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Pablo Jair Ortega

Columna Sin Nombre

Periodistas al "poder"

11/02/2013 04:48 p.m.
Antes que todo, es muy respetable la decisión de quienes quieren participar en política. Más aquellos que lo hacen de corazón, por el verdadero sentir de servir a la gente.
 
Ahora existe una moda previa a las elecciones locales en Veracruz donde se destaca la participación de periodistas como candidatos a puestos de elección popular: Sergio González Levet, Tonatiuh Pola, Anilú Ingram, Hugo Gallardo San Gabriel, Alejandra Rosas Borbonio, Victoria Rasgado, entre otros nombres que escapan a la memoria, pero quienes no dejan de ser importantes.
 
La historia en Veracruz indica que no han sido finales felices para los periodistas que se la juegan en política. El caso de Pepe Valencia, en Xalapa, por el PRD, entonces director del Diario de Xalapa, mostró que no interesó la importancia, el peso del periódico, la popularidad o carrera intachable del personaje: simplemente el elector no vota por popularidad.
 
Y más en una capital veracruzana donde recientemente se votó por el candidato menos peor en las elecciones federales: un perredista conocido ante una candidata panista que ni siquiera vivía en Xalapa y un ex procurador de justicia apestado hasta dentro del PRI.
 
Otro ejemplo ha sido cuando los candidatos son artistas: pocas veces han triunfado en el escenario nacional, y en el local han sido contundentes derrotas, como Ernesto Gómez Cruz, como candidato a la alcaldía de Veracruz por el PRD.
 
Y mire usted el caso de la alcaldesa xalapeña, Elizabeth Morales, quien supuestamente como periodista era muy cercana a la gente, pero ahora es todo lo contrario, pues hace política y negocios al amparo de poder como la más corrupta de todas.
 
De las mismas filas provino la ex diputada Dalia Pérez Castañeda, con una labor destacada en televisión, pero que al final terminó absorbida a la dinámica y vanidad de la vida política, que por la de resultados en el rubro de turismo.
 
La presencia de periodistas en la grilla tradicionalmente ha sido al margen de su labor: informar, reportear a la clase política, a los candidatos, a ser parte del “pool” de prensa que se mueve con el aspirante. La cercanía del periodista con el poder político es pocas veces de amistad.
 
Es por eso que llama la atención el naciente ímpetu de los periodistas candidatos a un puesto de elección popular, sobre todo cuando por lo menos conocen cómo se mueven las aguas en eso de la política jarocha.
 
LA ESCUELA DE DON YAYO
En la historia de Veracruz ha habido verdaderos éxitos periodísticos creados por políticos cuando dan la cara como periodistas. Sin duda el caso más emblemático es el de Don Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, quien hizo no sólo historia como político en tiempos donde se tenía que tener oficio, tacto, perspicacia, sabiduría, virtudes para saber hacer política: también hizo historia en periodismo fundando lo que fue la escuela y taller más memorable que ha existido.
 
Trabajar en Política o El Diario del Sur era sinónimo de estar junto a un grande y una academia no formal. No sólo porque Don Yayo era en sí un ícono lleno de anécdotas todas, de amigos increíbles como Álvaro Carrillo, sino porque se aprendía de alguien que aplicó la política en un oficio difícil para el político: el periodismo.
 
Son más grandes los fracasos de políticos periodistas que intentan hacer un medio para inflar sus de por sí reventados egos. Ahí están los casos de Tinta Jarocha, en Xalapa, o El Buen Tono, en Córdoba, cuya empresa sólo está siendo usada por su dueño José Abella para golpear políticamente y promoverse como candidato a la alcaldía.
 
Pero Don Yayo era particularmente sagaz para hacer periodismo y convirtió a sus medios en referentes obligados del oficio. Quienes han salido de políticos y han incursionado en periodismo, fácilmente se dan cuenta que no se podrá regresar, porque el verdadero vicio del periodismo es demandante, celoso. Un oficio que sólo Yayo supo cómo hacer y nadie más, por mucho dinero que maneje, ha igualado.
 
