En su comparecencia ante los diputados con motivo de su Primer Informe de Gobierno, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez reconoció sin ningún ambage que entre los ciudadanos hay una mala percepción de su gobierno por lo que aceptó que se debe trabajar para mejorarla.
¡Vaya! Por fin acepta y reconoce que algo no está bien. Ya es un buen principio, que lo debe llevar a la autocrítica que le permita corregir todo lo que está mal para que lleve a Veracruz por buen camino y a buen puerto.
Debe de partir de la idea de que la tarea de gobernar es de ser humanos y que no hay ser humano perfecto, y él no es la excepción. Sin duda lo animan buenas intenciones pero el arte de gobernar trasciende lo personal.
Por encima de sus preferencias, de sus gustos, de sus intereses personales está su responsabilidad institucional, que abarca los intereses de toda la comunidad veracruzana por la que debe mantener vínculo con todos los sectores que lo lleve a lograr la unidad pero también el concurso de todos para enfrentar los problemas, las carencias y las necesidades.
Sí, hay mala percepción, creo que incluso muy mala percepción, pero no por culpa de la prensa, a la que sus colaboradores quieren responsabilizar luego, sino por la propia mala actuación de varios de ellos o de su inexperiencia, que los lleva a decir imprudencias que son reprobables.
Un ejemplo a la mano es el de la secretaria de Turismo, Xóchitl Arbesú Lago, a quien el diario El Universal, de cobertura nacional, exhibió el martes pasando cargando al presupuesto de su dependencia las botanas que se come y por las que pide facturas así sean por cinco pesos.
Si eso ya es reprobable, cae en el cinismo –el término puede parecer fuerte, pero no hay otra forma de calificarlo– de solo no tratar de negarlo, o de justificarlo con algún buen pretexto, sino de aceptarlo con un argumento que la exhibe además como una presupuestívora.
Dijo que hay facturas por treinta o cuarenta pesos porque no derrocha en restaurantes “carísimos”, ya que se trata de lo que consumen ella y su equipo cuando van en carretera y dejó que los veracruzanos juzguen si está bien o mal lo que hace.
¿Alguien cree que solo eso consumen en sus giras? ¿Qué viven, ahora sí, casi de puras rebanadas de aire? ¿Acaso comen alimento para bebé segunda etapa Gerber, alimento para perro Pouch de res de cien gramos y hasta pañales desechables, que aparecen facturados?
La nota de Édgar Ávila, que muestra las copias de las facturas, detalla los gustos de la señora: donas krispy creme, kiiyakis, cacahuate japonés barcel, sabritas adobadas, mini barritas de piña, skwinkles rellenos, sandía enchilada, galleta emperador pirueta, galleta arcoiris, coca cola regular y chubiby light, halls miel y halls extra strong, ruffles queso, hot nuts multintenso barcel, chicle trident uva limonada, chocolate hershe’ys almond king size, peñafiel naranja, joly rancher macizo, cachuate mafer, pelón peloneta, paleta caramelo chupetín, panzón tamarino, triki trakes marinela, pastelitos pingüino, pan dulce bigotes, picachitos dulce de tamarindo, toni cool vainilla, pavirricas, cashitas nuez de la India horneada, ruffles ultra blazin cheese, frito chorizo popular, cheeto torcidito, paleta magnun de almendra, vikingo regular, paketaxo queso, paketaxo mezcladito, chokis chocomax, peloneta hot tamarindo, donas selecta N, salsa búfalo, extra topping crema, crema dental, manzanas… y ¡basta columnista!
La señora tiene un buen sueldo como secretaria de despacho, pero no es capaz de pagar sus golosinas con dinero de su bolsillo. Carga todo al erario. ¿Qué dirán de esto sus compañeros del Club Rotario, de una distinguida miembro del Club Rotary International? Pero ante la evidencia el gobernador se queda callado y todavía la ratifica. Así nunca van a terminar con la mala percepción que tiene su gobierno ante los veracruzanos.
Para más, tuvo que ser el súper delegado Manuel Huerta quien saliera a recordarle que todos los servidores públicos deben estar a tono con los cambios que exige la Cuarta Transformación.
Pero el problema no es solo la mala percepción que tiene su gobierno, sino también su falta de diplomacia, necesaria para restablecer y mantener el tejido social.
Ya es historia que a la muerte del cardenal Sergio Obeso Rivera no fue capaz, no quiso dedicar unos minutos para ir a darle el pésame a la jerarquía católica de Veracruz, que hubiera sido a toda la feligresía. Ignoró por completo que la mayor parte de la población que gobierna es católica. Si no cree en Dios o no comulga con alguna religión, por respeto a la población creyente que lo eligió hubiera ido a solidarizarse con su pésame a la Catedral, a solo unos cuantos metros de su despacho.
¿Alguien cree que el nuevo embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, o el Fiscal General de ese país, William Barr, son fervientemente guadalupanos? El primero, en lo que llamó su “primera parada” en el país, visitó el 16 de agosto la Basílica apenas una semana después de su llegada. El segundo hizo lo mismo el pasado 5 de diciembre luego de reunirse con el presidente López Obrador.
En el sagrado recinto se reunieron en privado con los clérigos responsables, incluso Barr depositó una ofrenda floral de rosas blancas ante el retablo de la Virgen de Guadalupe. Lo hicieron porque practican una fina diplomacia que explica porqué la grandeza de su país y porqué dominan el mundo: porque saben el peso de la Iglesia como institución y el poder de los religiosos sobre sus feligreses, y que los necesitan como aliados si quieren tener éxito en sus gestiones.
Pero esa diplomacia no se practica a nivel local ni tienen alcance para darse cuenta de que sin la Iglesia no van a poder tener el éxito que desean. De su poder ya dio muestra la Iglesia de Veracruz cuando ante el asesinato del líder cañero Juan Carlos Molina ordenaron honrar su memoria en todos los templos, lo que, lógicamente, recordó a los miles de feligreses el estado de inseguridad en que viven y contribuyó, sin duda alguna, a ampliar y fortalecer la mala percepción que se tiene del gobierno cuitlahuista.
Mala percepción, sí, pero nula diplomacia también. Mientras no corrijan, mientras no dejen la soberbia, mientras no practiquen la humildad de reconocer que están cometiendo errores en el pecado llevarán la penitencia.