El viernes pasado, en la columna “Templo Mayor” del diario Reforma, la columna oficial de ese periódico, su autor F.

 

Bartolomé comentó que sin mencionarlo por su nombre, Javier Duarte pintó su raya con su antecesor Fidel Herrera Beltrán al anunciar personalmente el Programa de Reducción del Gasto Corriente 2011, que será de 25 por ciento, lo que permitirá ahorrar a la administración pública estatal 6 mil millones de pesos, con lo que evidenció públicamente “el desastre en las finanzas públicas de Veracruz” que heredó.

Nada de que sorprenderse si de verdad esa hubiera sido la intención del actual y nuevo gobernante. Casi se podría afirmar que todo esto corresponde a la normalidad política en México desde que la Revolución se hizo institución, cuando el general presidente Lázaro Cárdenas redujo a la nada el poder que pretendía el llamado “Jefe Máximo de la Revolución” Plutarco Elías Calles, al que expulso del país, y sin duda quien mejor lo sabe y por eso no debe estar extrañado, político profesional como lo es, es Fidel Herrera Beltrán, que cuánto no habrá visto en su larga carrera.

 

Incluso no sería nada sorprendente que un buen día un pez gordo allegado suyo parara en prisión y fuera objeto del escarnio público. Esto ha sido así, así es y así seguirá siendo, por los siglos de los siglos.

Independientemente del morbo que despiertan todas estas cosas, sin duda Javier Duarte está haciendo lo suyo como corresponde a la responsabilidad política e histórica de la que él y solamente él es el responsable.

 

Por otro lado, de forma tajante, contundente, ha acallado ya a quienes lo acusaban de que sería más de lo mismo e incluso menos de lo mismo, un títere, el continuismo del continuismo. Y de qué manera.

En realidad el deslinde viene desde el inicio del actual gobierno: se eliminó el color rojo como distintivo oficial del gobierno, se terminó el uso excesivo que se hacía de los medios, se dio de baja a familiares y allegados al ex gobernador, se acabó con la cercanía a la gente de la que tanto presumía el antecesor así como la práctica diaria de regalar dinero a quienes se lo pedían, se incluyó como colaboradores a personas que no eran gratas al anterior, desde el Congreso local se dejó que la presidenta de la Comisión de Hacienda, Karime Aguilera Guzmán, también ex colaboradora de Fidel Herrera Beltrán, quien le dio todo el apoyo y participación en su gobierno, ventilara públicamente que la anterior administración dejó un adeudo por 25 mil millones de pesos, etcétera.

Pero por si a alguien le quedaba alguna duda de si ha habido deslinde, ahora, igualmente sin hacerlo explícito, se ha exhibido a la administración pasada a la vista y los oídos de todos con la orden de aprehensión y la ejecución inmediata de las mismas contra ex malos servidores públicos de ayuntamientos pasados, pues se ha evidenciado públicamente que se solapó durante seis años a funcionarios municipales que abusaron del cargo y que tuvo que llegar un nuevo gobierno para proceder.

El deslinde, tal vez ya la ruptura, se refleja en el actual proceder oficial.

 

Todavía hace tres meses a punto de concluir su gestión en medio de una serie de cuestionamientos por la falta del cumplimiento de muchos compromisos económicos, el gobernador anterior sostuvo hasta el último minuto de su gestión que había y dejaba finanzas sanas e incluso 6.5 millones de pesos.

 

Hoy no ha sido la oposición ni sus opositores los que lo han desmentido sino su propio sucesor al decir que las finanzas del estado atraviesan por “circunstancias complejas”.

El jueves pasado ante el propio ejecutivo del estado, el secretario de Finanzas y Planeación Tomás Ruiz González señaló que Veracruz ha sufrido una baja en calificación de su riesgo crediticio desde 2009 en sus consideraciones y que las agencias calificadoras “han destacado el deterioro de la estructura presupuestal debido principalmente a las crecientes erogaciones del gasto corriente y al incremento sustancial de la deuda del corto plazo, lo que limita fuertemente la liquidez del gobierno.”

 

O sea que según el comunicado oficial que se hizo público al respecto, incluso no desde el año pasado sino desde 2009 las finanzas ya estaban muy mal. Ahí quedó plenamente de manifiesto que el nuevo gobernador no tuvo ni tiene la intención de ocultar nada así comprometa seriamente la credibilidad de su antecesor.

En horas vendría el otro duro golpe al ex gobernador pues con la decisión de enviar a la cárcel a ex funcionarios municipales responsables de ilícitos por el mal uso que hicieron de recursos públicos, lo expone a que se piense que no quiso o no pudo, no tuvo la decisión y firmeza para actuar, pues si bien el quebranto patrimonial se documenta desde 2004 último año del gobierno del licenciado Miguel Alemán, cuando se revisaron las cuentas ya estaba la nueva administración.

No deja de llamarme la atención que el propio ejecutor de una medida que evidencia a la anterior administración sea el propio ex secretario de Gobierno, hoy cuasi Procurador General de Justicia, Reynaldo Escobar Pérez, quien repetía hasta el cansancio su apoyo, lealtad y fidelidad hasta la muerte al ex gobernador y ahora se encarga de materializar la decisión que lo expone públicamente.

 

Tal vez lo honesto, para evitar el conflicto de intereses, hubiera sido hacerse a un lado, renunciar al cargo y no agarrarle la pata a la vaca, pero el poder, acaso la nómina, la política, son el poder y acaso la nómina. Así es la política y creo que no sólo en Veracruz. Según un comunicado oficial, el funcionario dijo: “Esta administración marcará su actuar con un desempeño responsable, serio y eficaz.”

 

“Esta administración marcará su actuar con un desempeño responsable, serio y eficaz.” Ajá. ¿Entonces la anterior, en la que él fue el segundo responsable, no tuvo un actuar “responsable, serio y eficaz” de tal forma que con ello la actual marcará la diferencia?