CASOS GIBB Y ROBLES, ESPECIALES
Otra de las formas de hacer política sin salirse del periodismo en Veracruz, son las recomendaciones que aplicó en su momento el fallecido director y copropietario del diario La Opinión de Poza Rica, Raúl Gibb Guerrero, y como lo actualmente lo hace José Pablo Robles Martínez, dueño de los diarios Imagen de Veracruz, Diario del Istmo y la agencia Imagen del Golfo.
 
Ambos, desde sus muy escondidas palestras, utilizaron sus influencias para colocar a cercanos en puestos políticos que iban desde delegados de Tránsito hasta directores de área o candidatos de elección popular.
 
El caso de Gibb incluso le trajo enfrentamientos con los grupos de poder regional vinculados a la delincuencia organizada. Algunos pozarricenses dicen que eso fue precisamente la causa de su asesinato el 8 de abril de 2005, el cual no ha sido resuelto hasta el día de hoy.
 
El caso de José Pablo Robles es similar: su esposa, la señora Roselia Barajas, ha sido diputada federal; se habla que su hija Mónica Robles de Hillman será candidata a diputada local; y su yerno Iván Hillmán, pese a los males de salud que le aquejan, es colocado en áreas de importancia del Gobierno de Veracruz.
 
PERIODISTAS Y CREDIBILIDAD
En lo personal creo que el tema de la credibilidad de cada periodista se resuelve siguiendo la línea de tiempo de su trabajo. Muchas veces se cree que el lector es tonto y es fácil de engañar, pero la realidad es opuesta y también algunos tienen memoria.
 
Cuando un periodista pasa a los términos de la política mexicana o jarocha, se verá obligado a entrar a ese círculo donde toda credibilidad ganada terminará junto a los desechos humanos en la basura. En la opinión de quien esto escribe, es imposible que no sea absorbido el periodista-político en la inercia de la corrupción, la perversidad, los compromisos ante una clase política carroñera.
 
El periodista participando en política es un verdadero riesgo innecesario: como medios creo que se puede hacer mucho más a través de la médula del oficio periodístico, que es la denuncia.
 
A veces, efectivamente, se quisiera tener un poder oficial para ejecutar o legislar, pero la olla de grillos es tan gigantesca, que a final de cuentas no ha existido ningún periodista, al menos en la historia reciente de Veracruz, que haya triunfado como candidato (a excepción del empresario radiofónico Oliva Meza) y mucho menos como un cumplido y honesto alcalde o diputado.
 
Incluso se torna difícil volver a retomar el camino periodístico una vez que se queda fuera de la carrera política. Volver al oficio luego de los andares es simplemente vagar en el terreno de la desconfianza, del descrédito: nadie quiere saber de alguien que supo o pudo cambiar las cosas estando adentro y simplemente no las cambió.
 
AMBIVALENCIAS
En este oficio, alguna vez un maestro dijo que uno se tiene que definir: eres o no eres periodista.
 
Hacerle al monje con la clase política es simplemente un mal chiste. Caer en el juego de ellos para fines más grandes, casi inimaginables para cualquiera, sólo daña la reputación.
 
Se sabe que algunos periodistas aspirantes fueron llamados desde la cúpula del poder para ser candidatos perdedores. Y no es secreto eso: es la misma estrategia que se usa con otros, pero aquí el uso del gremio es por demás obvio.
 
Pero, insisto, es respetable y tiene todo el derecho cualquiera que tenga aspiraciones políticas. Siendo así, se les desea suerte y ojalá pase algo bueno por el bien de sus votantes.
 
Sólo hay que recordar que el apostarle a la popularidad generó tal expectación, que decían que si a esas íbamos, Juanga ya sería presidente de México
 

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