Lo que yo todavía me continúo preguntando es si la juez tercera de primera instancia, Beatriz Hernández Rivera, duerme tranquila y puede sentarse a la mesa de su hogar y escuchar y ver de frente a sus familiares luego de que estuvo a punto de condenar hasta 30 años de prisión a dos inocentes.
Ella fue la que el 31 de agosto pasado dictó auto de formal prisión en contra de Gilberto Martínez Vera y María de Jesús Bravo Pagola, usuarios de redes sociales, tuiteros, al considerar que, según su obtuso e irresponsable criterio, existían suficientes elementos para responsabilizarlos de terrorismo equiparado y sabotaje.
Qué triste papel jugó esta mujer al prestarse a una injusticia seguramente para agradar y servir a algún interés particular dejando de lado su integridad, su ética, su criterio legal y su independencia jurídica.
A esta mujer le tocó recibir la consignación por parte del procurador de Justicia Reynaldo Escobar Pérez y o no ve bien –no sé si usa lentes– o no conoce las leyes o quiso y aceptó ponerse de tapete para quedar bien, pues no fue capaz o no quiso ver que no había sustento legal no sólo para la consignación sino para el encarcelamiento de los ya célebres tuiteros.
Al declararles la formal prisión puso en duda la integridad de todo el aparato judicial y mueve a preguntar cuántos inocentes no estarán purgando condenas a causa de jueces venales como ella. En el caso de los tuiteros no siguió su infame condena sólo porque la propia Procuraduría se desistió ante el inminente fallo de la justicia federal a favor de los acusados.
Hoy sería bueno saber si el Tribunal Superior de Justicia impondrá una sanción y castigará a esta mala servidora pública o si de plano la cesará pues, no cabe duda, como lo demostró en el caso que nos ocupa, constituye un serio riesgo para las garantías de cualquier ciudadano veracruzano.
El día de la liberación de los tuiteros, luego de 29 días en que injusta e ilegalmente estuvieron detenidos, la citada juez Beatriz Hernández Rivera ni siquiera fue capaz de ofrecerles una disculpa a las víctimas pero tampoco tuvo la entereza por no decir que la vergüenza para darle una explicación al pueblo de Veracruz de su desastrosa actuación.
No es posible que esta mujer continúe en funciones como si nada hubiera pasado, pues a todas luces queda bajo sospecha de no dar a cada quien lo suyo lo que en justicia corresponde, como recomendaba Ulpiano, jurisconsulto romano, considerado uno de los más grandes de la historia del Derecho, sino de bailar según el son que le toquen, es decir, en función de un interés particular e interesado.
De alguna manera, ella reeditó el sonado caso del documental fílmico “Presunto Culpable”, que recién ganó un Emmy, donde, no obstante no existir pruebas, un juez, Héctor Palomares Medina, que lamentable y tristemente continúa en su cargo, condenó a un joven, José Antonio “Toño” Zúñiga, a 20 años de prisión por un homicidio que no cometió, y fue sólo el interés de dos jóvenes abogados que se interesaron en su caso y lograron reabrirlo lo que finalmente logró que recuperara su libertad.
Habría que revisar las sentencias de esta juez para ver cuántas más dictó no guiada por el estricto apego a las leyes sino por algún otro interés inconfesable, y los acusados (y sus familiares) cuyos casos caen en sus manos, de ahora en adelante deberán comparecer ante ella pero ya ante Dios confesados.
¿Dura lex, sed lex? (¿La Ley es dura pero es la Ley?), no necesariamente, no cuando un juez o una juez ni siquiera aplica con rigor la ley sino que sentencia con base en elementos extrajudiciales. Maruchi más que Gilberto salió afectada de su reclusión. Y pensar que la juez Beatriz Hernández Rivera la pudo haber condenado a estar muerta en vida, a pasar hasta 30 años a la sombra. Pero esa es la justicia en Veracruz.
En otro tema, qué bueno que, según informó el secretario de Educación Adolfo Mota, las actividades educativas transcurrieron ayer con toda normalidad no sólo en Xalapa sino en todo el estado. Había y hay que combatir y vencer los rumores que tratan de causar miedo, temor, zozobra, lo que se logró ayer con mucho éxito. Yo anduve caminando por varios puntos de la ciudad y disfruté la tranquilidad de la capital pero también la dinámica de la población.
Veracruz tiene dañada su imagen como para que todavía se le agregue más y qué bueno que paralelo a las acciones de las autoridades educativas se sumó la instalación del Consejo Estatal de Economía que, dijo el gobernador Javier Duarte de Ochoa, tiene como objetivo una nueva estrategia que coordinará trabajos de la iniciativa privada, el sector académico y de investigación y de las autoridades estatales para dar dinamismo y celeridad a las inversiones, así como un fuerte impulso al crecimiento económico con el propósito de generar más fuentes de trabajo que permitan el desarrollo y bienestar de todas las familias.
Habría que ser mal ciudadano y mal veracruzano si nos alegráramos o si celebráramos que al estado y a sus autoridades les fuera mal pues estaríamos ignorando que entonces también nos iría mal a todos. Seguramente el gobernador sacará conclusiones de todo lo que ha pasado y continuará con la marcha para sacar adelante a la entidad.
Tiene que reconocerse lo que debe reconocerse: la actuación de las autoridades de seguridad para garantizar la tranquilidad de la población.
En la medida en que se cumpla, habrá confianza y apoyo ciudadanos y se acabarán con los dañinos y reprobables rumores. El secretario Arturo Bermúdez Zurita no debe bajar la guardia con los operativos dispuestos por el gobernador Duarte de Ochoa para que sigamos disfrutando, día y noche, de esta ciudad tan bella y disfrutable como lo es Xalapa.
Pero ahora más cuando Xalapa estará nuevamente en el ojo de la opinión pública mundial aunque esta vez con un motivo del que todos los que vivimos en la capital del estado debemos sentirnos orgullosos: la celebración del “Hay Festival”, del 6 al 9 de octubre, una fiesta de la cultura, de los sentidos, que atraerá a muchas celebridades, fiesta que, hay que reconocérselos con todo, patrocinan el Gobierno del Estado, el Ayuntamiento y la Universidad Veracruzana.