Al concluir este lunes el mes de febrero terminan también los primeros tres meses del nuevo gobierno del estado, corto lapso para dar un veredicto sobre su actuación, si bien suficiente para hacer una evaluación de lo poco o mucho –según la perspectiva de cada quien– que se ha hecho hasta ahora.
Con muchas dudas en la víspera y al principio, dada la juventud del nuevo gobernante, si bien todavía no hay claridad total sobre su personalidad como gobernador, pareciera si bien no haber convencido plenamente a los veracruzanos, por lo menos sí haber neutralizado el claro descontento ciudadano que había por la forma en que concluyó su antecesor.
El abuso hasta el exceso de un color, la declaracionitis y cooptación de medios, la concentración unipersonal de poder y de la toma de decisiones, la confusión de la representación popular con un pleito personal, el uso de las facultades constitucionales como si fuera un patrimonio personal –para el reparto indiscriminado de patentes de notaría o de concesiones de taxis, por ejemplo– y sobre todo al final el manejo no claro de recursos públicos y la afirmación machacona de que había finanzas sanas y de que no se le debía a nadie cuando todos los veracruzanos percibían que nada de eso era cierto, lo que el nuevo gobierno vino a confirmar, tenían ya agobiada a la población.
Creo percibir el alivio que hay ahora cuando la gente de la calle, con la que procuro hablar y a la que procuro escuchar, se da cuenta que de pronto, no obstante la juventud del gobernador, se impusieron ya la mesura y la cordura y se acabó con el exceso en la forma de gobernar.
Ese fue ya un buen punto a favor que se anotó Javier Duarte y que en parte le ha granjeado simpatía de un buen sector de la población incluida una porción de la que no votó por él.
Si bien con reticencias por parte de los veracruzanos, también fue bien vista la decisión de proceder penalmente contra ex autoridades municipales de trienios anteriores que abusaron del erario público, ex funcionarios de todos los partidos.
En la historia de Veracruz no existía antecedente de acción similar por lo que se marcó un hito. Fue una medida riesgosa por el hecho de haberse actuado sólo contra ex autoridades de municipios pequeños, y todavía es temprano para concluir qué tan bueno fue para el gobierno pues despertó muchas suspicacias entre la población, a la que no se convencerá plenamente hasta que no se proceda contra los llamados verdaderos tiburones, es decir, contra ex funcionarios de municipios medianos y grandes.
La suspicacia popular de que los enjuiciados hasta ahora han sido sólo chivos expiatorios pareciera confirmarse cuando el secretario de Gobierno Gerardo Buganza invita a 123 ex alcaldes que recién dejaron el cargo que respondan a señalamientos que se les hacen o que “tomen realmente la experiencia de los que ya pasaron por una situación que ya es irreversible” (se lo declaró a la periodista Billie Jane Parker), es decir, pareciera que se usó a peces chicos para acalambrar a los peces grandes.
Percibo que cae bien que no tenga una sobreexposición en medios, pero más que eso que no se la pase hable y hable y repite y repite y que muchas veces las palabras no se concreten en hechos.
Algo que sobre todo las señoras ven bien es que el ejecutivo fomente la unidad familiar y que predique con el ejemplo; que cuantas veces tiene oportunidad aparece o viaja con su esposa; que no hay en él, en público y menos en actos formales, miradas lascivas, lujuriosas, ni hacia jovencitas ni hacia señoras de la condición social o económica que sea.
Percibo un gran descontento contra la nueva administración por el masivo despido de trabajadores de todas las áreas de todas las dependencias pese a la afirmación de que no habría cese de trabajadores.
Eso solamente se ha hecho válido para los trabajadores sindicalizados, pero los llamados de confianza han pagado con su despido la falta de recursos por el mal manejo que se hizo en el pasado. También existe un gran descontento por el recorte rebaja de sueldos.
Se pidió un ajuste de recursos de 25 por ciento en cada dependencia, incluyendo la baja de personal. Lo más grave es que ese ajuste de recurso humano se hizo sin ningún control de calidad, nadie vigiló que se prescindiera sólo de los que no tenían ningún o mayor mérito para estar, se dejó en manos de administrativos inexpertos e impreparados e incluso algunos sin escrúpulos que dieron de baja a personas que tenían muchos años trabajando, que eran cumplidos, que tenían ya experiencia, que no tenían faltas de ningún tipo.
Se dejó en cambio a recomendados, a personas que no tienen mayor mérito pero cobran muy bien. En pocas palabras, se cometió una verdadera injusticia. Muchas familias jamás aprobarán al nuevo gobierno ni se lo perdonarán al gobernador. Les tocó el bolsillo, el pan, la mesa, el sustento diario.
Otro hecho que se le critica al ejecutivo es su impuntualidad. Programan los actos para una hora determinada y el gobernador llega hasta con dos horas de retraso. Cabe recordar que el ex gobernador Agustín Acosa Lagunes cuando estuvo el frente del ejecutivo procuraba ser lo más puntual que podía porque afirmaba que el tiempo era, le pertenecía al pueblo.
Una medida buena y que se ve bien fue que acabó con el regalo indiscriminado de dinero a todo aquel o aquella que en los actos se los pedía al gobernador sin ninguna justificación más que necesitaba para tal o cual cosa sin probarlo. O sea cuida ya el dinero del pueblo y con su actitud si no ha acabado sí por lo menos ha alejado a decenas de parásitos sociales que habían hecho de ello una verdadera industria.
Otra cosa que se ve bien y se le aprueba al nuevo gobernador es que ya no hay autorización indiscriminada de puestos de trabajo y no firma ninguna tarjeta en ningún acto ordenando al secretario equis que atienda al portador o portadora de la presente y le de trabajo o le cree una plaza o le de dinero o le cree una beca o le condone algún pago o le entregue material, etcétera.