A inicio de año, el 3 de enero, publiqué en “Prosa aprisa” un comentario alusivo al extinto gobernador Agustín Acosta Lagunes. Recordé:
“Era gobernador Agustín Acosta Lagunes, en la primera mitad de los años ochenta del siglo pasado, cuando en una reunión en Palacio de Gobierno con algunos de sus colaboradores, muy en corto comentó que había que poner una bomba en la Liga Agraria y desaparecerla.
“Obviamente hablaba en sentido figurado. Se refería a derrumbar el histórico edificio que está frente al mercado San José en Xalapa y con ello acabar con la organización”.
Y ayer, como en el cuento de Tito Monterroso, cuando amaneció, el dinosaurio seguía ahí. Un boletín del PRI informó que se niega a morir y que, al contrario, busca renovarse y fortalecerse. Ello me da pie para recuperar el tema del extinto gobernador Acosta Lagunes.
Aquel 3 de enero narré: “Todo había surgido porque venía la conmemoración de un aniversario más de la promulgación de la primera Ley Agraria del país y se le había planteado que autorizara un presupuesto para el festejo en el puerto de Veracruz, como se acostumbraba entonces: a lo grande, con mucho ruido, sin ningún límite.
“Economista de altos vuelos, que leía a diario los periódicos en inglés que llegaban de Estados Unidos… tenía un argumento muy poderoso: decía que la Liga no servía para nada y preguntaba: a ver, ¿cuál es el país número uno en producción de alimentos en el mundo? Cuando se le respondía que Estados Unidos comentaba que allá no necesitaban de ninguna liga agraria para lograrlo”.
Este comentario motivó la reacción del exdirigente de la Liga de Comunidades Agrarias, Roberto Álvarez Salgado, actor de aquella época, quien me dirigió el siguiente texto, que por su valor testimonial histórico registro.
“Don Agustín Acosta seguramente (fue) uno de los mejores gobernadores de Veracruz al igual que don Patricio Chirinos Calero.
… sus pasos dejaron una gran huella. Creo poder decir que sin duda alguna fue uno de sus grandes aliados. En ese tiempo el líder era Florencio Azúa, de estirpe agrarista, pues su tío Lorenzo Azúa fue el líder nacional de la CNC.
Un servidor era el oficial mayor. Don Agustín, con la objetividad e inteligencia que tenía, promovió, a través de la Liga, programas especiales de siembra de maíz, arroz, frijol, cítricos, etc. Su director de Agricultura, Rafael Lira Morales, hizo que se firmara con Banrural, la Aseguradora y la SARH un convenio de colaboración para que se sembrara a tiempo en tierras fértiles y mecanizables donde hubiera centros de recepción de Conasupo adonde llegara a tiempo la semilla, el fertilizante y todos los insumos, así como la asesoría técnica cada 200 hectáreas, sobre todo en tierras ejidales pero también particulares.
En fin, una coordinación donde nada fallara en municipios con tierras de alta productividad como Rodríguez Clara, Isla, Playa Vicente, Tierra Blanca, San Andrés Tuxtla, Acayucan, etc. Se nombraba un gerente de producción por municipio, de la SARH y/o Agricultura del Estado, un tesorero, de Banrural, un secretario técnico, de Conasupo, y asesores o representantes, los presidentes de Comisariados Ejidales o productores particulares y de los Comités Regionales Campesinos.
Era una maquinaria humana y técnica que funcionaba, buena tierra y el liderazgo de la Liga de Comunidades Agrarias, y en esos años, en dos ciclos se produjo más de UN MILLÓN DE TONELADAS DE MAÍZ Y HUBO RECORD EN PRODUCCION DE ARROZ, hecho que no se ha vuelto a repetir (y ahora menos).
Pero hay más. Fue un gobernador que apoyó con todo la restitución de terrenos ejidales o comunales, e hizo algo que no había tenido lugar en aquellos tiempos: compró terrenos para resolver problemas agrarios, que únicamente así se podían resolver, por ejemplo para la ampliación del Ejido los Robles de Medellín, donde si no se hubiera hecho la compra podría haber habido hechos sangrientos.
Ahí participamos Ramón Ferrari, Comisariado Ejidal, y José Ingram, padre de la actual diputada Anilú Ingram, así como un servidor como árbitro para evitar el choque entre los dos grupos, el de Ramón y el de José, y logramos que se firmara un acuerdo para resolver dicho conflicto. El buen gobernante que fue don Agustín resolvió el conflicto creado por la Reforma Agraria.
También se dio cuenta a tiempo que en las sierras estaban a punto de reventar pues grupos como el del Instituto Lingüístico de Verano y de los Jesuitas andaban dividiendo y confrontando, sin buscar soluciones, pero sí agitación e inestabilidad social, y mandó gente de la Liga a atender la demanda social, con sensibilidad, armonía, conciliación, de tenencia de la tierra, agua, caminos, escuelas, centros de salud, maestros, pero sobre todo otorgó apoyo para la producción agropecuaria de lo cual soy testigo.
Por eso esto escribo: don Agustín Acosta Lagunes fue un gran aliado de los campesinos y de la Liga Agraria.
Se expulsó al Instituto Lingüístico de Verano de las sierras de Chicontepec y Pajapan. Otra cosa en la cual ayudó a campesinos sin tierra fue que emigraran a Campeche donde había terrenos nacionales que estaban a disposición de SRA. Les dio transporte, despensas, apoyo jurídico, etcétera.
Para concluir, don Agustín Acosta vio con plena objetividad y praxis que la Liga es un gran aliado para el progreso y desarrollo del campo veracruzano.
Y si me permiten, les contaré cómo el gobernador Patricio Chirinos Calero ayudó a resolver problemas agrarios que eran más graves que los de Chiapas y Oaxaca, porque Veracruz tiene casi cuatro mil ejidos y bienes comunales”.
Comentario del columnista: en efecto, don Agustín quiso hacer de Veracruz el granero de la nación. Con el paso del tiempo se perdió mucho de lo que había logrado para el campo veracruzano.
Hoy las circunstancias son diferentes. El Gobierno del Estado no tiene política propia para el agro y se atiene a los programas del presidente López Obrador. Don Agustín demostró que sí se puede, y en grande. ¿Podrán los actuales?
Por lo que hace a la Liga, está por verse si la nueva dirigencia quiere de veras trabajar por el campo o solo rearmar la fábrica de votos que fue para el PRI o que es, aunque en menor medida.