Dada la nueva política en materia de comunicación social que ya se vislumbra en el nuevo gobierno del estado, cabe plantearse razonablemente si no será, a fin de cuentas, benéfica para la sociedad pero sobre todo para el ejercicio periodístico mismo.
En el sexenio que recién concluyó se dio un fenómeno que, a mi juicio, fue en detrimento de la calidad informativa y por lo tanto de la transparencia y de los intereses de todos los veracruzanos, ya que en su mayoría los reporteros se centraron –y se conformaron– con la información que generaba el gobernador, descuidando tantos y tantos otros temas, muchos de ellos sobre problemas, carencias, rezagos o injusticias.
Ello llevó a que la llamada infantería del periodismo manejara la misma información y que sus medios aparecieran a diario uniformados –informativamente hablando–, sin muchas opciones, no obstante el verdadero mosaico que es Veracruz y la posibilidad de matices que ofrece.
Era frecuente que salvo sus honrosas excepciones, los compañeros reporteros se concentraran en un café o en un hotel o en un sitio público donde iba a estar el ejecutivo del estado, le acercaran la grabadora y salieran corriendo a la computadora a transcribir y redactar y de paso a sacar el día, mientras tantos temas de interés estaban –y hasta ahora están– esperando.
Era un periodismo –si es que así se le puede llamar– del menor esfuerzo, sólo de dichos pero no de hechos, que reflejaba, de paso, poco o nulo trabajo por parte de los jefes de información de los medios, que no exigían variedad informativa porque seguramente no daban la orden de trabajo a los reporteros a temprana hora como corresponde profesionalmente a su función.
Habiendo tantos periódicos, tantos portales, bastaba con leer uno solo porque todos los demás decían lo mismo, nuevamente con sus verdaderas excepciones, que las ha habido y las hay afortunadamente y que esas sí son un verdadero tanque de oxígeno informativo.
Acaso por eso algunos portales informativos han ido teniendo preponderancia porque por esa uniformidad han sido los propios ciudadanos y los propios lectores los que se han vuelto reporteros de sus mismos casos o de los casos más cercanos a ellos y han optado por reportar mediante correos electrónicos lo que los reporteros de oficio o profesionales se han negado a ver y a registrar.
Por eso señalo al principio que quizás será benéfica la nueva política de comunicación social oficial ya que (por lo menos hasta donde sé que es su firme determinación) en lugar de dedicarse a hacer declaraciones, el gobernador Javier Duarte pretende hablar con hechos, con obras, con acciones concretas, con respuestas a denuncias, demandas y peticiones.
Aunque hasta ahora no todos los secretarios de despacho han captado la decisión del ejecutivo, la mayoría ya lo advirtió o ya lo sabe y, en consecuencia, seguirán la misma línea, por lo que a diferencia del pasado inmediato, no habrá casi o prácticamente nada de declaraciones, por lo que los jefes de información tendrán que ponerse a trabajar en serio para dar las órdenes de trabajo a sus reporteros a fin de tener qué ofrecer a sus lectores, y los reporteros tendrán que ser creativos para buscar la nota del día.
Algo que me llama la atención es que, según tengo información, el nuevo gobernador está bien preparado para soportar toda la crítica que se pueda generar en su contra por esta nueva política informativa y está cierto que una forma de neutralizar todo cuestionamiento interesado será cumplir con su deber y apegarse a la ley. Si esto se confirma en los hechos y en los días por venir, será saludable para la vida pública del estado.
Y será saludable para el ejercicio periodístico y para los intereses de la sociedad ya que no teniendo como única fuente informativa al ejecutivo los reporteros tendrán que buscar y abordar nuevos temas, ofrecer más variedad, dejar el cómodo café, ir a la calle, a la colonia, a las comunidades, atender a otros actores sociales, ventilar asuntos de verdadero interés colectivo.
Pero también, según tengo entendido, se cuidarán más los dineros de los contribuyentes por lo que disminuirán sustancialmente los flujos económicos por concepto de publicidad o información pagada, lo que seguramente resentirán muchos pero lo que a su vez obligará a permanecer en el mercado sólo a aquéllos medios que sean una verdadera opción de interés para los lectores y para la sociedad.
Esa política valdrá para todas las dependencias y lo tienen muy claro los secretarios, tanto que esperan muchas presiones, pero tienen instrucciones de no variar las indicaciones que ya se les han dado.
Con ser todo lo anterior positivo si de cuidar los intereses de la sociedad se trata, creo que por otro lado se debe cuidar de no caer en el exceso que contribuya a la opacidad y que sirva de pretexto para no informar sobre asuntos que sean de interés público y que los veracruzanos necesiten saber.
Alguien de adentro me ha dicho que cuando se expresa que este gobernador no es mediático, no es que ignore el papel que juega la prensa seria y profesional y que no le interese, sino que no está dispuesto a gastar, invertir o pagar un solo quinto para que se ocupen de él y le aplaudan, y que los efectos de esa decisión seguramente no tardarán en advertirse cuando la emprendan contra él, contra sus decisiones y contra su gobierno.
Se me asegura que si en algo habrá y se reflejará el verdadero cambio del nuevo gobierno será en esta nueva política de comunicación social y en su relación con la prensa en todas sus modalidades. Yo, como el chinito, aunque tampoco dejo de otorgar el beneficio de la duda.
Todo lo que sea para bien de los intereses de la sociedad, de los veracruzanos, del estado, debe ser bienvenido, siempre y cuando, claro está y en el caso especial de los medios de información, no se vulnere el derecho que tenemos todos los veracruzanos a estar bien informados.