No, no fueron diez sino nueve los diputados locales priistas (algunos afirman que son la mayoría, por lo que llaman “desatenciones”) los que por desconocimiento de las reglas no escritas de la política y por demandas que se saldan con dinero se inconformaron en contra del coordinador del grupo legislativo del PRI, Jorge Carvallo Delfín, lo que ha concluido –por lo menos hasta ahora– con el espaldarzo que le dio el líder natural del tricolor, Javier Duarte (el formal es Ranulfo Márquez Hernández), al pastor de la bancada tricolor en el Congreso local durante una cena entre priistas que tuvo lugar el lunes.
Tampoco fue el pasado fin de semana cuando surgió el problema sino que se había venido incubando desde muchos días antes a partir de que, en efecto, como se manejan algunas versiones, los legisladores aspirantes a rebeldes plantearon una serie de demandas para beneficio personal o de los suyos, las que no se cumplieron ni seguramente se van a cumplir simple y sencillamente porque el Poder Legislativo, como el Ejecutivo, está sin recursos económicos.
Lo que sí parece estar muy claro es que por desconocimiento, inexperiencia o a propósito, bien porque no son de la misma corriente política o bien por resentimientos políticos aunque son del mismo partido, dos funcionarios del palacio de gobierno aceleraron o dieron cuerda a dos diputados inconformes en lugar de parar lo que pudo haber derivado en un problema mayor, y a esos dos se sumaron luego siete más, todos ellos primerizos en la tarea legislativa.
Carvallo y el ejecutivo supieron de la inconformidad desde la mañana en que, contrario a como había venido sucediendo cada vez que se iba a celebrar una sesión con votación de por medio, los neo rebeldes no acudieron a desayunar con su líder camaral y lo hicieron por su cuenta en un hotel donde acordaron pedir audiencia con el propio ejecutivo, con el que no pudieron verse por lo que fueron recibidos por dos funcionarios del palacio.
En un sistema donde la característica es el poder vertical, mientras los bisoños legisladores hacían como que se inconformaban y se rebelaban, los colmilludos y ya curtidos en el ejercicio político priista como Eduardo “Lalo” Andrade y Flavino Ríos Alvarado, no apoyaban a sus compañeros y sólo intervenían pero para apoyar a Carvallo, sabiendo de antemano que ningún movimiento de rebeldía ni ninguna inconformidad va a prosperar en el sistema político en México y en Veracruz si no se decide que prospere.
Lo cierto también es que entre las pretensiones –por lo menos hasta ahora– no está el control de la bancada, que, eso sí, los neo rebeldes saben muy bien que es un voto de calidad el que lo decide, sino una serie de demandas de posiciones políticas o laborales, además de apoyos en “dulces” y “galletas” como dijera la senadora zacatecana Claudia Corichi, aunque algunos insisten en que sólo quieren atenciones.
Igualmente es afirmativo que tanto el diputado Flavino Ríos Alvarado como su homólogo Américo Zúñiga Martínez han tenido desacuerdos con Carvallo, pero han sido más de procedimiento, por lo que se han sentado a dialogar y han podido superar cualquier diferencia.
Así fue como el líder priista Javier Duarte decidió dejar muy claro su apoyo a su compañero de partido Jorge Carvallo Delfín y convocó a toda la diputación local tricolor a una cena que tuvo lugar el lunes en la Casa de Gobierno donde escuchó a todos, en especial a los inconformes, y ahí al final se habló de unidad, de apoyo al ejecutivo, del progreso de Veracruz, de la fortaleza de la causa priista, etcétera.
En lo que sí coinciden todos los tricolores es que ven bien que haya divergencias y no uniformidad porque –eso afirman– refleja la pluralidad y riqueza de opiniones que hay en sus filas y dicen que se nota más cuando hay alguna filtración a la prensa porque ellos son muchos, pero piden voltear o asomarse a la bancada panista en la que, juran y perjuran, ahí sí tienen diferencias graves.
Ayer lunes, cuando apenas afloró el asunto, Carvallo y todos los diputados de su partido acudieron juntos a la inauguración de una exposición de pinturas que tuvo por la mañana en el propio Palacio Legislativo, como muestra de unidad y de que atendieron y entendieron el mensaje de su líder político en el estado. Por lo pronto, dieron la nota y calentaron un poco el ambiente tal vez para atenuar los días fríos que se han sentido.
Pero el que pide que lo dejen trabajar es el nuevo titular de Derechos Humanos en el estado, Fernando Perera Escamilla.
Consumada su instalación conforme a la ley, creo que tiene razón. Ahora debe demostrar que están equivocados todos los cuestionamientos que se le han formulado actuando de veras incluso se me antoja que empiece por defender sus derechos humanos luego de tanta metralla que le ha caído encima. Si, no deja de sorprender que haya desmentido al vocero de la Iglesia Católica que para tratar de ayudarlo y bajar presión a su nombramiento negó que haya sido el abogado defensor del famoso cura “Lobo Siberiano” acusado de pederastia sino que sólo asesoró a la defensoría.
Perera lo negó ayer rotundamente. ¿Quién miente? Por cierto, allegados al diputado convergente Armando Méndez de la Luz aseguran que su voto no fue en contra de Perera pero sí, plenamente convencido, a favor de otra aspirante. Perera pide que lo dejen trabajar. Habría que darle la oportunidad pero los ciudadanos y los medios no deben bajar la guardia y vigilar que cumpla y que de verdad sirva a quienes sean víctimas porque se violen sus derechos.