Finalmente, todo indica que si la crisis económica no ha golpeado a los medios en el estado, está a punto de ocurrir o ha empezado a ocurrir.
En su edición de ayer, el diario porteño Notiver publicó que en reciente reunión del gobernador Javier Duarte de Ochoa con 13 alcaldes de los principales municipios del estado les habría dicho que se pusieran a hacer obras porque sabía que algunos de ellos estaban más interesados en gastar millones pagando a medios de comunicación, para salir incluso más que él. De acuerdo al periódico, les habría expresado que ya sabe y tiene las cantidades “escandalosas que están pagando en honor al culto a la personalidad”.
Acabo de estar con un funcionario cuya dependencia tiene cierto grado de autonomía económica, debido a lo cual sus antecesores habían venido sosteniendo tratos con la prensa que implicaban una cuantiosa suma. Me comentó que ante la instrucción que recibió acabó con todos los acuerdos aun con los que se tenían con periodistas que él conoce o que considera sus amigos. Ni convenios, ni contratos, ni acuerdos, ni apoyos, ni intercambios, ni subsidios, ni compra de suscripciones, menos de publicidad, me dijo.
Pero la información publicada en Notiver coincide –y esa podría ser la explicación– con la súbita notificación que han recibido periodistas de varias partes del estado por parte de ayuntamientos de que se acabaron los apoyos que se les venían dando a cambio de difundir actividades del respectivo alcalde.
A raíz del cambio de administración y ante la crisis económica que se heredó, a buena cantidad de personas metidas a editores de periódicos impresos o virtuales que no son periodistas ni menos periodistas profesionales, se les cancelaron convenios. A empresas periodísticas establecidas y reconocidas, se les reconocieron adeudos pero se les han venido dando sólo pequeños abonos. Si es que a alguien se le ha pagado la totalidad de lo que se le debía, debe ser una verdadera excepción.
Acaso en el Gobierno del Estado haya preocupación por, en efecto, hacer obra y no distraer un solo centavo ante la falta de fondos, de lo que se sufre, sobre todo ante la próxima elección para que los candidatos tengan asideros con los cuales tratar de convencer a los votantes.
A ello se sumaría a que, como se dijo desde un principio, al Ejecutivo no le interesa ser popular, lo que se traduciría en que no le interesa hacerse promoción, no como sus antecesores, en especial como el inmediato anterior, y por lo tanto no pagar a los medios para que exalten su imagen.
Tal vez en la administración están preocupados y ocupados ya en hacerse de un fondo de recursos para poder hacer frente a la pesada carga que significa el pago de aguinaldos a la burocracia, pero también para cubrir lo más que se pueda a los proveedores y acreedores a los que se les adeuda un monto millonario. Otra causa podría ser la amenaza de recorte de recursos federales para el próximo año.
Lo que sea, como quiera que sea, la perspectiva no parece nada halagadora para las empresas periodísticas lo mismo televisivas que radiofónicas, impresas que virtuales, por lo que la situación para ellas constituye o está en vías de constituirse en un verdadero reto: sin el apoyo que significan los recursos oficiales, o sobreviven y viven o desaparecen.
Por inédita, la situación se torna interesante por lo que saldrán ganando o perdiendo el gobierno y los empresarios periodísticos. Los ciudadanos y a la vez lectores-receptores de noticias e información ganarán como quiera que les vaya a aquellos.
El gobierno ganará salud económica en lo inmediato, que al parecer es ahora el motivo principal de la indicación, reclamo o línea para que se dé prioridad a la obra pública, si es que en efecto así lo dijo el Gobernador. Corre el riesgo de que los medios a los que deja de apoyar pasen a la línea crítica al considerar que no existe ya compromiso alguno, lo que podría repercutir en contra de los candidatos del partido oficial el próximo año.
Las empresas periodísticas pierden tal vez su principal fuente de ingresos y corren el riesgo de desaparecer si no encuentran fuentes alternativas. La crisis hará que corten o rompan el cordón umbilical que los ha mantenido por años o desde que existen ligados al gobierno. Los que sobrevivan y vivan, ya sin convenio, acuerdo o contrato oficial, podrían descubrir que ganan lectores si señalan, critican o denuncian anomalías, errores, ineficacias, irresponsabilidad, corrupción, impunidad, etcétera.
El ciudadano, la sociedad, la población, los lectores, los receptores ganan ante cualquier escenario. Sus recursos serían destinados efectivamente a obras y no se subsidiaría más a muchos que no justifican. Los verdaderos periodistas, no tengo duda, habrán de salir adelante. La necesidad de los medios de ganar lectores para tener más ingresos haría que entraran en competencia con lo que seguramente aumentaría la calidad informativa.
En cuanto a los alcaldes –si es que se confirmara la especie–, acaso se habría jalado a los peces gordos por el monto de sus presupuestos para enviar un mensaje al resto sobre cuál es la línea a seguir con respecto a la relación o no relación con los medios, pero la medida sería sana porque buena cantidad sólo son puro blof ya que no han hecho prácticamente nada de obra pero eso sí a base de publicitarse en los medios aparecen como los reyes Midas de la construcción municipal.
Cuando en Xalapa se empezaron a cerrar puertas oficiales, los no beneficiados empezaron a llenar las antesalas de los alcaldes en especial de los municipios principales. Ahora no se ve a dónde puedan recurrir. En el caso de algunos presidentes municipales, ahora sí tendrán que ser eficaces y hacer obra pues sólo así podrán ganar y tener buena imagen. Atrás tendrán que dejar la escobita, la brochita, el foquito, el casquito, la escalerita, la palita, sólo para la foto y el apantalle.
La crisis económica, así, nos pone ante una situación inédita. Yo creo que todos saldremos ganando. El gobierno, a falta de publicidad o de tanta publicidad tendrá que responder y convencer con hechos. Los periodistas querrán o necesitarán ser mejores para competir con calidad para ganar lectores y la publicidad privada. El ciudadano recibirá obras y servicios e información de calidad.