Hasta antes de que Javier Duarte de Ochoa fuera diputado federal, representación que apenas tuvo durante cinco meses (protestó el 1° de septiembre de 2009 y solicitó licencia el 16 de febrero de 2010), nunca antes había ocupado un cargo de elección popular y su efímero paso por la cámara baja del Congreso de la Unión fue su único antecedente político político del que saltó a la candidatura del PRI al Gobierno del Estado, demostrando que en política todo puede suceder y que en política la única lógica que funciona es aquella que no tiene lógica.
Acaso su llegada al poder se asemeja bastante a la de Agustín Acosta Lagunes pues ninguno de los dos hizo talacha desde la base ni aspiró a partir de un cargo de elección popular municipal o distrital y menos disputó la candidatura con otros contendientes porque no tuvieron que hacer breve ni larga antesala ni sufrir una larga espera (Miguel Alemán Velasco tuvo que esperar seis años pues se le atravesó Patricio Chirinos Calero imponiéndose el dedazo del presidente Carlos Salinas al deseo del gobernador Dante Delgado, proceso que viví muy de cerca) ya que se puede decir que la candidatura les cayó del cielo.
Acosta Lagunes fue el “Mejoral” coyuntural para el dolor de cabeza que representaba para el presidente José López Portillo la sucesión en Veracruz luego de que Gustavo Carvajal Moreno desdeñó el ofrecimiento para venir como virrey, mientras que Duarte de Ochoa fue la solución que en solitario cultivó desde su intimidad el gobernador Fidel Herrera Beltrán mientras otros aspirantes se disputaban un lugar que ya estaba reservado hasta aquel día en que en el Museo Interactivo de Xalapa les dijo que no se hicieran bolas porque el candidato sería un joven. La democracia del PRI es tan elástica como lo que más y su única regla es que no tiene reglas.
Viene este comentario a cuento porque de pronto, ¡zas!, posibles, potenciales aspirantes al Senado de la República por parte del PRI, unos que ya habían expresado abiertamente su interés y otros a los que se consideraba en la jugada, han dicho que no les interesa la candidatura del tricolor, lo que pone a pensar –y a dudar– si lo dicen de verdad en serio –no hay que olvidar que se trata de políticos que cuando dicen que no es que sí y viceversa– o si nada más es de dientes pa’fuera y en el fondo se mueren porque los arrope el Revolucionario Institucional pero por si las dudas se están anticipando a un no del tlatoani o para decirle a éste que en todo caso no serán un problema si llegado el momento ellos no son los elegidos.
O bien podría ser que de repente recapacitaron y se pusieron a pensar en lo que comento al inicio de que como lo demostró el caso de Javier Duarte de Ochoa la senaduría no es necesariamente la antesala para llegar a la grande estatal y trabajarán desde la parcela que tienen asignada ahora para desde ahí tratar de dar el gran brinco. En tratándose de política y de políticos todo puede ser. Todo.
La aparente retirada la inició el viernes pasado en Coatzacoalcos el subprocurador encargado de la Procuraduría General de Justicia Reynaldo Escobar Pérez, quien durante una visita de trabajo dijo que no buscará la senaduría pues la “catafixiará” por la Procuraduría, afirmando que la invitación del Gobernador a ocupar la fiscalía del estado suspende completamente sus aspiraciones políticas, considerando que actuaría de manera irresponsable si se ocupara de hacer proselitismo
“No puedo ser tan irresponsable de aceptar un cargo tan delicado, tan importante, y andar haciendo política partidaria en busca de un puesto de elección popular”. ¿De verdad él decidió la catafixia o lo catafixiaron? (yo catafixio, tú catafixias, ellos catafixian, a mi me catafixiaron…).
¿Funcionó la plancha ya tan temprano? Porque no se debe olvidar que el 18 de octubre de 2007 ante los miembros de la CROM regional del puerto de Veracruz anunció su aspiración a suceder a Fidel Herrera Beltrán en 2010 y el 27 de noviembre pasado el entonces presidente del CDE Ranulfo Márquez Hernández tuvo que salir a dar declaración de prensa para pedirle que se calmara y recordarle que faltaba mucho para el 2012 pues al término de su comparecencia como secretario de Gobierno con motivo del último Informe se había destapado como precandidato del PRI al Senado.
Cinco días después de él, el martes 17, el colega José “Pepe” Ortiz Medina en su columna “En corto sin cortes” que publica en el Diario de Xalapa publicó que aunque Adolfo Mota Hernández ha sido mencionado para postularse ya sea para el Senado o para una diputación federal, “prefiere enfocar todas sus energías en su desempeño como secretario de Educación de Veracruz.
No se trata, pues, de preparar maletas para enrumbarse en una nueva aventura electoral sino más bien consolidar el gran proyecto educativo que encabeza Javier Duarte de Ochoa”. Pepe no cita fuente o en qué basa su comentario, pero es un periodista serio y no dudo que lo hizo sobre bases ciertas.
Y si fue así, no se debe olvidar que Mota conoce muy bien los mecanismos del poder y de la toma de decisiones, además de que es una gente cercana al ejecutivo y seguramente en lo que viene no dará pasos en falso.
Desde el 24 de marzo pasado –y lo acaba de repetir–, Héctor Yunes Landa declaró que no utilizaría su cargo como presidente estatal del PRI para apuntalar su candidatura al Senado (aunque no ha dicho que no la quiera ni que no la vaya a buscar ahora, y en aquella fecha ni se encartó ni se descartó).
"Despreocúpense, mi único propósito es ser un buen presidente del partido. En este momento ése es mi único objetivo y en eso trabajo" dijo a los reporteros al arribar a la ceremonia conmemorativa por el 17 aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio.
Creo yo de todos modos que Héctor se autoamarró las manos cuando en su discurso inaugural el 13 de marzo dijo que tenía perfectamente claro, que no se confundía y que no se hacía bolas, que sólo asumía la responsabilidad de la operación política del Comité Directivo Estatal, “pero que el liderazgo del partido, ese sólo lo ejerce usted señor gobernador”. Creo que desde entonces quedó catafixiado, que se autoplanchó.
Y ahora, ayer, quien también bajó su switch fue el secretario de Gobierno Gerardo Buganza Salmerón, quien se descartó a buscar el Senado y se fue de largo al señalar que tampoco quiere volver a ser diputado federal ni candidato a la gubernatura (¿así, de plano?), dejando con un palmo de narices a sus detractores que ya empezaban a buscar cómo golpearlo.
¿Dirán lo mismo Juan Nicolás Callejas Arroyo, Jorge Uscanga Escobar, Felipe Amadeo Flores Espinosa, Alberto Silva Ramos, Marcelo Montiel Montiel…? Algo que todos ellos, chuchas cuereras de la política, tal vez no olviden o no olvidan, que acaso una candidatura se decida en el nivel local y que la otra se la reserve para sí el priismo nacional, es decir, el viable candidato presidencial y el Comité Ejecutivo Nacional junto con los líderes del Senado y de la Cámara de Diputados para algún dirigente de alguna poderosa organización de alcance nacional.
Yo de todos modos, en tratándose de políticos, no descarto a uno solo de los mencionados para continuar picando piedra rumbo al 2016. De eso viven. Para eso viven. A los comunes, que Dios nos agarre confesados con cualquiera.