Inauguró ayer el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares el ahora llamado Hospital Infantil de Veracruz, antes la Torre Pediátrica, una obra de la mayor trascendencia que inició el entonces gobernador priista Fidel Herrera Beltrán y que en sus seis años de administración no pudo concluir Javier Duarte de Ochoa.
Es una buena obra porque implica un bien común, colectivo, y debe reconocérsele al gobernante, y atrás de él al Secretario de Salud Hirám Suárez Villa, su voluntad política para terminar y poner en servicio lo que se había convertido en un monumento a la mala planeación, la irresponsabilidad oficial, la mala administración y la corrupción.
En este caso no debe regateársele, eso opino, ningún mérito a Miguel Ángel, pues es tangible el resultado que se proyectará ahora y en el futuro hacia niños enfermos o que se accidenten, así como a sus familias, de lo que no me excluyo pues algún día puedo necesitar para alguno de los míos los servicios del nuevo hospital.
Este tipo de buenas acciones oficiales rebasa siglas y colores partidistas, pues los males y los accidentes no distinguen entre rojos, azules, amarillos, morenos y demás. Lo que sea para el bien de la salud de los veracruzanos, más para los niños de familias en desventaja económica, bienvenido.
Me atrevo a decir que por su beneficio social, podría ser la obra más relevante que dejará la corta administración de Yunes Linares y por la que lo recordarán muchos veracruzanos. Se trata de un verdadero acto de justicia para los niños de Veracruz.
Le dio champú a Peña Nieto
Ya en el terreno político, no dejó de llamarme la atención el interés y énfasis que puso el gobernador en darle champú al presidente Peña Nieto, pues le agradeció, así como a la PGR, su brazo ejecutor (así como en Veracruz lo es de él la Fiscalía) por ayudar a recuperar el dinero para concluir la obra.
¿De cuándo a acá un gobernador panista le echa flores a un Presidente priista? Desde que Yunes llegó a la gubernatura. No ha dejado de hacerlo. Pero, ¿no que el mexiquense iba a venir a inaugurar la obra, según dijo en un principio el director del Hospital Regional de Veracruz, Luis Cerecedo Candelaria? ¿Se retrasó la inauguración, prevista en un principio para el 19 de febrero, para esperar a que confirmara su asistencia? Pues no, Peña no vino.
En este espacio he comentado el calor y apapacho que le ha dado el Presidente al gobernador, pero ante la ausencia ayer del titular del Ejecutivo federal, ¿será la primera señal de que no habrá más?, ¿acaso ya empieza a hacer estragos en la hasta ahora buena relación el tema electoral?, ¿le dijeron sus asesores a Peña Nieto que toda visita al Estado y todo apapacho y respaldo a Yunes se traduce en el debilitamiento del PRI en Veracruz?, ¿qué el gobernador ha estado desmantelando su partido?, ¿que están hasta el fondo en las encuestas y que si sigue el apoyo a Miguel Ángel no van a salir del hundido tercer lugar?
Sólo el tiempo responderá estas interrogantes, pero si no vino el mero preciso y macizo, no importa, había que enviarle un mensaje: ¡te estoy agradeciendo y reconociendo, eh!
Por si son peras o manzanas, lo que se advierte es el cuidado que está teniendo el gobernador en su relación con el Presidente, es decir, con el Gobierno federal, porque aunque Peña Nieto obtiene una baja calificación entre el pueblo mexicano, no deja de tener un gran poder, tanto como para desestabilizar un gobierno estatal o a un gobernador, e incluso a alguien con más poder. Ahí está como ejemplo el caso de Ricardo Anaya.
El candidato presidencial de la coalición “Por México al Frente” está en un serio problema acusado del delito de lavado de dinero y la PGR, esto es, el Gobierno federal está presentando presuntos cómplices y testimonios que lo implicarían y que lo zarandea en su candidatura, y que ya le causa estragos ante el electorado.
