Lo que resiste, apoya, decía don Jesús Reyes Heroles. En Veracruz, percibo que se vive una nueva etapa por parte de un sector de la prensa, que comenta, analiza, señala y denuncia decisiones y acciones del poder, lo mismo municipal que estatal y federal, lo que ha venido a constituir un tanque de oxígeno en el ejercicio de la libre manifestación del pensamiento, lo que tarde o temprano, creo que más temprano que tarde, fortalecerá la vida democrática del estado y por lo mismo incentivará cada vez más la participación ciudadana en asuntos que le interesan o le afectan.
Como profesional del periodismo que soy, pero antes que nada como ciudadano y lector obligatorio de medios impresos y portales web (la verdad no me queda tiempo para monitorear los noticiarios de radio y de televisión), no tengo duda que esta expresión de algunos colegas (lamentablemente no se puede generalizar) renueva y fortalece la confianza de los veracruzanos en la prensa del estado o por lo menos en una parte de ella, en la que asume un papel crítico y de denuncia.
Yo vengo de la vieja escuela del periodismo veracruzano, de la que –siempre se lo oí decir al inolvidable maestro Alfonso Valencia Ríos, que se convirtió en una verdadera institución y al lado del que muchas veces me tocó reportear– tenía como divisa cuando de relación publicitaria con el gobierno se trataba que se vendía espacio, no el criterio editorial de la publicación, esto es, que aceptar algún anuncio o alguna información pagada del gobierno no implicaba un compromiso para no informar sobre algún sucedido, para ocultarlo o para deformarlo en perjuicio de la verdad, de la sociedad y de los lectores. Entonces, y creo que por fortuna algunos medios mantienen esa política editorial, las ocho columnas nunca, jamás se vendían, eran sagradas y consagradas a la noticia e información libre e independiente, por encima de cualquier otro interés. Los escasos periódicos independientes de mi época inicial y formativa equilibraban en todo caso, es decir, al lado de la información oficial publicaban su propia versión, la que registraban sus reporteros en el lugar de los hechos, y finalmente eran los lectores los que escogían a quien creerle.
No recuerdo en qué momento esa política de los medios se empezó a perder y de pronto se vendió espacio y con ello el criterio editorial hasta llegar a un avasallamiento casi total por parte del poder, con un solo punto de vista, el oficial, que puso y pone en entredicho como nunca la credibilidad de periodistas y medios, y pronto, por fortuna y paralelamente, fueron y son la excepción los profesionales de la información y los editores que han mantenido la actitud crítica e independiente de antaño, lo que les ha generado una verdadera legión de lectores y seguidores y los ha constituido en lectura obligada.
Esa condescendencia sumisa de algunos medios, de la que los actores sociales, los lectores, se dan perfectamente cuenta, ha llevado a que los ciudadanos, impulsados por los periodistas que no han cedido ante el poder y demuestran que sí se puede, se vuelvan sus propios reporteros, sus propios comentaristas, y llenen el vacío de los medios establecidos haciendo leer, ver y escuchar sus reportes o sus denuncias en algunos portales web y en las redes sociales.
Siempre he pensado y creído que el poder y la prensa no pueden ni deben verse como enemigos, más cuando uno y otro tienen similar objetivo: servir a la sociedad, y que dentro del respeto es posible no sólo la relación sino incluso la convivencia, pero lamentablemente muchas veces los gobernantes tienen la piel excesivamente sensible, y la crítica y la denuncia, que finalmente debiera servirles para normar sus decisiones y actuaciones, la ven como un agravio y como un ataque personal.
Don Jesús Reyes Heroles decía sabiamente que lo que resiste, apoya. Un buen gobernante debiera ver en la prensa crítica y de denuncia a su mejor aliado, ese que no le canta al oído lisonjas ni le aplaude interesadamente, que le facilita la tarea de gobernar al decirle que así no, que así no va bien, que ha tomado el camino equivocado, que hay que rectificar, corregir; que le avisa que tal o cual colaborador está haciendo mal las cosas, que está abusando y traficando con el cargo que tiene, que no escucha, ni atiende a los representados ni les resuelve; que le hace saber la inquietud y la inconformidad ciudadanas. En fin.
Esta nueva etapa que percibo se enrique y fortalece con la cada vez más decidida participación de algunos sectores e instituciones como la Iglesia, que ya no se queda callada, así esté uno o no de acuerdo con ella. Pero ya se va viendo que de que se puede, se puede. En España, a la muerte de la dictadura de Francisco Franco devino una libertad que dio paso a una nueva prensa, de la que es emblemática el diario EL PAIS, que ha llevado a los ibéricos al goce y disfrute de una verdadera y plena democracia. Se vale soñar, pero hay que decidirse. Por fortuna, algunos periodistas y algunos medios, para honra del periodismo veracruzano, no bajan y nunca han bajado la guardia. Tenemos que felicitarnos por ello.
Feliz y no tan frío fin de semana. Ah, por cierto, este viernes a las diez de la mañana el director general del Instituto Veracruzano de Bioenergéticos (Inverbio), Osiel Castro de la Rosa, ofrecerá una conferencia de prensa en el café La Parroquia en la que informará sobre un proyecto de inversión en el norte del estado para la generación de biodiesel.