Acaba de revelar el secretario de Finanzas y Planeación (Sefiplan) del Gobierno del Estado, Tomás Ruiz González, que la nueva administración ha pagado ya 8 mil de los “16 mil a los 17 mil millones” de pesos que le heredó el pasado gobierno de “pasivo circulante”, en palabras sencillas de lo que le quedó a deber a prestadores de servicios y proveedores particulares.
El 22 de diciembre pasado la nueva administración ofreció cumplir a cabalidad con las obligaciones contraídas, para lo cual se anunció un Programa de Reconocimiento de Adeudos que, se dijo entonces, habría de concluir en abril pasado. Por lo que acaba de declarar el titular de la Sefiplan, queda claro que ese compromiso se pudo cumplir sólo a medias.
La visión del vaso medio lleno o medio vacío da pie a elucubrar que el gobierno va bien pero que todavía está mal económicamente hablando. Creo que las dos cosas son asertivas.
El titular de la Sefiplan se agarró de la última calificación que hizo la firma bursátil Fitch Ratings, que reveló que la situación está mejorando, para mostrarse optimista, “de tal forma que ya hay un reconocimiento incluso fuera del estado de que el trabajo que está realizando el gobernador Duarte va por la línea correcta en materia de finanzas públicas”.
Aquí he escrito que, con base en los documentos de la reconocida calificadora, tiene que reconocerse que, en efecto, la política económica y financiera diseñada ha sido la correcta pues los resultados lo avalan. Pero he hecho notar también el terrible costo social que ha tenido que pagar la población que, como siempre sucede, es la que termina pagando los yerros, abusos, ineficacias o mala planeación de los gobernantes.
“¿Cuándo se podría recuperar la calificación, de manera real, para Veracruz y decir que tenemos finanzas sanas?”, le preguntaron los reporteros durante el desayuno con motivo del Día de la Libertad de Prensa. “Este es un trabajo que toma tiempo porque lo que quieren ver los mercados financieros es constancia.
Como todo en la vida, se tiene que demostrar que las cosas se están haciendo bien, pero no por un momento sino de manera permanente y esta es la línea en la que estamos”, fue su respuesta. Contrario a como lo hizo al inicio de año, esta vez ya no puso fecha, ni siquiera probable. Dijo que todo toma tiempo.
Vamos bien pero estamos mal, podría haber dicho, o también: vamos bien pero todavía estamos mal. Que todavía se tengan de 8 a 9 mil millones de “pasivo circulante”, esto es, de deuda con proveedores y prestadores de servicio, habla de que la administración rema contra la corriente, una corriente que cobra más fuerza y golpea en esa proporción si se toma en cuenta el otro dato que reiteró (ya lo había mencionado el 7 de abril anterior): aparte se tiene “la deuda de 10 mil millones de pesos que se tomó a finales de la pasada administración (que) es la más importante, es la deuda bancaria”, o sea lo que yo llamaría un “pasivo estancado” agravado por la carga que representan los intereses que se tienen que pagar. Fiiiuuu. De modo que todavía se deben –oficialmente aceptado– de 18 a 19 mil millones de pesos.
Lo preocupante es que ya no hay pretextos para sacarle más dinero a los contribuyentes como a los que sí hicieron pagar la tenencia vehicular por el costo de sus unidades o a los que han cobrado más por renovar sus licencias de conducir, pagos de una sola vez al año como en el caso de los primeros.
También, con todo y que se celebre, es mínimo lo que representa lo que se dejará de pagar a los empleados que optaron por el “retiro voluntario”. Y ni modos de saturar más las vialidades de Veracruz autorizando más placas de taxis para obtener más ingresos u otorgando más patentes para notarías cuando en la pasada administración se autorizaron más de las que permite la ley.
Yendo bien como va el nuevo gobierno –es bastante que detuvo la caída libre en que iba el estado a causa de la deuda pública y el gasto corriente, que mejoró la calificación crediticia, que ha pagado una parte del adeudo y que va recuperando la confianza de los inversionistas–, en la balanza de los haberes y de los deberes pesa más el déficit porque impide la realización de obra, de infraestructura, para beneficio de la población, que incide en su desarrollo y en su progreso, en su bienestar, amén de que sigue golpeando las economías regionales e impidiendo la creación de empleos.
Un hecho preocupante adicional es que el déficit presupuestario ha impedido que el Gobierno del Estado aporte la parte que le corresponde de los llamados paripasos, los programas acordados con el Gobierno Federal, el que no autorizará ningún recurso hasta que no se cumpla con el compromiso de dar la parte proporcional que corresponde a la entidad.
Es decir, tampoco habrá obra por parte de la Federación, con excepción de 800 millones que autorizó para caminos y carreteras, obras a las que seguramente buscará sacar provecho para tratar de allegarse votos el próximo año, o sea que lo hizo con fines electoreros.
Así las cosas, no cabe duda que el panorama continúa siendo poco halagador y no queda de otra más que desear que la administración siga por el rumbo correcto, porque además vienen las lluvias y los huracanes y quién sabe qué tanto de recursos se necesitarán para atender sus consecuencias. Por lo pronto, hay que reconocerle que en parte pero cumplió lo que ofreció en diciembre pasado.
A estas alturas creo que ya nadie se sorprende de la situación que se heredó. Pero el Gobierno sumará puntos de confianza ciudadana si le mantiene informada de cómo está o va la situación y no le oculta cifras, datos.
Creo que se debe aprovechar la coyuntura actual para iniciar una nueva práctica: la de la rendición de cuentas, pero en serio, así se vaya mal o por muy cruda que sea la realidad. Debe recordarse lo que dice la canción, el bolero romántico: mata más la duda que el desengaño.
La recuperación total llevará tiempo, reconoció Tomás Ruiz. Pero ojalá y cuando se hayan tomado todo el necesario y se nos diga que ya no hay deuda, que se tienen finanzas sanas, así sea, porque ya vivimos la reciente experiencia cuando hasta el último minuto se nos dijo que incluso había dinero en caja. Los propios gobernantes que arribaron en diciembre de 2010 se han encargado de desmentirlo.