Al maestro Alfonso Salces, director del diario Notiver, mi abrazo de solidaridad. A la familia Notiver mi pesar por tan lamentablemente suceso. A la familia de Miguel Ángel López Velasco, mis más sinceras condolencias.
Lo ocurrido ayer temprano lastima a todos. A los deudos directos. Al medio en el que era funcionario y trabajaba. Al gremio todo. Al ejercicio periodístico sobre todo el que se practica con profesionalismo, de manera independiente, crítico, ético, comprometido, valeroso. A la sociedad porque pierde a uno de sus mejores vínculos de información pero también porque comprueba que en la entidad los civiles, los inocentes, no están exentos de los hechos de violencia. Al Gobierno del Estado mismo porque lo pone a prueba y lo reta a esclarecer los hechos, en efecto, caiga quien caiga.
De entrada, el gobernador Javier Duarte actuó en la forma correcta: su traslado inmediato para entrevistarse con el maestro Salces fue oportuno. Se hacía necesario. Era obligado. El siguiente paso será no quitar el dedo del renglón hasta que se esclarezcan los hechos plenamente y se castigue a los responsables.
Pero tiene que saludarse que haya dado la cara, que no se haya tratado de escabullir y que haya aceptado que no se trató de un hecho aislado, así como también que haya reiterado las garantías para el ejercicio periodístico, así como el respeto a la libertad de expresión.
De la actuación de las autoridades correspondientes dependerá que no se especule, que no surjan las dudas, que se tenga confianza en las instituciones oficiales. Se espera que se informe de la manera más precisa y clara cuando se den a conocer avances de las investigaciones o cuando se tenga el resultado de una investigación realizada con todo profesionalismo.
Desde este espacio me sumo a la petición del diario expresada ayer en la nota que dio cuenta de lo sucedido en su portal: “NOTIVER demanda una pronta y clara investigación conforme a derecho para que de inmediato se dé con los responsables de esta triple asesinato y se les castigue con todo el peso de la ley caiga quien caiga”.
Relacionado con el tema de la inseguridad, me he estado preguntando si la convocatoria que está haciendo la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno del Estado para reclutar nuevos elementos –hombres y mujeres–, en lugar de estar dirigida a “ciudadanos ejemplares” no debiera mejor invitar a ciudadanos necesitados, sin recursos, pero con cierta vocación para el servicio público enfocado a la seguridad y que no tengan antecedentes penales, para asegurar el éxito del llamado.
Desde que está saliendo el anuncio en los periódicos –no tengo la fecha precisa, pero son ya muchos días–, bueno sería saber cuántos hasta ahora han respondido a la invitación y cuántos han terminado por enrolarse. Pero más que nada, cuántos son en verdad ciudadanos ejemplares, que no tengo duda que los debe haber, pero que además de ejemplares tengan vocación por el servicio para el que se les solicita.
La palabra ejemplar, para el propósito que se persigue, me hace mucho ruido (“Que da buen ejemplo y, como tal, es digno de ser propuesto como modelo”, lo define el Diccionario de la Real Academia Española), no porque no sería lo deseable tener como elementos policiacos, de seguridad, a ciudadanos ejemplares, sino porque nuestro sistema, pero más que nada las condiciones actuales que imperan en el país y en el estado, requiere de hombres y mujeres más que ejemplares, que sean decididos, tengan valor, que sean aptos, aunque no se distingan precisamente porque voten en las elecciones, no saquen la basura antes de que pase el camión recolector, respeten el anuncio de no pisar el césped o de no cruzar la avenida temerariamente sino que usen el puente peatonal, etcétera, un etcétera que abarca todo lo que implica ser un ciudadano ejemplar.
Digo que sería bueno saber el éxito de esta convocatoria a los “ciudadanos ejemplares”, porque por las noticias de la semana pasada, todo indica que la delincuencia organizada, más práctica y menos reticente, se ha adelantado ya entre los jóvenes veracruzanos y sin imponerles el requisito de que sean ejemplares los está convenciendo y reclutando aprovechando su pobreza, su necesidad; y quién sabe qué incentivos más les está ofreciendo, que algunos han optado por las filas del mal y han desdeñado las del ¿“bien”?, sin importarles si de por medio se juegan la vida, que tal vez piensen que es mejor morir con las botas puestas que víctimas de la pobreza.
El miércoles, la prensa nacional nos reveló algo que reduce a simples palabras los anuncios, los discursos triunfalistas de los programas sociales: dos jóvenes xalapeños –uno varón, otra mujer– fueron detenidos en territorio zacatecano con un grupo de sicarios presuntamente de los llamados “Zetas”.
Él había sido reportado el mes pasado como desaparecido por parte de sus padres. Ella se fue diciendo una mentira a su familia, que iba a trabajar en algo lícito. Ella aceptó que se fue por 8 mil pesos que le pagaban al mes actuando como “halcón” (informante) en Zacatecas. Se fue, pues, por falta de oportunidades, de empleo, seguramente obligada por su pobreza, por la necesidad de su familia.
En su caso, como seguramente en el de muchos más que no conocemos, se estrellan todos los discursos oficiales que hablan de avances sociales, de disminución de la pobreza y de la creación de más oportunidades.
Pero me llama la atención que prefieran irse a aquellas filas que optar por las de acá. Acaso, pienso, consideren que ellos no se pueden incluir entre los ciudadanos ejemplares porque sus condiciones sociales, de pobreza, no les permitieron aprender a leer ni a escribir o que no tengan mayor formación educativa que les permita una conducta ejemplar, modelo.
O acaso siendo ejemplares piensen que no vale la pena entrar a un servicio en el que un buen día, cualquiera, van a amanecer con la noticia de que su corporación desaparece –como alguna policía intermunicipal– y se quedan cesantes, sin trabajo, luego de haber arriesgado su seguridad, su vida.
Curioso: también ha estado apareciendo en periódicos del estado un anuncio del gobierno de Nuevo León invitando a jóvenes a enrolarse en las fuerzas de seguridad pública de allá. Pero no piden “ciudadanos ejemplares”.
Pero por el bien de la sociedad, es decir, de todos, ojalá y la convocatoria local tenga éxito e ingresen al servicio esos “ciudadanos ejemplares” que están siendo demandados. Ojalá porque también de por medio, del éxito o del fracaso de la convocatoria, están la credibilidad y la confianza en las autoridades.