De Lavoisier, el famoso químico francés, sólo recuerdo aquel principio de su ley (en la secundaria fui malísimo para la química, la física y las matemáticas, no así para la química con mis compañeras, si es que de algo puedo presumir a mis años), la de la conservación de la masa: en cualquier reacción química, la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma (y a continuación y enseguida el maestro Machucho –así se apellidaba el buen hombre– sacaba la retorta, la probeta, el mechero de Bunsen, etc., y trataba de experimentar y de milagro nunca nos asfixió con el tóxico de los componentes químicos, pero teníamos que correr en estampida hacia la puerta cuando el humo y el fuerte olor invadían el laboratorio escolar –esa pachanga era lo único que me gustaba de la clase).
De este principio me he acordado al observar algunas de las características del nuevo gobierno del estado pues tal parece que en nuestro sistema político no hay nada nuevo ni nada se ha destruido, sólo se han transformado el escenario y los protagonistas.
Por ejemplo, tal parece que luego del sexenio inmediato anterior, donde destacaban y tenían lugar preponderante las mujeres jóvenes, pechugonas, nalgonas, de preferencia altas, piernudonas, con cinturita y cara bonita, ya fueran edecanes, secretarias, “ayudantes”, etcétera, hemos vuelto a los tiempos del gobernador Miguel Alemán de ejercer el mando casi siempre acompañado por la señora esposa. En efecto, el carismático y generoso, respetuoso, atento y amistoso ex gobernador, en todos los actos en que pudo se hizo acompañar por la señora Christiane Magnani con la que muchas veces se vio tomado de la mano como si fueran jóvenes enamorados. Esta característica se vio desde la campaña e incluso uno de los lemas durante la jornada proselitista fue: “La democracia es pareja”, que felizmente se le ocurrió a Lorenzo Lazo Margáin cuando se buscaba un eslogan para la publicidad y la propaganda (me reía al ver cómo a muchos funcionarios que tenían casas chicas, otros frentes, estaban separados de sus esposas, no les hab
ía quedado otra más que volver con ellas y exhibirse con sus cónyuges para imitar al “señor”). Ahora, en el casi mes y medio que lleva en el poder, al gobernador Javier Duarte se le ha visto –seguramente cada vez que se ha podido– acompañado en los actos por su esposa la señora Karime Macías, y según leí al colega Raymundo Jiménez, en la conferencia de prensa luego de que el tribunal electoral federal confirmó el triunfo del ahora ejecutivo estatal se hizo retirar a unas atractivas (de buen ver y mejor tocar, como diría Catón) edecanes que quien sabe quién había llevado. Y ya no las hay más en los actos oficiales. De pilón pienso que quizás esta de una de las cosas que al joven gobernante le han valido todas las bendiciones de la Iglesia.
Pero también –por lo menos en el inicio, porque no se sabe si será característica durante los seis años–, en el trato con la prensa hay mucho parecido entre el gobierno de Patricio Chirinos y el actual: frío, distante, de pocos recursos económicos –de “ajuste del cinturón” se le llama ahora–. En la pasada navidad, el regalo que le enviaron a algunos reporteros casi fue idéntico al que dio el gobernador Chirinos en el primer año de su gobierno durante el “festejo” del Día de la Libertad de Prensa: ambos dieron cajitas, aunque en las del año pasado iban unos discos y en las del siglo pasado sólo unas tarjetas blancas (cómo recuerdo al colega y amigo Enrique Huerta, que en paz descanse, que sacudía la cajita de madera, la tapaba y la destapaba, le daba vueltas, la ponía de cabeza, sacaba y metía las tarjetas, y nada, y nos fue a preguntar a todos los demás si la nuestra traía otra cosa porque pensaba que con él se habían equivocado). En su alejamiento con la prensa, Chirinos llegó al grado de realizar todos los
actos en la sala de banderas a puertas cerradas para que no entrara la prensa e incluso algún día el entonces jefe de prensa del gobierno del estado, Manuel Miranda García Calderón, me confesó que en parte nos repelía porque muchos iban vestidos con playeras o camisas de manga corta y pantalones de mezclilla, lo que no le gustaba. Por lo menos creo que no es el caso ahora y ojalá y no lo llegue a ser.
Como se advierte, en nuestro sistema político todo da vueltas. Nada se crea, nada se pierde, sólo se transforma. Ya iremos viendo cómo evoluciona la nueva administración para ver qué más se repite o se recicla. Con el tiempo transexenal, lógicamente, veremos a qué se regresa en las futuras administraciones o que se repite. Bien dice el libro del Eclesiastés: “¡no hay nada nuevo bajo el sol!”
En otra cosa, no, no se me quita de la cabeza que las “lágrimas” que “derramó” el pasado 5 de enero el Niño Dios de la capilla del Llanito en Xico en realidad no fue más que una ocurrencia del nuevo alcalde, el ahora “panista” Luis Alberto Pozos Guzmán (Pozos lleva hasta la médula la sangre priista), para llamar la atención y ver si alguien voltea hacia su municipio y toma en cuenta el hermoso pueblo que ahora gobierna con el propósito de incluirlo en el paquete de posibles nuevos “Pueblos Mágicos” e incluso hasta para promover la llegada de creyentes de toda la comarca y con ello la venta de artesanías y productos típicos de Xico (el pan, el mole, el licor verde, los chiles rellenos, el café, etcétera) y generar más ingresos a sus representados para que no brincaran ahora que les aumentó la tarifa por la recolección de basura. Si alguien se las sabe de todas todas y todavía más (él está hecho a la alta escuela priista) es el alcalde Pozos Guzmán. De él hay que esperarlo todo, incluso el progreso de tan típico y bello lugar. Que así sea.