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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Perlandia

20/09/2011 12:29 p.m.
El pasado 10 de septiembre, tan pronto sucedieron los hechos, el empresario Joaquín Vargas Guajardo (@JoaquínVargasG) tuiteó: “Larga balacera afuera del restaurante Villa Rica en Veracruz Ver. por lo menos 5 muertos...que pena lo que estamos viviendo” y “Para quienes afirman que la inseguridad no afecta el turismo, no les deseo vivir la experiencia que me toco vivir en Veracruz...”.

Con esos dos breves mensajes, este poderoso hombre de las comunicaciones en México, seguramente sin que esa haya sido su intención, causó un serio daño a la imagen del estado, concretamente a la del puerto de Veracruz, pero también en especial a la del turismo en la entidad. Pero pudo haber sido peor.

Dentro del peso que tiene su persona en el mundo empresarial y de las comunicaciones en el país y por ende en la opinión pública de México, lo que le pasó fue lo mejor tanto para él como para el Gobierno del Estado. ¿Alguien se ha puesto a pensar en las consecuencias para Veracruz si le hubiera tocado una bala?

Este señor es presidente del poderoso Grupo MVS Comunicaciones y además miembro de los consejos de administración de Vitro, Grupo Posadas, El Universal, Grupo de Hospitales Médica Sur, Grupo Costamex y Santander, y también participa como consejero en la Bolsa Mexicana de Valores. Ocupó el cargo de presidente del Consejo Directivo de la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión. Su empresa opera el sistema de televisión Dish.

A dónde quiero ir con esta larga introducción: a que el caso evidenció serias fallas de información y de inteligencia en el Gobierno del Estado, pero también de comunicación y de relaciones públicas y empresariales, que no dejan bien parada la imagen gubernamental.

De la presencia del señor Vargas Guajardo a la entidad nos enteramos –seguramente hasta los del propio gobierno– sólo porque él reveló su presencia con el tuit multicomentado a raíz de su difusión. Si no hubiera ocurrido la balacera quizá ni hubiéramos sabido que vino a la zona conurbada Veracruz-Boca del Río.

Se antoja preguntar: ¿cómo es posible que nadie en el gobierno se enteró con anticipación que venía al estado para haber dispuesto toda la seguridad y las atenciones alrededor de su persona? Si se estuviera atento y hubiera buena relación con los radiodifusores del estado, a la Dirección de Radio no hubiera faltado quien le filtrara que venía el rico empresario. Si se estuviera atento y hubiera buena relación con los empresarios de la entidad, a la Secretaría de Desarrollo Económico no hubiera faltado quien le avisara a su titular para que atendiera al hombre de empresas. Incluso de ahí se hubiera puesto en conocimiento al Ejecutivo acaso para que él personalmente buscara reunirse con un hombre que en potencia representa inversiones.

Pero si todos esos filtros fallaron, cabe preguntar también: ¿cómo es posible que nadie en el aeropuerto Heriberto Jara se percató de la llegada de este señor? La única respuesta es que no hay nadie del Gobierno del Estado atento, vigilando y reportando quién llega y quién sale. ¿Es que ya ni siquiera está ahí Matías parando oreja y avisando? Garrafal falla pues seguramente este poderoso hombre de empresas no llegó en una avionetita como las que se usan para fumigar, sino en un jet que debió haber llamado la atención.
 
Tal como se dieron las cosas, pudo haber venido hasta Barack Obama y ni se hubieran enterado hasta que hubiera enviado un tuit diciendo que le había tocado vivir una balacera y que esto está igual o peor que en Afganistán. Hasta se antoja comentar que bien pueden venir, entrar y salir, los señores de las últimas letras del alfabeto (lo pongo así porque algunos editores me dicen que no pueden publicar ningún nombre de la delincuencia organizada) y nadie se entera y menos los molestan.
¿Cómo es posible que no hay un o una oreja que esté pendiente y se involucre entre los llamados círculos sociales de la high society, de la fufurufa “mejor” sociedad del puerto y anexas y se entere a tiempo y reporte que a la boda de fulanita de tal viene tal o cual personaje, para cacharlo y arroparlo con algodones si es posible porque represente algún beneficio para el estado? ¿Dónde está la inteligencia de seguridad?

Pero el descuido no sólo lo vivió el señor Vargas Guajardo como informó también el diario Reforma en su columna “Templo Mayor” del domingo 11 de septiembre: “Quienes sufrieron ayer en carne propia la crudeza de la violencia desatada por los cárteles en Veracruz fueron varios empresarios del Distrito Federal y Nuevo León que fueron a ese puerto para asistir a la boda del regio René Elizondo de los Santos con una veracruzana. Antes de la ceremonia, los hombres de empresa –entre quienes estaban Enrique Zambrano, Ricardo Sada y Mario Chávez– acudieron al restaurante de mariscos Villa Rica, en Boca del Río, para degustar las delicias del mar jarocho.
 
Pero cuál sería su sorpresa que, entre camarón y camarón, comenzaron a escuchar el estruendo de decenas y decenas de disparos justo en las afueras del restaurante. Cuando finalmente cesó el enfrentamiento y pudieron salir, los comensales vieron una escena de terror: al menos seis muertos, varios heridos y casquillos de bala por todas partes. Como pudieron, los empresarios se enfilaron despavoridos al aeropuerto a buscar sus aviones privados o salidas de última hora, pues, igual que en Monterrey, el horno no está para bollos en Veracruz.”

Estos señores no regresarán al estado y, peor, dirán a todos los que conocen que tampoco vengan, que no celebren ninguna exposición, ningún congreso, ninguna convención en Veracruz. Ya ni pensar que van a aconsejar a alguien que venga a invertir porque aquí hay mucha seguridad. Lo que pasó se pudo haber evitado si el sistema de información y alerta del Gobierno del Estado estuviera funcionando y funcionando bien, muy bien. A lo mejor ni siquiera existe.

El señor Joaquín Vargas Guajardo hizo ruido. Vaya que hizo ruido con su enorme aparatote de comunicación pero también con todo lo que proyecta su nombre y apellidos. Para consuelo nuestro, pronto salió la señora Perlasca, la secretaría de Turismo, a proclamar con su megáfono manual, urbi et orbi, que en Veracruz no pasa nada y que en materia turística esto es una verdadera perlandia. Qué consuelo.

La compañera, colega y amiga Ylia Ortiz Lizardi, directora del portal alcalopolitico.com –Joaquín Rosas es el director general– se reincorporó a sus actividades luego de una intervención quirúrgica, de la que se repone bien. Qué gusto que ya esté de vuelta.

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