El alcalde de Xalapa, Hipólito Rodríguez Herrero, acaba de dar muestras del desconocimiento que tiene del manejo político y administrativo de la administración municipal que preside.
Con un gran candor reveló que Pemex le “prometió grandes cantidades” de asfalto, que no le ha entregado, con lo que quiso justificar por qué no se han rellenado los baches-cráteres que hacen que la capital del Estado se asemeje al paisaje de la superficie lunar.
Un video con su confesión se hizo prácticamente viral en las redes sociales y la lluvia de críticas a su persona no se hizo esperar; los memes con su imagen invaden el espacio cibernético, pero tampoco le fue bien en la prensa por lo que dijo.
En la grabación se escucha que alguien le pregunta que si no le dan el asfalto entonces qué, a lo que responde: “Tenemos recursos para comprarlo, pero si nos lo regalan, mejor”.
Ahí están las consecuencias de la falta de oficio político, de la experiencia necesaria para estar con éxito al frente del Ayuntamiento de la importancia del de Xalapa, emblemático además porque se trata del de la capital de Veracruz.
Mientras espera con la pasividad que lo caracteriza, tiene ya prácticamente encima a todo Xalapa por el pésimo estado de calles y avenidas de la ciudad que lucen hoyancos en vías de ser cráteres.
Me apena con él porque el pasado fin de semana estuve leyendo El Veracruz de Hernán Cortés, un interesante cuando valioso y hermoso libro de la colección Veracruz Siglo XXI dirigida por Enrique Florescano, en el que Hipólito y la historiadora Rosío Córdova Plaza participan con una narración y donde se confirma que el hoy también alcalde de Xalapa es un muy buen antropólogo social.
Pero no cabe duda que uno es el mundo académico, de investigación, y otro el de la política. A Hipólito lo lanzaron a la alberca política sin saber nadar y manotea y patalea con desesperación buscando no hundirse y ahora o aprende a nadar por instinto o por un milagro de Dios o le lanzan un salvavidas político y lo rescatan, o termina ahogándose.
Tiene razón cuando afirma que hay recursos para comprar el asfalto. Exclusivamente para obra pública, Xalapa dispone este año de un presupuesto de 300 millones de pesos.
Pero faltando ya solo tres meses para que concluya el año (octubre, noviembre y diciembre) se han liberado solo cuatro, cinco obras significativas y las demás están en licitación o en construcción.
El señor alcalde confunde el Ayuntamiento con una empresa privada o con un banco; el primero tiene como prioridad el bien común a través de los servicios públicos y los segundos buscar ganancias económicas y ahorros que les dejen intereses.
La ciudad se le empieza a caer en pedazos, literalmente (en las redes sociales proliferan las fotografías que dan testimonio de ello), y en lugar de utilizar los recursos de que dispone está esperando ver si le regalan material para ahorrarse unos pesos.
Ignora, o no se lo han dicho sus asesores, que los ciudadanos pagan impuestos para que les den buenos servicios públicos, no para que tenga el dinero en algún banco “sudando” y esperando que alguien le haga una donación para no sacarlo y no gastarlo.
No. No es así. No es de su peculio personal, de su bolsillo. Se trata de un recurso público para el bien público.
Incluso el no utilizar el recurso económico de que dispone y que fue aprobado por el Cabildo y por la Legislatura lo puede hacer caer en el subejercicio que lo llevaría a perder el dinero que no se ejerza y hasta que le finquen responsabilidad.
Ya adelantó que ahora llegará a la Tesorería la experta en finanzas Clementina Guerrero, exSecretaria de Finanzas del Gobierno del Estado y quien también administró, y bien, los recursos de la Universidad Veracruzana.
Eso es lo que necesita, que se rodee de personas que sepan, que tengan experiencia para que lo ayuden, porque con los que llegó inicialmente el trabajo ha dejado mucho que desear.
Además, ¿quién lo engañó que Pemex le donaría asfalto?