Ayer, en su espacio noticioso de Radio Fórmula, Ciro Gómez Leyva reveló que toda la campaña en contra de Anaya se originó porque éste se iba a meter con el Presidente, difundiendo un spot amenazante. “A grandes rasgos el spot decía que en Brasil por la corrupción se metió a la cárcel al presidente, en Perú por corrupción se metió a la cárcel a un expresidente, en México meteremos, por la corrupción, a la cárcel a un expresidente, Peña Nieto”. Dijo Ciro que ante ello, fuentes del PRI le dijeron que “vienen muchas cosas más de Ricardo Anaya”.
Ahí está, pues, el poder político en México en todo su esplendor. Si lo anterior es cierto, Peña no tendrá piedad con Anaya. Lo va a aniquilar, o ya lo ha empezado a hacer. También en política hay límites y el panista los habría roto y traspasado. Pagará los costos.
¿También el caso de Anaya tuvo que ver con que no viniera Peña Nieto ayer a Veracruz, si se toma en cuenta que el gobernador Yunes Linares es uno de los que más impulsa al panista y es de sus mejores y más cercanos aliados? ¿Es que sospechan que alguien de Veracruz le aconsejó al candidato presidencial que utilizara el mismo método que llevó al PAN al Gobierno del Estado, usando como bandera la lucha contra la corrupción y ofreciendo meter a la cárcel al inminente nuevo exgobernante, como sucedió con el caso de Javier Duarte? ¿Si eso fuera, qué no sabrán en el Gobierno federal del gobernador de Veracruz?
Hasta donde llegan mis informes, Anaya ya estaría empezando a pesar al yunismo azul pues cayó su porcentaje entre el electorado veracruzano, se desplomó, y ha arrastrado con él a la baja al hijo del gobernador, aumentando su desventaja ante los candidatos de Morena.
A esa caída habría contribuido también, en el caso de la candidatura local, como apunté en pasada columna, el desequilibrio que causó el gobernante al desmantelar en buena medida al PRI, pues muchos tricolores migraron ya hacia el morenismo, y un ingrediente más han sido los atropellos de la Fiscalía contra los veracruzanos.
Acaso eso causa desesperación y nerviosismo entre los Yunes Linares-Márquez y los lleva a cometer errores que les pueden costar caro, como el de ayer cuando el candidato a gobernador panista estuvo en la inauguración del Hospital Infantil sin tener ninguna representación oficial ni justificación más que el deseo de hacerse notar y promoverse de alguna manera, como una forma de estar incitando el voto hacia su persona en periodo legal cuando no se puede hacer.
Vargas Llosa alerta contra AMLO
¡Vaya! Duro y a la cabeza le dio ayer, sin contemplaciones trató el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa a Andrés Manuel López Obrador.
El corresponsal del diario Reforma lo entrevistó en Madrid, y el escritor “advirtió del suicidio democrático que cometerían los mexicanos de elegir como Presidente… al candidato de Morena”
“Cáustico en sus apreciaciones sobre el ex Jefe de Gobierno de Ciudad de México, el escritor de origen peruano aseveró que el tabasqueño representa una democracia populista y demagógica, con recetas que están absolutamente fracasadas en el mundo entero, por lo que deseó que los mexicanos voten con lucidez y no con el estómago”. ¡Zas!
La única respuesta del tabasqueño fue: “Es buen escritor, pero mal político”.
En septiembre de 1990, Vargas Llosa, en encuentro entre intelectuales europeos y americanos calificó a México como “una dictadura perfecta”.
En las instalaciones de Televisa, cuando el tema era Europa del Este, Vargas Llosa se salió del guion ante la sorpresa de Octavio Paz, el moderador y promotor del encuentro, y advirtió: “Espero no parecer demasiado inelegante por decir lo que voy a decir”, y sorrajó:
"Yo no creo que se pueda exonerar a México de esa tradición de dictaduras latinoamericanas. Creo que el caso de México, cuya democratización actual soy el primero en aplaudir, como todos los que creemos en la democracia, encaja en esa tradición con un matiz que es más bien el de un agravante.
México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México… es la dictadura carnuflada… Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible", refiriéndose al PRI de entonces.
Ahora alerta contra López Obrador. El hombre sabe lo que dice.