La noche del viernes pasado, a un mes de que se iniciaron contagios, cuando ya la inmensa mayoría de la población mexicana se había resguardado en sus casas como medida preventiva contra la propagación del Covid-19 coronavirus, por fin el presidente Andrés Manuel López Obrador salió a pedir, a través de un video, que la gente permaneciera en sus hogares.
Cuando él había puesto el mal ejemplo saludando de mano y abrazando a cuanto pudo e incluso llegó a cargar y a besar a una niña en su mejilla, cuando continuó realizando actos masivos pese a las recomendaciones de las autoridades sanitarias para que se evitaran, cuando fue criticado duramente por los medios de muchos países del mundo que lo pusieron como ejemplo de lo que no se debía hacer, después de todo eso salió ahora a decir que “tenemos que cuidarnos nosotros mismos”.
Su retrasadísima recomendación ya no era necesaria. El pueblo bueno, al que así se ha referido, también es sabio y tan pronto advirtió el riesgo real para su salud se autoprotegió de inmediato por iniciativa propia rebasando al gobierno, que no reaccionaba ante la pandemia; lo rebasó. En ese momento se acabó el liderazgo que llegó a tener AMLO y que lo llevó a la presidencia con 30 millones de votos.
En “Prosa aprisa” del miércoles pasado comenté que el presidente iba en caída libre en la aprobación ciudadana, de acuerdo a la encuesta diaria que realiza Consulta Mitofsky (Roy Campos) para el periódico El Financiero.
“Desde enero, cuando tuvo una aprobación de 57.3%, no ha tenido un solo repunte, por el contrario todos los días ha ido cayendo al grado de que ayer (el martes pasado) se desplomó ya a 50.5%, a punto de la media y muy cerca de la frontera negativa, para abajo. Es pertinente decir que Mitofsky es la que mayores porcentajes ha venido dando a AMLO, ante las mediciones de otras empresas, pero se advierte que la
realidad se impuso finalmente”.
El miércoles ya había bajado a 50.2%, el jueves se ubicó en 50.1% y el viernes cayó por debajo del 50%: 49.6%. Insisto, Mitofsky era la encuestadora que, por decirlo de alguna manera, mejor lo había tratado, porque en las mediciones de otras empresas, con anterioridad ya había caído a menos del 50%.
El 9 de marzo publiqué que el 8 de marzo, cuando tuvieron lugar las marchas por el Día Internacional de la Mujer, su calificación y su aprobación habían caído a 44.9% y 47.8%, respectivamente, de acuerdo a una encuesta que levantó la empresa “México elige”, y que por primera vez era mayor el porcentaje que quería que renunciara,
48.5%, contra quienes deseaban que permaneciera, 47.4%.
El jueves pasado, 26 de marzo, un estudio realizado entre Grupo de Economistas Asociados (GEA) e Investigaciones Sociales Aplicadas (ISA) concluyó que de noviembre de 2019 a marzo de 2020 AMLO cayó 10 puntos porcentuales por lo que se aprobación pasó de 57% a 47%, debajo de la media, y que la desaprobación pasó de 38 a 46%.
Otra encuestadora, Gabinete de Comunicación Estratégica publicó también el jueves pasado que la aprobación ciudadana de López Obrador se había desplomado hasta el 37.4%, la cifra más baja desde que asumió el poder, y que el 68.5% de los mexicanos consideraba que su gobierno no estaba preparado para enfrentar la crisis sanitaria por el coronavirus.
Esta empresa midió que el sentimiento de “enojo” creció de 17 a 26%, mientras que GEA-ISA, respecto de la situación general obtuvo el resultado que hoy ya solo el 34% dijo sentir “esperanza” de que habrá un cambio, cuando en diciembre pasado el porcentaje era de 41%.
O sea, ya menos de la mitad de la población lo apoya. Crece el enojo y cae la esperanza, por lo que si hoy se sometiera a una consulta de revocación de mandato (la tiene programada hasta para 2022), la mayoría le pediría que se fuera.
Pero el presidente, como ya es su costumbre, dice todo lo contrario; insiste en que la gente lo apoya y ha acusado a los medios que han publicado los resultados de las encuestas que las “cucharean” (que las manipulan).
Alejandro Moreno, el encuestador oficial de El Financiero publicó el 13 de marzo que de acuerdo a un sondeo una de las principales razones de la baja en popularidad fue la percepción de que el Presidente había sido poco empático ante las voces y exigencias femeninas: 82 por ciento expresó una opinión desfavorable acerca de cómo el mandatario estaba tratando los feminicidios y la violencia contra las mujeres, y un 76 por ciento que afirmó que el gobierno “no está haciendo lo suficiente” en ese asunto.
Se refería a los efectos de las marchas y el paro que realizaron las mujeres el 8 y el 9 de marzo, a lo que, sin duda, se ha sumado su comportamiento ante la pandemia del coronavirus más el mal manejo de la política económica y todo lo que venía arrastrando por la cancelación del aeropuerto de Texcoco, su capricho por la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, la inseguridad y los altos niveles de violencia, etcétera.
Con un agregado más: en los años 70 y 80 del siglo pasado y más cuando el presidente López Portillo devaluó el peso frente al dólar, de 22 a 70 pesos, se hizo famosa la frase de que presidente que devalúa se devalúa. Hoy el peso también se ha estado devaluando, con altibajos, pero ha perdido su valor frente al billete verde, por efecto de la caída de los precios del barril del petróleo y la pandemia del coronavirus. AMLO no ha devaluado, pero sus errores lo han devaluado porque la crisis agarró al país prácticamente ya en recesión que, de acuerdo a todos los expertos, se acentuará y tendrá un efecto de largo plazo.
Mal, pues, el presidente, mal el país, lamentablemente, mal para nosotros.
Según mi punto de vista, la caída del presidente en la aprobación ciudadana impactará inevitablemente a su partido, Morena, en los resultados de la elección de 2021. Se puede dar por seguro que pese a sus programas sociales Morena, es decir él, ya no volverá a arrasar y perderá muchas alcaldías, curules y escaños y se acabará la abrumadora mayoría que tienen hasta ahora.
La pandemia ya se empezó a extender por todo el país y todo el Estado, en el caso de Veracruz, y en la medida en que haya más casos y más fallecimientos, proporcionalmente AMLO y los gobiernos
locales y municipales de su partido también irán a la baja por lo poco o a destiempo que han hecho para evitar o paliar los efectos de la pandemia contra las medidas que han tomado autoridades de los partidos de oposición.
En apenas un año y tres meses de su gobierno, López Obrador perdió ya un gran capital político. El viernes por fin reaccionó, pero el daño para él ya está causado y además se niega a reconocer sus errores y a rectificar, a corregir el rumbo. Una cosa se puede decir con certeza: su caída se debe a él mismo, todo lo demás ha sido colateral.