El reciente estudio de la organización World Database of Happiness nos muestra que somos el séptimo país más feliz del mundo, y no puede ser el mejor epíteto de nuestra realidad.
"Viva mi desgracia", encarnizada por Pedro Infante e interpretada por Javier Sólís --íconos de nuestra feliz amargura-- se queda atrás. "No vale nada la vida, la vida no vale nada" dice José Alfredo… Y así podemos hacer toda una lista de pesimismos nostálgicos que nos alimentan con alegría el alma.
Una amiga que radicó recientemente en Ciudad Juárez comentaba que extraña mucho regresar a esa fronteriza ciudad, así como está con su violencia hoy legendaria, sus sanguinarios escenarios policiacos; la extraña porque fue una ciudad que le abrió las puertas a emplearse y ganar bien, cuando entonces la industria maquiladora era la esperanza de miles que viajaban al norte.
Ella misma platicaba la vida nocturna de Juárez puede darse el lujo de asistir a discos, antros, bares y pasar una noche "normal"… Normal en el parámetro de que una persona es "levantada" por un comando armando al interior de dicho establecimiento, los parroquianos se congelan del miedo, todo mundo voltea a donde sea, menos a la cara de los agresores; y dejar que se lleven al secuestrado; llega la policía, hace como hace algo y todo mundo sigue en la panchanga.
Sí, ya para algunos parroquianos en Juárez es normal. La frontera en general tiene el mismo padecimiento; son normales los balazos, la sangre y claro --me corto uno-- que se puede ser feliz. No por nada hay amigos más agradecidos con Tijuana y Ciudad Juárez que con la tierra que los obligó a migrar.
Está más que remarcado que somos el segundo país en el mundo que más mata periodistas. Ni siquiera el villano Chávez, o el dictador Fidel, o la guerra de Irak han matado a tantos reporteros como en este país donde prevalece el cacique ignorante que describen Los Tigres del Norte en el "Jefe de Jefes", como juglares épicos de una persona que se debe hacer respetar: "Porque a mi el periodista me quiere, y si no mi amistad se la pierde"… Chido.
Somos el México donde actualmente se vive una de las crisis más graves de los últimos años, los precios han subido y el salario mínimo mantiene su nivel paupérrimo (algo así como "pa’l perro"). "Mira, Bartola, ahí te dejo estos dos pesos, pagas la renta, el teléfono y la luz… Ya vas", es con lo que alegremente Chava Flores nos dice como nuestra miseria puede tener algo de gracioso y destacar la gran administración que tienen las amas de casa mexicanas, quienes fácil saben más de finanzas que los economistas fufurufos que salen en la tele.
Pepe El Toro y los Tigres nos vuelven a enfatizar que está bien ser pobre: que somos más felices; que no es necesario tener dinero porque eso no significa la felicidad; que los ricos mueren en helicópterazos, son susceptibles al secuestro. En este caso, mi tío Carlos Slim debe ser el ser más miserable de México.
Sólo nos queda satirizar humorísticamente a nuestra clase política, porque la justicia en este país permanece impávida con ella. Que si un niño en Coatepec es atropellado por el sobrino de una familia potentada, nos tenemos que conformar con una sonrisa que nos arranque la tele. Que si un político se hincha de dinero de la noche a la mañana, nos tenemos que conformar con hacer caricaturas de él.
El estudio de la WDH coloca a Costa Rica como el país más feliz del mundo, seguido de Dinamarca, Islandia, Suiza, Canadá, Noruega, México, Finlandia, Suecia, Panamá, Luxemburgo y Colombia.
Debe ser. ¿Quién no sería feliz viendo los videos exquisitamente eróticos de Shakira? ¿Oír la voz de niña de Björk? ¿La salsa de Rubén Blades? ¿Ver la libertad de Ariel Rebel que Canadá le provee?
¿En México por que no deberíamos de ser felices? Es lo único que nos queda ante tanta desgracia.