No se recordaban comparecencias tan aburridas, tan accidentadas; con tantos cambios en el calendario oficial, con tanta irresponsabilidad por parte de los diputados locales para no asistir.
El Quinto --Mmmmm-- Informe de Resultados, que se supone es un parteaguas para el cierre del sexenio y enarbolar hasta nuevo eslogan ("Vamos bien y viene lo mejor", ay wey), al menos en lo que respecta a los secretarios del gabinete fidelista, se deshizo la gran fiesta del gobernador para cerrar su administración con evaluaciones finales, pendientes y resultados, y se terminó con protestas, indiferencias y discursos que con el paso de los días se fueron desmintiendo.
Es un escenario gracioso: en esta ocasión a los secres se les citó en el recinto legislativo; antes se hacía en una sala de conferencias más pequeña y donde todos se apretujaban.
Ahora se les dio la oportunidad a los titulares de las Secretarías para que se lucieran en un escenario más grande, tuvieran la oportunidad de lucirse como lo hacen los secretarios federales, que van a la Cámara de Diputados y salen hasta en horario AAA.
De igual manera, eso les daría oportunidad para --como tristemente es costumbre-- llevaran cientos de acarreados de las oficinas que representan, tener harta porras, mamparas de apoyo y bulla en caso de alguna pregunta incómoda.
Incluso, por muy aburrido que fuese el discurso como el caso del secretario de Educación, Víctor Arredondo, ahí se verían los asientos del recinto llenos, aunque estuvieran los empleados de Educación jeteando, teniendo sueños húmedos, bostezando y viendo con lagañitas a su jefe.
La realidad es que las comparecencias se han destacado por dos cosas: conatos de enfrentamientos y ausencia notable de diputados.
Esto denota una grave irresponsabilidad y falta de operación política al interior: quienes saben de estos menesteres ven una simple falla que ha repercutido en la imagen de los altos funcionarios estatales, y por ende en el Gobierno de Veracruz.
Para empezar, Fernando González Arroyo, el diputado presidente de la Junta de Coordinación Política, ya hubiera siquiera conminado desde un principio a los diputados del PRI para hacer bulto y no dejar solos a los secretarios de despacho; vaya, siquiera por la cortesía de pertenecer al mismo partido, los legisladores del tricolor se hubieran sentado en sus curules para escuchar las respectivas glosas del Quinto --Mmmmmm—Informe de Gobierno.
Otra grave falta de operación política es la que respecta a la Secretaría de Gobierno, en donde su titular Reynaldo Escobar y operadores políticos brillaron por su ausencia y permitieron que se dieran escándalos que involucró a diputados como Dalia Pérez y Antonio Remes.
De haberse desactivado con anticipación, no hubiésemos tenido episodios como el impedirle la entrada a Dalia al recinto para protestar contra la Ley Antiborto que reinventó el gober con Denise Mearker, o Toño Remes llevando a los afectados de fraude por parte de la caja popular COOFIA.
En conclusión ¿dónde estaban los operadores políticos? ¿Nadie notó que había manifestantes? ¿No había nadie afuera para prever, negociar?
Bueno, para remarcar más el asunto, ¿por qué diablos dejan entrar al recinto a un golpeador profesional como "El Loco Ochoa" a la comparecencia de Juan Humberto García, secretario de Agricultura y bebedor consuetudinario? No es la primera vez que el exconvicto llega para agredir a los presentes, para hacer su teatrito patrocinado por los priístas, sino que ya el personal de seguridad lo debe tener plenamente identificado como un personaje conflictivo peleonero y contratado por siempre por el PRI para hacer chambitas sucias.
¿Es esta la clase de comparecencias que se merecen los veracruzanos? Digo, ya sabemos que es pura parafernalia y que muchas de las cosas que dirán los funcionarios serán mentiras, pero precisamente para eso es la Cámara de Diputados: para que se discutiera, se diera la polémica, no para tener un teatro con una aburrida ópera cantada por una diva o divo chafísimas.
Si la idea de que no hubiera oposición, fue parte de los arreglos para que no se les cuestionara a los secretarios, la verdad que el tiro salió por la culata. Más que ayudar a maquillar cifras, datos y discursos retóricos, el Quinto –Mmmmmmmmm-- Informe de Resultados se convirtió en la panacea de la flojera y el tedio.