Ni hablar. Es tiempo de que todos paguemos impuestos como se debe. En este trinche país, todos los mexinacos nos hacemos weyes a la hora de devolverle a la patria tanto que nos ha dado.
Es por eso que apoyo la propuesta del diputado por Orizaba, Juan Manuel Diez Francos, cuando plantea --y eso que el diablillo decía que no sabe qué es “legislar”-- que se le cobre un impuesto especial a los chicleros porque su despreciable producto se pega en las banquetas y calles y son muy difíciles de quitar.
En entrevista imaginaria, Clorets dijo que no había pedo, igual los Adams, al cabo que están forrados de lana. La hicieron de jamón los Motita y Yucatán, prácticamente en quiebra porque en los Oxxos prefieren vender pura golosina gringa.
No se ha explicado si la goma que se produce en abundancia en la zona de Las Choapas también afectará a los productores, que nada tienen que ver con los cochinos hábitos de a quienes les apesta la boca por no lavarse el hocico.
Apoyo a Juan Manuel Diez Francos, la neta, y eso que decía que no sabe para qué es eso de la Cámaras de Diputado, pero él muy orondo pone las nalgas sobre el curul.
Debe ser que Orizaba es perfecta. Es casi un virreinato. Como van las cosas, Diez Francos prohibirá el paso a los vendedores de chicles… ¡Ah chingá, ya lo hizo!
Debe ser que su odio a los chicles viene que algún malcriado le pegó uno en el cabello y entonces le costó uno y la mitad del otro deshacerse de esa goma a través de un tijeretazo.
Pero como los traumas de Diez Francos no interesan, mejor lo apoyo.
Es más, propongo que también sea general para toda sustancia viscosa, pegajosa, asquerosa que sea adherida a un edificio, sea público o privado, y que incomode a terceras personas.
Propongo que se cobre un impuesto especial a los que dejan mecos en los moteles. Es verdaderamente desagradable (me han contado) que luego se ande amando entre sábanas que no fueron bien lavadas o que en su defecto huelen a semen.
Propongo que los kinders paguen tributo virreinal por todos esos fastidiosos chamaquitos que andan embarrando los mocos en las paredes, y que andan haciendo bolitas como si fueran de plastilina. Los padres deberán también hacer la limpieza de las cochinadas de los mocosos.
Que se cobre un impuesto especial por los gargajos, especialmente por aquellos que fueron producidos con refresco de cola o la leche. Son más viscosos y desagradables a la vista.
Se prohíbe la gripa o en su defecto pagarán un impuesto especial por deambular por las calles de México. Ya no serán válidos los fluidos derramados por la nariz o boca. Persona que haga presente una secreción verdosa amarillente, espesa y abundante, y lo derrame sobre la calle, se hará acreedor a una multa, cárcel o una terapia de Diez Francos o su chalán Hugo Chahín.
Todos los estudiantes que peguen los chicles en los mesabancos serán reprobados automáticamente por promover conductas pegajosas. Las prostis en lugar de chicle, masticarán hojas de coca, especialmente traídas de Bolivia… Sí, ya se va a legalizar, y ya hasta los narcopolíticos están viendo cómo le invierten en Colorado y Washington con eso de sus relaciones fufurufas.
Aquel chicle que sea encontrado en la calle, será acreedor de un examen de ADN para saber quién fue el marrano o marrana que lo dejó tirado.
En fin, como el diputado Diez dice que no sabe qué es legislar, pues aquí les pasamos unas ideas, al cabo que comparto lo desagradable que es un chicle en el zapato o en el pelo.
So, ¡vete a la gaver, Bubaloo!