Lamentable, verdaderamente lamentable la actitud del panismo en el estado de negarse a reconocer al nuevo gobernador Javier Duarte de Ochoa, ahora gobernador electo y en pocos días constitucional, según anunció ayer la dirigencia estatal blanquiazul encabezada por su presidente Enrique Cambranis Torres.
No aprenden. Definitivamente están negados para ser políticos profesionales. Una vez conocidos los resultados extraoficiales el 4 de julio y luego validados por el Tribunal Electoral del Estado el 26 de julio, no los aceptaron, se inconformaron con la resolución de la instancia local y acudieron a la autoridad superior federal. Estaban en todo su derecho y hubiera sido reprobable que no lo hicieran.
Ahora, en una actitud totalmente contradictoria salen a decir que acatarán el veredicto definitivo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación pero que no reconocerán a Duarte cómo gobernador. Se entiende que si acatan aceptan.
La segunda acepción del Diccionario de la Real Academia Española dice que acatar es “aceptar con sumisión una autoridad o unas normas legales”, y en este caso una y otras están representadas en una resolución apegada derecho.
Se antoja la pregunta: ¿qué se debe entender o hasta dónde se debe entender este no reconocimiento? Es decir, ¿esto abarca no sólo a Cabranis y su grupo sino a los alcaldes y diputados panistas y en general a todos los militantes panistas del estado?
Se contradice el dirigente estatal blanquiazul cuando declara que el PAN es un partido apegado a las instituciones. Por fin. Si de verdad lo fuera reconocería a la institución representada en el Ejecutivo y personificada en este caso, a partir del 1º de diciembre próximo, en Duarte de Ochoa.
Pero se tratara de quien se tratara y del partido que fuera, la oposición tiene una responsabilidad muy seria cuando actúa responsablemente, más en este caso cuando el candidato de su partido obtuvo más de un millón y cuarto de votos, algo nada desdeñable.
Pero con la actitud asumida por la dirigencia panista, con la postura formal que adoptó, de entrada cerró las puertas a toda posibilidad de diálogo, de negociación –que eso es la política, esa su esencia–, de entendimiento y de acuerdos, los que sean posibles porque se supone que muchos de ellos responderían a los intereses de su militancia, al millón y cuarto de votos que los respaldó y que seguramente quieren resultados.
Hoy quién sabe qué pensarán esos veracruzanos cuando han visto que en lugar de que sus dirigentes se preparen con las mejores armas de los argumentos, de las razones, de los proyectos viables, de los reclamos fundamentados, cancelan cualquier posibilidad de algo cuando desconocen a la autoridad legal que las propias instituciones han validado.
Digo que no aprenden y que están o acaso nacieron negados para el ejercicio político, el profesional, cuando mantienen su actitud cerrada y de oposición por sistema. Lo quieran reconocer o no, sus presidentes de la república están en el cargo porque el PRI no sólo los reconoció sino que, en el caso del actual, lo ayudó ante la oposición férrea de la izquierda que trataba a toda costa de impedir que rindiera protesta constitucional.
Pero todo empezó por reconocer sus derrotas electorales y el triunfo tanto de Fox como de Calderón. Y ahí está el PRI negociando, reuniéndose con el Presidente cuando ha sido necesario, yendo a Los Pinos o a Palacio Nacional, fortaleciéndose, reconquistando espacios tantos que incluso ahora desde el legislativo ejerce un verdadero contrapeso al ejecutivo sano para la república.
Con la actitud que asumieron de no reconocimiento, no le sirven tampoco a la sociedad porque se han marginado de la participación de los asuntos públicos del estado, los que forzosa, necesaria y legalmente pasan por el Ejecutivo. ¿Quién los aconseja o mal aconseja?
Digo que no aprenden porque en el sexenio por concluir cómo tuvieron oportunidades de participar y se negaron a aceptarlas. Fidel Herrera Beltrán los invitó siempre a dialogar, a participar, a signar acuerdos, pero con la obtusa y corta visión de que era hacerle el juego nunca le tomaron la palabra, se cerraron y se marginaron.
Tal vez mi ejemplo es muy simple, pero creo que ilustra lo que quiero decir. Ciertamente Fidel era el dueño de la cancha y del balón, pero los invitaba a que jugaran dentro de ella e incluso les prestaba el balón. Nunca nadie de ellos se atrevió a saltar al terreno de juego, a tomar el esférico y a hacer todo tipo de suertes, de cabriolas, de quiebres, que seguramente el público les hubiera aplaudido y la prensa les hubiera resaltado. No dudo que hubieran ganados simpatías e incluso hubieran metido varios o muchos goles.
Es decir, más inteligentes y listos, con colmillo, bien asesorados, se hubieran presentado a las reuniones y con todo respeto pero también con toda energía y toda la información disponible hubieran señalado, cuestionado, condicionado y seguramente muchas veces hubieran obligado a corregir, a rectificar, a una nueva redacción. Pero no. Su postura, por lo que se comprueba, es irreductible.
Fidel tuvo entonces para sí toda la cancha, pero no fue por su culpa. Hoy la dirigencia panista de nuevo, de entrada, ya se la dejó toda a Duarte, que tampoco tiene la culpa porque incluso, según ofreció en su primea declaración pública luego de la confirmación de su triunfo, tendió la mano “cordial y sincera” a su más aguerrido contrincante Miguel Ángel Yunes Linares. No. No tienen remedio.
Así, poco o nada se puede esperar de ellos en la defensa de los intereses de los veracruzanos por la vía legal cuando desconocen a la institución del Ejecutivo a través de quien lo representará.
Mientras, el equipo que sale y el que llega hace sus primeros movimientos. El primero de ellos, así sea por horas o por días, el de Fernando Sánchez García como encargado de la Subsecretaría de Gobierno en tanto llega el nuevo titular que será Erick Lagos.
Queda clara la confianza de Fidel Herrera Beltrán en Fernando, hasta ayer director general de Organizaciones y Partidos Políticos de la propia Subsecretaría, pero también la confianza por parte de Javier Duarte. Mañana comentaré otros saldos.