Pero partamos del supuesto de que, en efecto, algún funcionario de la paraestatal se lo ofreció. El maestro Rodríguez Herrero está sentado esperando a que se lo envíen o a que se lo vengan a dejar a las puertas del Palacio Municipal.
¿Ignora que en este podrido sistema si quiere que del área de desarrollo social de Pemex encargada del reparto de asfalto, diésel y gasolina a estados y municipios le regalen algo no lo van a hacer si no ofrece un “moche”, una “mordida”, un “diezmo”, un “cañonazo”, una “comisión”, algún contrato, alguna concesión o algún jugoso negocio a quienes parten el pastel?
Pero si aun así lo hiciera necesita moverse, ir a la Ciudad de México a pedirlo, a exigirlo, a pelearlo, porque la capital de Veracruz no es la única ciudad del país a la que habrían ofrecido darle, si es que no lo engañaron. ¿Quién en concreto le hizo el ofrecimiento?
Además, ¿desde cuándo Xalapa está comprendido dentro de los llamados municipios “petroleros” a los que se les otorga ese beneficio?
Anteriormente, todo el asfalto, el diésel y la gasolina para Veracruz se lo entregaba Pemex al Gobierno del Estado, pero ante la queja de que no llegaba a los municipios (lo vendían a particulares y hacían negocios millonarios) la empresa optó por darle su parte a la administración estatal y enviar directamente a los municipios lo que les tocaba.
Maquinaria de Veracruz fue una gran cueva de Alí Baba donde no había 40 ladrones sino toda una legión. Ahí, con el asfalto, el diésel y la gasolina donada se hicieron millonarios muchos que llegaron con una mano por delante y otra por detrás.
Pero luego el gobernador Fidel Herrera Beltrán repartió juego y pasó el manejo a la Secretaría de Protección Civil. Fue lo mismo.
Si no mal recuerdo, con Duarte Pemex dejó de entregar el material porque nunca se comprobó qué utilidad se le había dado, en dónde se había utilizado, en qué cantidad. Aunque aun, en el supuesto de que todavía se lo entreguen al gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, ¿alguien en su sano juicio pensará que el gobernador le va a “convidar” de lo suyo a Hipólito, de Morena?
Por el sentido y el tono con el que hizo su declaración el alcalde de Xalapa, se advierte que va a esperar, quién sabe hasta cuándo, que le regalen el asfalto.
También se advierte que el munícipe no cobra conciencia del daño que ya le está causando a la imagen de Morena por no ofrecer resultados o por no brindar buenos servicios, los que los electores que votaron por él esperaban, lo que los hace preguntarse si así serán los gobiernos de Cuitláhuac García y de López Obrador.
Ni él ni sus colaboradores se dan cuenta tampoco que no tardando, los enemigos políticos de Morena, de AMLO y del nuevo gobernador van a utilizar su ineficacia, su mal gobierno y su falta de resultados para utilizarlos en sus campañas de proselitismo político. Como se dice en lenguaje popular, le van a sacar raja política a su incompetencia.
Pero el problema de los baches en calles y avenidas no es el único. ¿También estará esperando a que le regalen lámparas para reponer las que no sirven y que tienen en penumbra a varias partes de la ciudad?
Lo que los ciudadanos quieren son resultados, buenos servicios, no justificaciones. Pero además, hay dinero para solucionar. Lo confiesa el propio presidente. Prefiere tenerlo abajo del colchón. Qué pena, qué lamentable.
Y Duarte se vaaa, se vaaa y se…
Triste también, e indignante, que el gordo Javier Duarte se puso a un paso de salir de la cárcel. A reserva de que se confirme, le dictaron nueve años de prisión y multa de 58 mil pesos sin rehabilitación como servidor público. La Auditoría Superior de la Federación reportó un desfalco durante su administración de 60 mil millones de pesos, entre otros señalamientos. Decepcionante. Mientras muchos inocentes o algunos que delinquieron por hambre o por su pobreza se pudren en prisión.