El taxista en cuya unidad viajo no se contiene. Se nota que tiene ganas de hablar con alguien. De comentar lo que piensa o sabe. Usted cómo ve eso de un día sin taxi, me pregunta. Le respondo que a lo mejor alivia algo el intenso tráfico y los embotellamientos que se dan a diario en nuestra capital, pues saldrá de circulación un buen número de vehículos (1,685 se anunciaron). Calla por unos segundos.
No se crea usted, continúa por fin. La medida no es para nada de lo que dicen ni tampoco se va a aliviar ni a resolver el problema de la circulación y los embotellamientos. Me da entonces toda una explicación que me deja sorprendido: Es mentira eso de que va a disminuir el número de unidades circulando a diario por la ciudad.
Lo que buscan es que no se note el aumento por los nuevos taxis que van a estar en circulación en unos días, ya que para no dejar mal a quien usted ya sabe, por fin van a darles sus placas a quienes pagaron su concesión desde el gobierno anterior.
Me dice lo que ya todos saben, que esos beneficiados compraron sus unidades en una agencia de Tuxpan, que las mandaron pintar con los colores oficiales, pero que las tienen paradas e incluso otros, agobiados por tanta espera y por no obtener ingresos, las han tenido que regresar. Pero ellos ya pagaron su concesión, me aclara. No les han cumplido. Luego saca a relucir otro tema que también es conocido de todos: usted sabe que el gobierno no tiene dinero. Ya ve que decían que iban a retirar muchas de las placas que se otorgaron en el gobierno anterior.
Fue puro cuento. Ahora, como no tienen dinero, seguramente a nuestros compañeros les van a sacar más y les van a dar sus placas a cambio de algún otro pago, aunque ya pagaron. Entonces habrá más taxis circulando y no quieren que el caos que se generará a diario aumente o se note más. De eso se trata y de nada más. Ahora el que callo soy yo.
El tipo me siembra la duda. Pero me resisto a creerle. Cómo –pienso para mis adentros–, si en nuestro país las autoridades son impolutas.
Siempre nos hablan con la verdad, son éticas, profesionales, honestas, honradas, se conducen con una transparencia que ya quisiera cualquier país desarrollado, son enemigas de la corrupción y de la impunidad, actúan con estricto apego a la ley, prefieren renunciar antes que permitir que se atente contra la ciudad, contra el estado, contra la población, contra la sociedad, además de que ahora al frente del ramo está un hombre honestísimo, vertical, derecho como se dice acá, creyente de Dios, proveniente de las filas del PAN.
Y pensar –me vuelvo a decir– que señores como este taxista, que tiene contacto a diario con decenas, acaso centenas de usuarios, es propagador de ideas que ponen en duda la buena actuación, el excelente gobierno que tenemos. Quién sabe su calenturienta mente de dónde habrá sacado eso de que van a dar más placas y que para que no se note la sobresaturación en las calles por eso sacan algunos taxis de la circulación un día a la semana.
Mal ciudadano. Indigno de tener a las autoridades que tiene y de pertenecer a la agrupación a la que pertenece. Enemigo de Xalapa, de Veracruz. Subversivo, comunista. Seguramente es simpatizantes de MORENA el movimiento renovador del Peje o aliado de los Yunes de Boca del Río.
La sofocación que me provocan las palabras del taxista –en mala hora me subí a su unidad, me reprocho– se me pasa, me alivio cuando llego a casa, abro el periódico y leo la neta del planeta, la verdad, los verdaderos motivos: se trata de mejorar la vialidad, la calidad del aire, dar descanso a los choferes y aprovechar para que envíen los vehículos al servicio.
Además, leo de entrada: la decisión se tomó a petición de los líderes taxistas y el secretario de Gobierno aclaró que no se trata de imponer nada, sino de poner orden “y a través del diálogo hacer una prueba para posteriormente hacer consensos” (¿qué no es al revés, primero se toma el consenso y de lo que se apruebe se actua en consecuencia?).
Pinches choferes –me vuelvo a decir–, diciendo cosas que no son y haciendo quedar mal a sus líderes, que son ejemplo de entrega y sacrificio a favor de sus agremiados, honestísimos y honradísimos, que viven en modestas viviendas porque son incapaces de tomar un quinto ajeno, de pedir dinero para gestionar más placas, que primero pierden la vida antes que dejarse manipular, sobornar, presionar; ejemplo de democracia sindical pues jamás permanecen en su cargo más allá de su periodo estatutario, respetuosos de la Ley de Tránsito hasta sus últimas consecuencias, además, malagradecidos con sus autoridades pues éstas sólo piensan en ellos, en sus beneficios, ya que anuncian que con la medida sus ingresos diarios se incrementarán en 20 por ciento.
Para ser un poco indulgente con el mal taxista que me puso a dudar de mis autoridades, reconozco que en lo que tenía y tiene razón es en que le van a sacar una lana extra a sus compañeros, aunque se equivocó porque no sólo será a ellos sino a todos en general pues, ni modos, tendrán que pagar por un engomado (no se dijo cuánto, pero debe ser algo simbólico) indicativo de los días que no podrán circular.
Pero –me vuelvo a decir– cualquier costo será una bagatela frente a los beneficios que recibiremos todos: ahora sí disminuirán los problemas de congestionamiento vial y podremos transportarnos con prontitud; mejorará la calidad del aire, volveremos a respirar aire casi puro; los choferes de taxis andarán siempre sonrientes y atentos pues con un día de descanso “elevarán su calidad de servicio”; y, ahora sí también, las unidades andarán como nuevas pues con un día de descanso podrán enviarlas al servicio.
¡Ah! Xalapa será un verdadero paraíso. Un remanso de paz, de orden, de aire puro, limpio, con un servicio público de transporte “en su modalidad de taxis” (así dice el lenguaje oficial) de primer mundo.
Sólo me lamento el desasosiego que me provoca saber que fijaron hasta el 29 de agosto la fecha para iniciar, para dar vida a este paraíso terrenal. Dios quiera y que con ello ahora sí tengamos un Xalapa Bello y que los días pasen volando. Pero ya me puedo echar a la hamaca y descansar a pierna suelta. Bendito “Un día sin taxi”.