En la antigua ortodoxia del PRI, la selección de candidatos a gobernador, senador y diputados federales correspondía al presidente de la república, y al gobernador de cada entidad le quedaba la decisión sobre los presidentes municipales y los diputados locales, con sus excepciones, claro está, como cuando el gobernador Rafael Hernández Ochoa no pudo colocar a Virgilio Cruz Parra como candidato a presidente municipal del puerto de Veracruz porque se le atravesó el presidente José López Portillo, quien impuso al legendario beisbolista Roberto “Bob” Ávila González (Virgilio de todos modos llegó al trienio siguiente).

Todo se modificó hace diez años cuando el Revolucionario Institucional perdió la presidencia de la república y las decisiones electorales del tricolor pasaron al dominio de los gobernadores priistas en acuerdo con el Comité Ejecutivo Nacional. Por lo menos en Veracruz así ocurrió y no se ve que esa nueva práctica se vaya a alterar.

Sin embargo, por lo que se acaba de ver, sí ha habido algunas modificaciones en las prácticas políticas de las entidades que antes hubieran sido impensables.

El domingo apareció en la mayor parte de los medios un boletín en el que el todavía secretario de gobierno Reynaldo Escobar Pérez “confirma” sus aspiraciones para contender por una candidatura al Senado de la República en el 2012, “pretensiones que calificó como legítimas para representar al estado de Veracruz”.

Sin duda, sus pretensiones son legítimas y está en todo el derecho a aspirar a lo que quiera, pero en la antigua ortodoxia tricolor lo mínimo es que lo hubieran hecho renunciar de inmediato al cargo por faltar a las reglas políticas no escritas, una de no violentar los tiempos políticos autodestapándose en forma adelantada; dos, de no interferir tratando de desviar o llamar la atención cuando el objetivo central de la atención mediática debe estar centrada en el gobernador electo en vísperas de su asunción al poder; tres, de utilizar un cargo público para autopromocionarse; cuatro, de faltarle el respeto al gobernador al no consultarle e irse por la libre, y cinco, de ignorar olímpicamente al gobernador electo al que debió haber por lo menos informado lo que iba a hacer y a decir. Pero, ya se vio, no pasó nada.

En realidad, no sé si en verdad algún reportero le preguntó eso de si no hay probabilidades de que el gobernador (Fidel Herrera Beltrán) quiera volver al Senado “para mantenerse” (¿para mantenerse, en qué o de qué?) o si dentro del boletín se utilizó la estratagema para que se explayara sobre su pretensión, pero el secretario de gobierno no descartó tal posibilidad y de inmediato se colocó como su compañero de fórmula y dijo que le gustaría acompañarlo “en esa contienda”.

¿Acaso esa mera especulación no es descalificar por anticipado al gobernador Herrera Beltrán en su pretensión de aspirar a la candidatura presidencial? Porque si se habla del todavía Ejecutivo estatal como futuro candidato al Senado es que se está adelantando ya que no va a conseguir su propósito mayor, algo que no cabe decir en un subalterno que se supone debe ser leal a quien lo puso en el cargo que ocupa, una imprudencia política sin duda.

 

Nuevamente pensando en la antigua ortodoxia, lo correcto por respeto a quien ya se va del poder es que, si de verdad existió la entrevista, se hubiera excusado y hubiera eludido el tema y lo hubiera transferido para cuando esté fuera del gobierno cuando se pudiera pensar que ya no hay mayor compromiso con quien lo llevó a la segunda posición política más importante del estado.

En lo que sí tuvo cuidado fue en evitar la mención a una posible postulación por el PRI y ahí sí le dio vueltas a la pregunta respondiendo “que se postularía por el partido que le invite”, con lo que estaría tocando ya a las puertas del PAN, del PRD, del PT, del PANAL o de Convergencia, pues es indudable que el tricolor tiene ya una larga y sólida nómina en la que yo me atrevería a  colocar en primer lugar y casi seguro al actual diputado federal José Francisco Yunes Zorrilla y para la otra candidatura se van a desangrar Héctor Yunes, Marcelo Montiel, Adolfo Mota, Juan Nicolas Callejas, Jorge Carvallo, Ranulfo Márquez y Jorge Uscanga (no baja la guardia y sus simpatizantes afirman que cuenta con la simpatía de Enrique Peña Nieto), para no hacer más larga la lista.

Pero, volviendo a la ortodoxia tricolor, ninguno de ellos llegará a la candidatura tricolor si no pasa por el cernidor que representa el gobernador del estado combinado con una gran aceptación popular, el mayor número de amarres con los grupos representativos de la entidad y, claro, con el mayor número de relaciones políticas en el altiplano además de con mucho, mucho dinero, requisito sine qua non (perdón por el latinajo), es decir, condición sin la cual no dejará de ser un político pobre. ¿Cabría pensar que el secretario de gobierno pasará por el cernidor oficial cuando no pudo obtener su visto bueno para repetir en el cargo como era –y no la ocultaba– su intención?

Y en otro tema, ¿Juan Octavio Pavón González a la dirección de Radiotelevisión de Veracruz? El perfil lo tiene. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Hizo una maestría en Dirección y Administración de Empresas por el Instituto de Empresa de Madrid, España, y actualmente es director general de Innovación Tecnológica del Gobierno del Estado.

Para el Injuver se menciona al joven pozarricense Yarid Christfield, de la nueva generación de políticos con experiencia, formación política y académica, además de sensibilidad en su trato con los jóvenes del estado.

 

Si así fuera se haría justicia a un joven que ha buscando distinguirse por su seriedad, por su trabajo, por su entrega a las encomiendas que ha tenido y, algo muy importante entre los jóvenes, algo que contaría mucho es que tienes ganas de demostrar su valía.