La que concluyó ayer domingo, en Xalapa fue una semana verdaderamente excepcional porque con motivo de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2011 se dieron cita en la capital del estado gentes de ideas, inteligencias, talentos, estudiosos, investigadores, hombres y mujeres dedicados al pensamiento, a la cultura; con sensibilidad para desarrollar las diversas disciplinas de las artes, veracruzanos, mexicanos excepcionales que han dejado por escrito el resultado de sus trabajos y que vinieron a ofrecernos la oportunidad de acercarnos, así  haya sido por algunas horas o algunos minutos, a la pluralidad del pensamiento, a las novedades que permean la vida cultural del país.

Lo que nuevamente me llamó la atención entre tantas cosas que atraían la atención fue el desdén, el desdén atávico, el rechazo de los políticos a las ideas, a la confrontación de ideas, a lo mejor del pensamiento, a la cultura: nunca vi a ninguno ni del ejecutivo ni del legislativo ni del gobierno municipal pararse por la Casa del Lago así haya sido por error.

Peor, salvo el día en que por obligación asistió por tratarse de la inauguración, ni siquiera la titular del ramo de cultura, Leticia Perlasca Nuñez, hizo acto de presencia en alguna actividad, si no para escuchar, para enterarse, para ponerse al día, para enriquecer su acervo personal, por lo menos para entablar relaciones con hombres y mujeres cuyos conocimientos podrían aprovecharse en beneficio del estado.

Y todavía más me llamó la atención y me preocupa es que ese desdén, ese rechazo, parece que ha contagiado ya también a los periódicos de la capital cuyas páginas no reflejan para nada lo que pasó y sólo se limitaron a reproducir los boletines oficiales de la Universidad Veracruzana –los que lo hicieron, porque otros ni siquiera eso–, pero no hubo ninguna nota informativa reporteada a fondo, como nos enseñaban antes, ninguna crónica y menos bien hecha y completa, ninguna entrevista, cuando hubo personajes o actos que no ofrecían desperdicio.

Por ejemplo, estuvo la directora del Museo Casa de León Trotsky, que está en Coyoacán, en el Distrito Federal, Verónica Volkow. Ella además de maestra de la UNAM, de poeta y escritora y del destacado papel que juega en la historia de las artes pláticas de México como reseñadora, es ni más ni menos que nieta de Trotsky y seguramente hubiera ofrecido una riqueza informativa periodísticamente hablando. Pero por lo menos en nuestros medios escritos diarios nadie se enteró de su presencia en Xalapa.

Pero más y peor, tampoco se reflejó todo lo que pasó la tarde del sábado durante la presentación de los moneros y caracturistas de la talla de Rius, HelioFlores, El Fisgón, Helguera, Hernández y Patricio, que llenaron hasta el tope el auditorio del Ágora de la Ciudad que fue insuficiente para dar cabida a tanto interesado habiéndose quedado afuera, lamentablemente, muchos jóvenes que incluso hicieron cola infructuosamente.

Ahí Germán Martínez, quien fue el moderador, recordó que en Boca del Río hay una calle que se llama Vicente Fox y que en el estado otras se llaman Porfirio Díaz y citó otros nombres de políticos, gobernantes que le han dado en la madre –esta es expresión mía– al país y a los mexicanos, y propuso que alguna calle de Xalapa debiera llevar el nombre de HelioFlores, pero no había nadie del Ayuntamiento presente que recogiera la inquietud, aunque tampoco me imagino que nadie se atreverá a honrar a un veracruzano excepcional que contribuye a la conciencia de México con su trabajo crítico. También recordó el olvido en que se tiene a otro veracruzano distinguido: Heberto Castillo, un mexicano excepcional luchador social.

Cuando uno ve, comprueba estas ausencias, esta indiferencia, este rechazo de los políticos a las ideas, a lo mejor del pensamiento, a la cultura, se explica mucho por qué estamos como estamos. La mejor y verdadera democracia es la de escuchar al otro y de respetarlo si no piensa como uno, pero también la mejor democracia es aprender, tomar lo mejor del otro para aplicarlo a las soluciones que se tienen pendiente en el acto de gobernar máxime si el otro es un pensador destacado en su campo.

El político generalmente piensa que porque alcanza el poder con ello automáticamente sabe más que todos y que con ello de golpe y porrazo adquiere conocimientos universales, cultura. Por eso se llega a creer dueño de la verdad, a no aceptar al que piensa diferente e incluso a reprimir al que le resulta incómodo por su manera de pensar y de expresarlo. Ancestral como ha sido esa conducta del político, parece que no hay remedio.

Algo todavía más grave a mi juicio: ni siquiera las autoridades universitarias mostraron interés por participar, fuera de sus obligaciones protocolarias, en alguna actividad. Ni siquiera realizaron recorrido este año por los módulos de exposición y ventas. Ni siquiera eso. Seguramente porque no estuvo el gobernador y no había con quien quedar bien. Triste pero cierto.

Y pensar que en manos de todos ellos están los destinos del estado y de sus diversas áreas. Pobre Veracruz. Qué podemos esperar. Una justificación posible: a lo mejor se fueron a bailar salsa a Boca del Río que eso sí era verdaderamente importante.

“La culpa es de Fidel”. Pero no, no malinterprete, no se trata esta vez de la declaración de alguien.  Resulta que es el título de la película que lleva ese nombre y que según vi el fin de semana en Mixup de Xalapa está ocupando el noveno lugar de ventas en la sección de películas de arte.

Se trata de la ópera prima de la realizadora Julie Costa Gravas, hijo del popular director griego de cine Costa Gavras que estuvo de moda allá por los años 70 del siglo pasado por su película “Estado de sitio” que testimoniaba y denunciaba las dictaduras militares de América del Sur y la represión con la complicidad norteamericana, en el caso de la película la dictadura en Uruguay.

Cosas de la vida, ese film se produjo en el Chile de Allende, cuyo gobierno también cayó víctima de los militares patrocinados por el país del norte. Pero no, no creo que el éxito de venta sea porque quienes la han comprado la asocian con algo o con alguien.

Sólo porque fui a ese negocio me enteré que ya viene el “Día del Padre”, pretexto que ha servido para ofrecer películas a bajo precio para consentir al “rey del hogar”.

Pero esta vez y en mi caso qué bueno porque pusieron en oferta películas de Ingmar Bergman. Algunas que tienen precio de lista de 173 pesos las rebajaron hasta 49, bastante aceptable si se toma en cuenta que son originales y que los “piratas” están ofreciendo su mercancía ahora a 40 pesos, es decir, le han ido subiendo de precio.