Nada complaciente se mostró la Iglesia católica con las recientes decisiones del gobierno del estado respecto al programa de ajuste administrativo y de la orden de detención de presuntos ex malos funcionarios municipales.

 

El comunicado de prensa del domingo de la Arquidiócesis de Xalapa que suscribe el titular de Comunicación Social presbítero José Juan Sánchez Jácome es suficientemente claro y contundente y en lugar de aplaudir o de aprobar porque sí los anuncios, los ha tomado con reserva e incluso cabría decir que hasta con desconfianza.

Con el encabezado “Los temas del momento”, el documento expresa: “Queremos señalar que los planes de austeridad que ha anunciado el gobierno no serán efectivos si han sido motivados simplemente por la falta de liquidez económica, producto de la corrupción y de los malos manejos del dinero.

 

Representarán una esperanza si brotan de la convicción de hacer una política diferente en la que predomine el espíritu de servicio y no la ostentación, la ambición y el culto a la personalidad.”

En otro párrafo expone: “Por otra parte, se espera que las acciones que se han emprendido para procesar a las autoridades municipales señaladas de quebranto patrimonial, sea una verdadera expresión del afán de impartir justicia.

 

Sería desalentador que la justicia se aplique de manera selectiva y se proteja a funcionarios de otros niveles de gobierno.”

Creo que la jerarquía eclesiástica no está más que recogiendo y exponiendo la inquietud que su feligresía y la mayor parte de la población expresa sotto voce sobre cuál es la causa verdadera del por qué el gobierno estatal atraviesa por una terrible crisis económica, y no se anda por las ramas al abrir la posibilidad de que pudiera ser por motivos de la “corrupción y de los malos manejos del dinero”.

Lo que la Iglesia deja entrever es que duda si estas medidas han nacido de la convicción, es decir, del convencimiento personal, de la sinceridad, o si se han tomado obligados porque no hay dinero a causa de la corrupción y malos manejos. Abre sí la esperanza de que en efecto obedezcan a un modo diferente de hacer política en la que no predomine “la ostentación, la ambición y el culto a la personalidad”.

 

 ¿Alusión indirecta a qué o a quién?
En realidad este tema no se agota con el simple anuncio del llamado ajuste y su repercusión será a largo plazo, porque han sido afectados y como siempre serán los que paguen el costo los que no tienen ninguna culpa ni responsabilidad: trabajadores y trabajadoras, hombres y mujeres, jefes y jefas de familia, cientos, acaso miles si se suman los de los ayuntamientos de la entidad, que han sido despedidos sin más y que de pronto se han visto en el desamparo laboral y por lo mismo económico y con ello han dejado en el desamparo y la desesperación a sus familias, o a los que mejor les ha ido les han rebajado el sueldo o quitado sus raquíticas compensaciones para dejarlos con una percepción promedio mensual de tres mil pesos que es lo que a veces se gasta y más en una sola comida un político, un gobernante.

¿Acaso se ha tocado el corazón quien decidió los recortes? ¿Tomó en cuenta que a partir de ya la mesa de miles de familias se ha reducido a frijoles, arroz, tortillas y chile? ¿Acaso pensó en que esos despedidos o afectados por los “ajustes” viven ahora serios problemas porque habían hecho compromisos de pagos en abonos o mensuales con  base en lo que ganaban y ahora no tienen con qué responder? ¿Acaso se puso a pensar en que con lo que ganaban muchos padres, madres, estiraban el sueldo para enviar a sus niños, a sus hijos, a escuelas particulares y de pronto han tenido que sacarlos, interrumpir sus estudios y tal vez hasta cancelar su futuro? ¿Podrá dormir tranquilo el causante de todo esto, que debe de haberlo, o los causantes?

El ex gobernador Agustín Acosta Lagunes, un hombre inteligente y bien informado, especialista en cuestiones de finanzas y economía, solía comentar que siempre son los pobres, han sido los pobres, los que han pagado y siguen pagando los costos de las crisis y lo que vive el gobierno del estado respecto a sus recursos es una crisis de gran magnitud. Tenía razón. Los pobres ya están pagando los platos rotos que no rompieron.

No le falta razón a la Iglesia con la reticencia que muestra con respecto al anuncio y de paso está llenando el vacío que al respecto dejan los partidos de oposición, y ya no se diga el PRI, que ninguno ha salido en defensa de los derechos de los trabajadores cesantes o afectados por la rebaja en los sueldos.

 

Por eso resulta de un cinismo indignante que el presidente de la Comisión de Administración y Presupuesto del Congreso local, Enrique Levet Gorozpe, mida la austeridad de los diputados locales de todos los partidos con que no puedan estrenar este año automóvil de lujo, con lo que tácitamente está aceptando que lo han hecho, aunque no habla de las camionetotas de lujo en que se transportan adquiridas apenas el año pasado, o que mida la austeridad de los “representantes populares” (je, je) con que sólo ganan 54 mil pesos mensuales, pero tampoco menciona todo el dinero extra que se les entrega con lo que su percepción rebasa los 100 mil pesos al mes.

Pero la Iglesia, y con ella todo lo que representa, tampoco se muestra convencida de que con la acción contra ex autoridades municipales se está actuando con verdadera justicia cuando da a entender que se está aplicando de manera selectiva al no procederse contra funcionarios “de otros niveles de gobierno”, es decir, contra los llamados peces gordos, que es uno de los reclamos generalizados de la sociedad, ya que los exhibidos púbicamente hasta ahora son de municipios pequeños, muchos indígenas o de menor cuantía, el llamado “chiquitaje”, lo que haría pensar que en cambio los ex alcaldes de municipios grandes son la pureza andando, la honradez y la honestidad en persona, los impolutos.