Por fortuna –y creo que es la primera vez que en esta columna me expreso así respecto a una persona, y me apena hacerlo porque es mujer– no conozco a quien en mala hora es hoy consejera electoral y presidenta de la Comisión de Debates del Organismo Público Local Electoral (OPLE), Tania Celina Vásquez Muñoz.
Esta mujer consideró un riesgo invitar a un periodista a moderar un debate de los candidatos a la gubernatura con el argumento de que podría hacer preguntas “de cualquier índole”.
Me pongo el saco y me siento aludido porque con todo derecho soy periodista de carrera y me lastima y me indigna que alguien ponga en duda la seriedad, la responsabilidad, el profesionalismo y la cultura electoral de los periodistas veracruzanos y no veracruzanos como para moderar un debate.
Su actitud cerrada, retrógrada, contrasta y se da como reacción al anuncio que hizo otro consejero electoral, Juan Manuel Vázquez Barajas, de que se buscaría aprobar un formato de debate parecido al que vimos el domingo, implementado por el Instituto Nacional Electoral (INE).
Este consejero argumentó con toda razón que el debate previsto de los candidatos a la gubernatura se hará con un método tradicional y acartonado. Por lo que hemos visto en procesos anteriores, los hechos demuestran que es cierto.
Para la obtusa funcionaria se ve que pasó de noche el debate del domingo, al que por su formato, que incluyó a tres periodistas como moderadores, se le consideró el verdadero ganador porque permitió que precisamente, sin cortapisas y sin ningún tipo de control oficial, nuestros colegas preguntaran con toda libertad pero con responsabilidad sobre los temas que están en el centro de la atención de los mexicanos.
Pero también pasa por alto los diversos debates que en algunos medios digitales y radiofónicos del Estado se han organizado y celebrado con candidatos a cargos de elección popular, donde mis compañeros periodistas han demostrado un alto nivel de profesionalismo y el resultado ha contribuido al fortalecimiento de la democracia en Veracruz.
No se puede esperar otra cosa de esta negativa funcionaria electoral, quien en febrero de 2016 fue señalada de haber llegado al cargo sólo por recomendación de su padre un magistrado del Tribunal Superior de Justicia, y acusada de observar una actitud prepotente e inhumana.
En realidad enseñó el cobre con su declaración de ayer y hace dudar de su comportamiento imparcial; dejó la idea de estar al servicio de un interés muy particular cuando se ve que le preocupa que un periodista haga preguntas de “cualquier índole y que nosotros no tuviéramos el control”.
¿Qué significa para esta mujer preguntas de cualquier índole? ¿Acaso la verdad que los veracruzanos desean saber ante la cerrazón y falta de transparencia con la que algunos de los participantes se han conducido cuando han ocupado algún cargo público? ¿A quién protege y a cambio de qué? ¿Le preocupa que un periodista agudo e inteligente los incomode con sus preguntas, con base en los hechos que han estado o están a la vista de todos? ¿De quién recibe línea?
Dijo que el OPLE correría un riesgo si modificara el formato para adecuarlo al esquema del domingo. ¿Concretamente, qué riesgo? Habla de control, del riesgo de que “nosotros no tuviéramos el control”. ¿Qué control es el que teme perder? ¿El de las preguntas cómodas, interesadas, a modo, o con jiribilla para dañar a un candidato y beneficiar a otro, que les dicten desde una oscura oficina oficial o que vayan contenidas en tarjetas que les hagan llegar con un jugoso “estímulo”?
Con quién sabe qué en la cabeza, dijo que para el “árbitro electoral” (¿árbitro cuando se ve que con su cerrazón está sirviendo algún interés que no es el de los veracruzanos ni de la democracia?) “sería muy complicado poner en juego algo tan delicado como es la legalidad y el espacio de la libertad que cada uno de los candidatos tendrá para exponer sus ideas”. ¿Libertad para exponer sus ideas cuando ella mismo está hablando de control y de que no se hagan preguntas “de cualquier índole”? ¿Dónde deja la libertad de los veracruzanos y de los electores para saber, informarse y poder tomar una decisión por quién votar? ¿Dónde deja la libertad de los periodistas, dignos representantes sociales, para preguntar con toda formalidad y profesionalismo?
Declaró que no pueden (sí pueden pero su patrón no se los permite) generar otro formato porque “siempre nuestra posición es como más acotada”. Su posición no, consejera, la que está acotada, tiene acotada usted su mente, y su libertad a decidir en beneficio de los veracruzanos que con temas determinados las preguntas sean abiertas, como se hizo el domingo y marcó un hito en la historia de México.
¿Si tiene usted tantito pudor profesional, por qué no pide asesoría a los consejeros del INE y le da a Veracruz la oportunidad de inaugurar una nueva etapa en la historia de los debates electorales? Ofende al gremio periodístico veracruzano con su actitud y su declaración, pero entonces no deje la idea de que está sirviendo de tapete de alguien e invite a periodistas de la Ciudad de México o de otros estados para evitar la sospecha de la simpatía por un determinado candidato.
Lo que dijo ayer es otra forma de violencia contra los periodistas, cuando los descalifica y pone en duda su integridad profesional. No lo debemos permitir. No cabe duda, hay de delincuencia a delincuencia.
Lo que propuso el consejero Vázquez Barajas fue un debate flexible, abierto, con participación ciudadana e incluso que pudiera haber preguntas tomadas de las redes sociales.
Ayer, el mismo presidente del OPLE, José Alejandro Bonilla Bonilla, declaró que el organismo “no depende del Gobierno del Estado”.
"Nuestra actuación como Consejo General ha sido muy clara, creo que tenemos la suficiente autonomía y no dependemos ni del Gobierno del Estado ni de nadie, nuestros acuerdos son totalmente autónomos", manifestó.
Quisiera creerle, pero entonces por qué la actitud cerrada de su colega consejera, por qué el corsé y su negativa a un cambio cuando hay tiempo para hacer modificaciones al formato del debate pues falta más de un mes para el primero; ¿a quién o a qué le temen?