Si bien constitucionalmente será mañana  cuando asuma el gobierno del estado, con su aparición esta noche para dar a conocer su gabinete, de hecho Javier Duarte de Ochoa estará inaugurando la nueva administración pública estatal.

Con su anuncio, el joven gobernador entrante contraerá la primera gran responsabilidad con los veracruzanos pues si bien él será el primero y el último responsable de la gestión sexenal, mucho de lo que se haga o deje de hacer dependerá de los hombres y mujeres en los que él deposita su confianza.

En realidad, se trata de una cadena de responsabilidades, pues si bien de la actuación de los colaboradores del nuevo gobernador dependerá que los gobernados juzguen la sensibilidad, visión y tino político del nuevo Ejecutivo para escoger a los hombres y mujeres idóneos que requiere un estado como el nuestro, a su vez del éxito que el cordobés tenga dependerá que los veracruzanos juzguen y califiquen qué tan acertado estuvo el voto de calidad de Fidel Herrera Beltrán a la hora de escoger a su sucesor.

La llegada a la Presidencia de la República de la oposición hace diez años sirvió de lección para demostrar que no se requiere sólo que los funcionarios públicos sean los mejores en su campo (por ejemplo que los secretarios sean unas lumbreras como académicos o investigadores o exitosísimos empresarios u hombres de negocio o verdaderos santones como el señor Carlos Abascal Cararranza, etc.), pues si bien el presidente Vicente Fox recurrió a los famosos headhunters (caza talentos) para buscar a sus colaboradores y presumió de que el suyo era un gabinetazo, al final casi todos o todos resultaron un fracaso: ineficientes, corruptos, antiéticos.

Para recurrir al lenguaje popular, se puede decir que al gobierno –creo que a cualquier gobierno de México y del mundo– deben y tienen que llegar los más cabrones en el sentido de que sí dominen profesionalmente bien su campo, pero que a ello sumen oficio político que quiere decir muchas cosas como sensibilidad para atender y entender a los demás, capacidad de diálogo y negociación, conocimiento pleno del estado y, no se crea, sí, a veces mano dura pero para obligar al cumplimiento de la ley y evitar actos deshonestos y no para reprimir o tomar represalias o cometer injusticias.

Los escogidos deberán de entender que no llegan para hacernos un favor a los veracruzanos sino para servirnos, que van a atender un cargo que es pagado por todos quienes cubrimos rigurosamente nuestros impuestos y que la sociedad veracruzana está bien informada, lo que quiere decir que no se le engaña, pero que además no se deja, que es demandante, que reclama, que exige, que sabe muy bien sus derechos.

En lo personal para ellos, si son inteligentes y quieren labrar un mejor futuro, sabrán que no pueden defraudar la confianza que el gobernador Duarte de Ochoa depositará en ellos a partir de las 20 horas de esta noche.

Yo conozco a casi todos y todas a  quienes se menciona y por experiencia propia se muy bien que el poder cambia, transforma, marea, deslumbra, desestabiliza incluso enloquece a muchos y a muchas. Creo que no pasará mucho tiempo para comprobar el grado de madurez política de cada uno de ellos y de ellas.

Si son inteligentes sabrán que se les abre una oportunidad para demostrar, unos que son verticales –derechos como se dice en nuestro medio– en cuanto a su comportamiento personal y público, que su imagen corresponde a lo que sabemos de ellos, y otros para demostrar que han cambiado, que se han regenerado, porque, no se crea, entre los mencionados hay uno que otro que he conocido en el pasado como hombres o mujeres en el servicio público o político que ofrecen, prometen y no cumplen. Esta es una gran oportunidad para dejar el pasado y reivindicarse para bien de Veracruz  y de los veracruzanos.

El gobernador Javier Duarte abre para muchos y renueva para otros muchos más las esperanzas de tiempos mejores para Veracruz (siempre habrá tiempos mejores si se quiere). Ojalá y no se equivoque con la selección que dará a conocer esta noche, pero que si lo hace –pues ser humanos es al fin y al cabo y no hay ser humano perfecto– tenga también la honradez personal de aceptarlo y la decisión para rectificar, corregir y enmendar el rumbo.

El nuevo ejecutivo carga consigo una responsabilidad más, que me parece fundamental para el futuro político de la entidad: demostrar que los jóvenes sí están suficientemente preparados para encomiendas mayores y que estaban equivocados quienes cuestionaron su juventud cuando se le abrió el camino para que aspirara a la máxima responsabilidad del estado. De lo bien o de lo mal que lo haga sus propios contemporáneos habrán de reconocérselo o de reclamárselo.

Cuando digo que abre y renueva esperanzas, ojalá y sin caer en el populismo busque y tenga los mecanismos para saber escuchar y entender a la mayoría de la población, la que tiene mucha desconfianza en los hombres en el gobierno, que demanda recato en la actuación pública oficial, que pide honestidad y honradez, que quiere que se le hable con la verdad así sea doloroso lo que se le tenga que decir, que no tolera la impunidad, que reprueba y censura el abuso y que no quiere funcionarios borrachos, agresivos, bravucones o fantoches, que demanda y exige transparencia.

Pero la tarea no será sólo del gobernador. Mucha de la carga de la buena imagen dependerá de cómo actúen y qué resultados ofrezcan los que serán anunciados la noche de este histórico martes. Por eso afirmo de entrada que esta es la primera gran responsabilidad que asume el nuevo ejecutivo, como afirmo también con todo conocimiento que los veracruzanos todos estaremos pendientes de todos estos señores y señoras para demandarles cuando no cumplan con el compromiso que contraerán mañana cuando rindan protesta de ley.