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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Los méritos de Arturo Bermúdez

04/07/2011 09:46 a.m.

Me disponía anoche a enviar la columna a mis amigos editores cuando leí en el portal alcalorpolitico.com la confirmación del relevo de mi general secretario Sergio López Esquer como titular de la Secretaría de Seguridad Pública y el nombramiento como encargado del despacho de Arturo Bermúdez Zurita, quien venía ocupando la Subsecretaría del ramo.

Hace una semana, en “Prosa aprisa” del lunes 27 de junio (“¿La primera baja en el gabinete”), comenté que el general retirado había cumplido su ciclo y que sería la primera baja sensible en el nuevo gabinete.

Para entonces ya se había llevado todas sus cosas y se tenía listo el cambio. Todo era cuestión de horas. De quien lo releva, es también un ameritado miembro del Ejército, integrante del Estado Mayor Presidencial en tiempos del presidente Carlos Salinas de Gortari, egresado con honores de la prestigiosa academia militar de West Point en Estados Unidos y sobrino del General de División Diplomado de Estado Mayor Carlos Humberto Bermúdez Dávila, jefe del Estado Mayor Presidencial del presidente Miguel de la Madrid Hurtado.

Si se recuerda, él llegó a Xalapa en el gobierno de Miguel Alemán Velasco, concretamente a la Secretaría de Finanzas y Planeación, y en el sexenio pasado estuvo como titular del C4 (Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo). Se le desea todo el éxito al caballeroso y atento nuevo encargado del despacho.

Sinceramente, hoy me nace expresar toda mi solidaridad al gobernador Javier Duarte de Ochoa –  siento una obligación ciudadana de hacerlo, en especial cuando de por medio está la seguridad en las vidas y en el patrimonio de miles de veracruzanos a causa de las malas condiciones del clima– por el cúmulo de problemas que enfrenta –ahora sí se le juntaron– y que pone a prueba la capacidad de todo su equipo de trabajo. 

La semana pasada ha sido tal vez la más crítica de la nueva administración y con la que cerró sus primeros siete meses de gestión –el primer semestre del año–: la repercusión por la denuncia del secuestro de indocumentados en territorio estatal y la falta de tacto de uno de sus colaboradores para enfrentarla; la confirmación de lo que tanto temíamos: que en asuntos de seguridad-inseguridad la plaza ya se calentó; la falta de tacto de otro de sus colaboradores para tratar con comerciantes y empresarios organizados al descalificarlos con adjetivos ofensivos; los problemas internos en el área de Salud que derivaron en la “renuncia” del director del Hospital de Alta Especialidad del puerto de Veracruz mientras se confirmaban los primeros decesos a causa de dengue hemorrágico; la llegada de la primera tormenta tropical del año, un chisguetito apenas en comparación con lo que anualmente ocurre y que se espera ocurra a finales de septiembre y durante todo octubre cuando azotan los huracanes; las inundaciones en toda la geografía estatal y las intensas lluvias que han provocado derrumbes en áreas urbanas y sobre las carreteras; las primeras víctimas directas de lo anterior que han perdido ya enseres, ropa y hasta vehículos y han visto dañados sus patrimonios muebles e inmuebles; los reclamos de los damnificados del año pasado a los que no se les cumplió con dotarlos de viviendas y ubicarlos en lugares seguros y siguen en la intemperie y, ahora, huyendo de un lado a otro para tratar de protegerse; la inseguridad –refleja que se sienten desprotegidos– de familias enteras que como en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río salen despavoridos con lo que pueden cargar ante el temor de que el agua desbordada los cubra, y, lo ya muy lamentable, la primera víctima fatal en el municipio de San Andrés Tlalnehuayocan casi conurbado con Xalapa. Todo ello sumado a lo que ya se sabe: que hay escasez o que no hay recursos económicos secuela de la crisis económica que el nuevo gobierno heredó.

Aparte los señalamientos por lo que no se hace bien o no está bien, considero que hay momentos en que se necesita la unidad de todos, el apoyo, el compromiso con las autoridades –siempre con el compromiso con la sociedad, primero y último objetivo de todo gobierno, de que se corrijan errores o ineficacias y de que la administración preste el mejor servicio público como es su obligación–, para enfrentar y librar con éxito los retos que imponen las circunstancias, que hoy no son nada favorables.

Pasé muchos años adentro del gobierno y sé los retos que imponen tiempos como los actuales y que exigen trabajo, mucho trabajo, sacrificios –desvelos, malpasadas en tratándose de alimentos, riesgos, movilidad intensa…–, tiempo completo y entrega total, responsabilidad, sentido de solidaridad con los semejantes,  condición humana excepcional para entender a los que sufren o padecen, disposición para dejar la comodidad y el arreglo personal –el impecable traje, el zapato lustradito, la figura de figurín–, en fin.

De las cosas positivas –o para mi gusto, positivas– del gobernador Duarte de Ochoa me llaman la atención varias cosas.

Por ejemplo, que no se arredra ante las acciones de la delincuencia organizada y que cada vez que ocurren hechos de violencia sale a reiterar su objetivo de cuidar hasta el máximo la seguridad de los veracruzanos; su actitud y apertura a aceptar los hechos por muy crudos y graves que sean y a nombrarlos por su nombre y que no se empecina en negar lo evidente o en salir con que lo que ocurre son hechos aislados (me pareció correcto que él mismo confirmara el deceso de una mujer a causa del desgajamiento de un cerro, lo que no es imputable al gobierno porque haya hecho o dejado de hacer, y que no se empeñe desde un principio en querer sostener un saldo blanco ficticio); su disposición al diálogo antes que descalificar al que opina diferente, como en el caso de su reunión el viernes con el padre Alejandro Solalinde,  protector de los migrantes centroamericanos en su paso hacia los Estados Unidos, con el que acordaron acciones conjuntas en pro de los derechos humanos de esos infelices que buscan mejores condiciones de vida; que se interese personalmente por los damnificados a causa de las lluvias e inundaciones como su recorrido ayer por áreas afectadas de Xalapa o su viaje para presidir una reunión preventiva en el norte del estado.

Lo que se ha hecho ha sido bueno en parte, pero el hecho de que familias enteras tanto en el municipio de La Antigua como en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río salgan huyendo despavoridos ante las primeras fuertes lluvias habla de una falta de comunicación-orientación efectiva por parte de las autoridades municipales y estatales –no es suficiente el twiter del Ejecutivo– pues refleja que no hay acciones informativas oportunas y precisas que estén dando reportes a través a través de los medios para evitar esas escenas de pánico, o que se necesita que los responsables de Protección Civil instrumenten programas coordinados para proceder a la evacuación cuando tengan la plena seguridad de que hay riesgo.

Independientemente de ello, que seguramente será corregido de inmediato, insisto, creo, siento que esta es hora de solidaridad con el gobierno que es decir con los veracruzanos en desgracia.


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