemplo, de Fidel Herrera Beltrán cuando tenía todo el control del “pinche poder”.
Otro claro ejemplo, la usurpación que hacen de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) para tener el control del Congreso local pasando por encima de una considerable parte de la voluntad política de los ciudadanos de Veracruz, para lo cual recurrieron a maniobras y chicanadas legaloides a la alta escuela tricolor. Como que tienen un buen maestro.
Uno más: el panista presidente de la Jucopo, Sergio Hernández, y el coordinador de la bancada de Morena, Amado Cruz Malpica, imitan a Fidel Herrera Beltrán: han puesto su imagen, el primero en una botella de desinfectante o desodorante líquido y el segundo en una botella de agua, para hacerse promoción, como lo hacía Fidel en su campaña, en botellas de refresco.
El doctor Luis Rubio comentó también ayer: “Cuando llegó el PAN a la presidencia, uno hubiera esperado un cambio de régimen: la eliminación de los viejos mecanismos de control, privilegio y abuso (y, por lo tanto, corrupción e impunidad), pero pasó exactamente lo contrario: el PAN se mimetizó con el PRI, se olvidó de construir un nuevo futuro y se corrompió hasta la médula, al grado que hoy ni siquiera tiene capacidad de entender dónde, cuándo y cómo extravió el camino”.
¿Otro ejemplo de lo anterior? Las serias acusaciones que la diputada local panista Cinthya Lobato hizo contra el presidente de la Jucopo, el diputado Sergio Hernández, también panista: “Pones a tu amigo ‘Chico’ (Fuentes), un tratante de mujeres, que está llevando a tus fiestas, drogas y borracheras”… “Hay dinero para el Velódromo, para tus fiestas, tus 156 casas de enlace; hay dinero para que le lleves a Pepe Mancha (líder estal panista), para eso sí hay dinero”.
Dijo Rubio: “El problema electoral mexicano se reduce a un elemento: todas las reformas que se han avanzado en las últimas décadas han tenido un objetivo medular, que es el de no alterar la estructura del poder. Esa lógica es explicable para un régimen emanado de una revolución, pero entraña una consecuencia obvia: tarde o temprano, el engaño resulta evidente. Lo peculiar, y patético, es que el desafío central provenga no de una opción futurista y promisoria (el famoso Macron mexicano), sino de la perspectiva más retardataria y reaccionaria posible” (esto último en clara alusión a la posibilidad de que la Presidencia la pudiera ganar López Obrador).
En Morena sólo decide el “dedito” de AMLO
El jueves pasado comenté sobre la simulación del PRI y ahora el súper dedazo del PAN en Veracruz, reservado al dedo del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares o al de su hijo del mismo nombre y alcalde de Boca del Río.
Entonces, ¿hacia dónde se hacen los ciudadanos si la tercera opción está igual o peor? En el caso de Morena no cantan mal las rancheras. Ahí lo decide todo el “dedito” de Andrés Manuel López Obrador, con el agravante de que con tal de volverse más competitivos o sumar votos, desde el pasado proceso electoral abrieron las puertas a priistas, panistas y de los otros partidos con mala fama pública.
Por otro lado, los independientes todavía no crecen ni son competitivos, con la posibilidad de que Margarita Zavala y Armando Ríos Piter fortalezcan esa figura pero no se les ve ahora con posibilidad de triunfar. Insisto en la pregunta: ¿entonces qué le queda a los ciudadanos?
Luis Rubio señaló ayer: “A semanas de iniciar el proceso electoral real (al diablo lo formal), la ciudadanía sabe que sus opciones son limitadas por todo lo que han construido los partidos y sus políticos. El dilema en que se encuentran éstos, y todo el país, no es producto de la casualidad”.
Pero algo que no se debe de hacer, opino, es dejar de votar. Entonces se debe optar por la persona, por el que sea el candidato menos malo o el que nos convenza más por sus positivos que tenga. Los partidos cada vez más se alejan de los ciudadanos y deciden desde la cúpula, cúpula que se reduce finalmente a una persona que, lógicamente, actúa conforme a sus intereses personales. Esa es nuestra triste realidad.